madres padres y demás
(c) Spencer Ostramder

SIRI HUSTVEDT: “NUESTRAS PRIMERAS CONEXIONES SON LA MÚSICA QUE SONARÁ TODA NUESTRA VIDA”

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Hace pocas semanas inicié un viaje de desconexión, casi umbilical, con mis orígenes. Viajé a mi ciudad natal para recoger pertenencias de la casa de mis padres. Ambos fallecieron hace relativamente poco tiempo y llegó el momento de elegir, empaquetar y dejar atrás. Porque es muy difícil vivir queriendo ser/queriendo estar presente en varios lugares distintos y creo que esta concepción espacio-temporal que ha cambiado desde el confinamiento nos hace complicado salir de los círculos cercanos, de los círculos concéntricos. Contaba la ilustradora Daniella Martí en su libro El presente que nada hay más satisfactorio que darse cuenta de que una ya no pertenece al lugar al que se aferraba. Y es que confundí los términos: me aferré a un lugar pensando que ahí encontraría lo que había perdido para siempre cuando, en realidad, por mucho que volviese a mi casa natal, nunca iba a encontrar lo que allí buscaba: a mis padres.

Emprendimos, entonces, un viaje Madrid-Zaragoza mi gran amiga Susana, nuestras hijas y yo. Un viaje cargado de emoción, de miedo también. Un trámite que temía y que, cuando llegó, resultó ser mucho más leve y agradable de lo que nunca pude imaginar. Debo recordar que estoy hablando de una mudanza definitiva, de un momento en el que tienes que elegir lo que te llevas y también lo que dejas. Y todo pesa: lo que cargamos y lo que dejamos atrás. Por las mañanas, Susana, nuestras hijas y yo paseábamos por la ciudad, por los lugares que tradicionalmente frecuentábamos en vida de mis padres. Por las tardes, elegíamos y empaquetábamos. Cuando caíamos exhaustas, leíamos la una al lado de la otra, en el sofá del salón. Susana leía Todos deberíamos romper, de Marta Gordo. Yo leía Madres, padres y demás, de la poeta, novelista y ensayista Siri Hustvedt (Minnesota, 1955).

Pensé que recordaría siempre la lectura que me acompañaría en este tránsito y por eso elegí esta como compañera. Creo que durante estos días lo que mejor hice fue elegir: mi compañía en el viaje, los recuerdos que empaquetaba, mi lectura. Madres, Padres y demás es un libro en el que la autora, desde una perspectiva feminista, reescribe recuerdos familiares y los mezcla con literatura, filosofía e incluso ciencia bajo una premisa muy potente: que somos seres esencialmente sociales. Su lectura me impactó a varios niveles, destacando el emocional (sentí muchas conexiones entre las vidas de las antecesoras de Siri y las de mis antecesoras) e intelectual (sin duda, bien merecido está el Premio Príncipe de Asturias a su dibujo de un “presente colectivo, convulso y desconcertante”, hecho que destacó el jurado al concedérselo).

Este libro es uno de esos libros que lees lápiz en mano. Entre todas las frases subrayadas, que me interpelaban, que me resonaban o que asociaba con algunos pasajes de mi vida —y de la vida de mis antecesoras— encontré esta: “Solo de adulta he tenido ocasión de reflexionar sobre el problema de la omisión, sobre lo que falta en lugar de lo que está ahí, y de empezar a comprender que lo que se calla resuena con tanta fuerza como lo que se dice”. Me tocó tanto, de hecho, que elegí cerrar con esta cita el Volumen II de MaMagazine en papel (disponible aquí).

Unos días más tarde fue la propia Siri quien, a través de un encuentro virtual, dejó que varios periodistas nos metiésemos en el salón de su casa en Brooklyn y le preguntásemos sobre esta maravillosa compilación de artículos, ensayos y conferencias, escritos entre 2017 y 2020 y revisados para dar forma a este libro lleno de omisiones femeninas que ella, a través de su escritura, se encarga de reparar. Frases como “la maternidad puede ser una camisa de fuerza cultural para la mujer” o “es necesario entender las complejidades del embarazo para derrumbar la misoginia” son buenos lugares por los que comenzar. “Cuanto mayor soy, más he empezado a notar que en la narrativa de la filosofía, la  literatura o la ciencia es igual de importante lo que falta como lo que está. Ha faltado la historia de la gestación y el nacimiento”, nos decía. Cuenta Siri que la omisión de esta parte de la historia no es algo nuevo, sino que viene de los pensadores griegos clásicos: “Platón estaba obsesionado hablando del nacimiento, pero lo que dice es que el nacimiento de las ideas del filósofo es más significativo y tiene más valor que el nacimiento natural, en resumen. Aristóteles distingue entre forma y materia: para él la forma, que es el principio que anima la vida, es masculina y la materia, que es inerte, es femenina. Ahí ya tienes una jerarquía establecida que ha durado hasta el día de hoy. Pero en el resto de la tradición esta noción de que todos empezamos desde dentro de otra persona, que biológicamente estamos, literalmente, conectados con esa otra persona, se ha suprimido en la historia de las ideas. Creo que es hora de mirar muy de cerca y analizar cómo funciona esa supresión”.

El libro comienza hablando de su abuela paterna, Tillie, una de las mujeres que marcaron su vida. Una mujer, como otras tantas, eclipsada por la figura de su marido. También se habla mucho de la relación de Siri con su propia madre —una relación en evolución constante— y con su hija. Entre recuerdos personales y con el empeño de visibilizar a las invisibles, Siri habla de otras escritoras como Emily Brontë o Jane Austen y de artistas a las que admira profundamente como Louise Bourgeois, de la que destaca en el libro que su arte nunca se avergüenza ni abochorna: “Me encanta Louise Bourgeois, adoro su arte. Desde la primera vez que la vi en el MOMA a principios de los noventa, me conmovió profundamente. Es tan importante para mí porque siempre interrumpe las taxonomías que damos por sentadas y acaba con las categorías que pensamos que están asentadas. Una de esas categorías es, precisamente, masculino/femenino. Ella borra esas fronteras, las difumina. Otro aspecto muy importante es que ella es una artista enorme y sus temas también son la gestación y el nacimiento, sobre todo, más adelante en su vida. Estos temas los aborda con valentía, con humor, con garbo, con ironía y de una forma muy seria. No paro de pensar en ella y llevo en mi mente, siempre conmigo, imágenes de obras suyas”.

El empeño de Siri por revisar y desmontar conceptos como el género y la raza son una constante en su obra pero quizá sea la maternidad uno de los temas más potentes de esta colección de ensayos y pensamientos. ¿Por qué damos tanto miedo las madres? ¿Por qué se nos ningunea, se infravalora nuestra función y se intenta sacar de nosotras mismas? Al hilo de la definición de maternidad como camisa de fuerza cultural, Siri habló de ella como institución: “Nuestras expectativas se forjan en el pasado, pero ese pasado también nos ha venido impuesto y lleno de estereotipos culturales, nociones de lo que está fijo y es inamovible. Eso daña, es malo para todos, sobre todo para las mujeres, que sentimos que vivimos en esa camisa de fuerza de las expectativas sociales. Pienso que el miedo es lo que está detrás de todo eso: el miedo ante el hecho de que todos nacemos del cuerpo de otra persona, en este caso, un ser femenino. La cultura se aterroriza ante esta realidad. Dependemos totalmente de ese cuerpo y, en lugar de decir “¡vaya! ¿no es maravilloso?”, la represión y la denigración crean una furia y una rabia que se ejerce sobre el proceso propio del embarazo. Tenemos que reconocer la realidad de nuestra dependencia, que dura la vida entera y que se ve más pronunciada al inicio de la vida. Mucha misoginia y mucha crueldad para con las mujeres, sobre todo para con las madres, nace de ese sentimiento de dependencia. Hay hombres heterosexuales muy obsesionados con demostrar su masculinidad y se resisten ante la dependencia. Una vez lo pensemos en estos términos, que es un debate más amplio culturalmente hablando, hay maneras de salir adelante”.

Desde la muerte de mi madre, me he obsesionado con reconstruir su vida. Y aquí debo decir que cuento con ventaja, pues mi madre lo guardaba todo: sus notas de colegio, los telegramas de su antiguo novio, todas sus nóminas en papel, sus labores de costura… todo lo que quedó alguna vez por escrito y relacionado con su vida. Aunque no pude asistir a la rueda de prensa por un asunto de fuerza mayor, sí pude dejar lanzada una pregunta a Siri, que las responsables de prensa transmitieron a la autora. Cuando una de las responsables de prensa transmitió a la autora “una pregunta desde la revista Mamá Magazine, uy, perdón, MaMagazine”, Siri no pudo contener las risas y yo, al verla unas horas más tarde, también reí con ella. Fue un momento muy divertido y tierno, que dio paso a su respuesta. Hablando de transmisión y omisión, le pregunté qué reconocía en ella como herencia de las mujeres que la antecedieron y que aparecen en su libro. Siri respondió: “Se ha hecho mucho trabajo, estudios de apego se les denomina, en los que se estudian los aspectos relacionales, sobre todo en madres, aunque también han empezado a analizar, por fin, la parte del padre y del bebé. Estos momentos primeros de la vida en que estamos unidos a alguien son muy importantes para el desarrollo ulterior. Llevamos la métrica, la música de esa vida precoz con nosotros. Esos primeros intercambios después se simbolizan, porque después aprendemos a hablar. Tuve mucha suerte con mi madre: la música que ella compuso ha sido lo que me ha mantenido viva siempre. Lo he pensado y lo sigo pensando así: nadie escoge al padre o a la madre. Naces en un mundo, naces rico o naces pobre, blanco o de otro color y, más tarde, la cultura se encarga de ti a partir de ahí. Pero esas conexiones importantes, porque somos muy dependientes, son la música que sonará toda la vida. Es el ritmo que nos llevará por la vida. Y es lo que más tarde da pie a la resiliencia, con el paso del tiempo. La gente puede resarcirse, recuperarse. Por mi parte, tuve mucha, mucha suerte con mi madre”.

Nos encantó ver la sonrisa de Siri al escuchar cuál era el nombre de nuestra revista

En ocasiones hemos hablado de este tipo de estudios que mencionó Siri: ya es innegable el bien que hace a las criaturas el papel de ambos progenitores —hablando de parejas heterosexuales—. El antiguo papel como proveedor de los padres se desdibuja, así como también lo hace la figura materna abnegada desde la incorporación de la mujer al mercado laboral: “Desde mi infancia, creo que se ha producido una revolución en la idea de paternidad en el mundo occidental, quizá entre la clase media, sobre todo. Los padres hoy son más activos, están más implicados y lo que obtienen con ello es que consiguen participar de ese placer, de esa pasión, de esa alegría que significa ser padre; el lujo de ese apego tan profundo, de lo que significa ocuparse de otro ser. Y eso es muy diferente de lo que yo viví como niña. Sin embargo, a pesar de que los padres, ahora, disfrutan de muchos de esos placeres, la cultura sigue haciendo mucho hincapié en la maternidad y el sacrificio que implica. Si eres padre, madre, tienes que entregarte. Hasta cierto punto, te rindes al bebé o muere él. Nos adaptamos a las necesidades de un ser muy dependiente. Y eso es así. Lo que está mal en la cultura es que la crianza se había considerado trabajo de la mujer. Un trabajo ejercido, a veces, en soledad. La madre, sola, era la que cargaba con toda la responsabilidad y eso es erróneo: la sociedad tiene una responsabilidad. Los padres, también. En muchas culturas, además, se vive en familias colectivas, extensas, en las que se ocupan entre todos de la criatura”. 

Mientras avanzamos hacia una sociedad en la que la crianza pueda considerarse una responsabilidad compartida por los agentes sociales, políticos y económicos debemos revisar, también, la manera en la que nos relacionamos en el seno de la familia. Siri habla, entonces, de la empatía: “El comienzo del perdón es ponerte en el lugar del otro, ser el otro tanto como puedas. Hay familias que se torturan, que se llegan a atormentar tantísimo que, a veces, no hay solución, no hay reparación. Vivimos en una cultura muy sentimental, muy bestial y muy brutal. Tenemos la idea sentimental de que el amor lo arregla todo, pero no siempre sucede. A veces no se puede reparar el daño y hay que alejarse de las situaciones venenosas y tóxicas para salvarse uno mismo. Otras veces puedes meterte en la perspectiva del otro y ver la luz, pero no podrás avanzar sin meterte en su piel”.

MADRES, PADRES Y DEMÁS, SIRI HUSTVEDT

La filosofía feminista y las memorias familiares van de la mano en esta nueva colección de ensayos de Siri Hustvedt, una magistral exploración sobre cómo muchas experiencias que damos por sentadas y que que nos definen como seres humanos no son tan inalterables como pensamos, especialmente las relaciones familiares o entre géneros, los abusos de poder o la influencia del entorno en quiénes somos, profundizando para ello en su propia memoria personal, en sus años de formación y en su experiencia como escritora. Hustvedt vuelve a hacer gala de un extraordinario don para comunicar y de un conocimiento interdisciplinario en este volumen que se mueve sin esfuerzo entre las historias de su madre, su abuela y su hija pero también por las las de sus “madres artísticas”, Jane Austen, Emily Brontë y Louise Bourgeois, y de ahí hasta conceptos más amplios, como la experiencia de la maternidad en una cultura moldeada por la misoginia y las fantasías de la autoridad paterna. Es, en defintiva, el viaje de una erudita hacia cuestiones urgentes sobre el amor y el odio familiares, el prejuicio y la crueldad humanos y el poder transformador del arte.

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VICTORIA GABALDÓN

Madre de Julieta y Darío, periodista y escritora. Creadora de MaMagazine, orgullosamente apoyada por una tribu de comadres poetas, escritoras, fotógrafas, creativas, ilustradoras, psicólogas, docentes y periodistas especializadas en maternidad.
Madre de Julieta y Darío, periodista y escritora. Creadora de MaMagazine, orgullosamente apoyada por una tribu de comadres poetas, escritoras, fotógrafas, creativas, ilustradoras, psicólogas, docentes y periodistas especializadas en maternidad.

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