padre terapia

¿TE HUBIESE GUSTADO QUE TU PADRE HUBIERA IDO A TERAPIA?

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“Un espacio de reflexión”, “respeto a la diferencia y aceptación”, “redención, diluir creencias”, “tranquilidad”, “ser más consciente como padre”, “conectar de manera auténtica y positiva con los seres queridos”, “respuestas, certidumbre”, “seguridad” y “paz mental” son algunas de las respuestas que dan los hombres que respondieron a una de las dos preguntas lanzadas desde el Grupo de Paternidad del Instituto Europeo de Salud Mental Perinatal (IESMP) y que se incluyen en un vídeo que recoge distintos testimonios y visiones sobre la psicoterapia desde la perspectiva de la paternidad.  La pregunta era “¿Qué te ha dado la terapia?”. La segunda pregunta lanzada era: “¿Te hubiese gustado que tu padre hubiera ido a terapia?” y todos los hombres que contestaron lo hicieron de manera positiva. Entre las respuestas, “los hombres de su época tuvieron pocas oportunidades para comprender sus emociones”, “ojalá mi padre hubiera ido a terapia” o “me hubiera ayudado mucho”.

Para Javier de Domingo, psicólogo y coordinador del curso de Psicoterapia con Padres del IESMP, es importante visibilizar que la llegada de un bebé supone una nueva organización de roles en la familia, algo que no siempre es sostenido de la manera adecuada, lo que se puede traducir en distintos problemas en la pareja. Para el psicólogo es fundamental hablar de los retos que tienen los padres hoy, siempre desde la empatía y la escucha y nunca desde la culpabilización. Lo mismo apunta David Seguí, psicólogo clínico y docente del IESMP, quien añade que si bien el papel del padre debe ser la corresponsabilidad y el soporte atento en los primeros momentos del nacimiento, aún son muchos los imperativos de género que marcan sus conductas. Y no solo esos imperativos, también la propia educación y referentes paternos marcan el rol de padre.

Esto nos hace recordar el artículo de la psicóloga Marta Giménez-Dasí, De ratones y hombres, publicado en Criar, crear, desear, el Volumen II de nuestra revista en papel:

“Los estudios realizados con ratones muestran que las crías que han recibido muchos lamidos de su madre y de su padre, cuidan mejor de sus crías cuando se convierten en madres y padres. Esto ocurre porque los cuidados tempranos activan un circuito cerebral relacionado con las conductas de cuidado de las crías. Este circuito se activa a los 6 días de nacer y se mantiene sin cambios durante la edad adulta. Si no se reciben estos cuidados el circuito no se activa y el cuidado no se produce o se produce a trancas y barrancas. Y esto se transmite de una generación a otra, de forma que los nietos de ratones sin lamer siguen sin lamer a sus crías.

Los poquísimos estudios que se han hecho con hombres muestran que las hormonas que se disparan en la mujer durante el embarazo relacionadas con el cuidado del bebé —como la oxitocina, la famosa hormona del amor— aumentan en los hombres un tiempo después del nacimiento y su nivel depende de… ¿Lo adivináis? ¡El tiempo que pasen con el bebé! A mayor tiempo con el bebé menores niveles de testosterona y mayores niveles de oxitocina, vasopresina y todo el cóctel que la madre trae de fábrica para, literalmente, enamorarse de su bebé. Cuando a los hombres se les chuta oxitocina de forma artificial se observa un aumento de las conductas de crianza, menor hostilidad hacia el niño, mayor sincronía en la interacción con él y, atención, mayores niveles de oxitocina también en el niño.

Hace algunos años se hizo un estudio en el que se compararon parejas heterosexuales, en las que la madre era el cuidador principal y el padre el cuidador secundario, con parejas homosexuales en las que ambos padres eran cuidadores principales. Las comparaciones hormonales y cerebrales entre madres y padres cuidadores principales no indicaron diferencias, mientras que sí las hubo al comparar con los padres cuidadores secundarios. Los investigadores concluyen que las diferencias físicas que producen la maternidad y la paternidad no son cuestión de sexo sino de tiempo. 

Vuelvo a los ratones. Cuando las crías de ratones viven sin el cuidado del padre se produce un enorme impacto en las crías. Este impacto se traduce en cambios en el sistema hormonal y en la configuración cerebral que dan lugar a mayores niveles de estrés, conductas reproductivas desajustadas y una menor sociabilidad. También se observa que estas crías lamen menos a sus crías cuando se convierten en madres y padres.   

Con estos resultados creo que podemos dibujar la explicación de muchos males. En este país son muchos los hombres que no han recibido los lamidos de su padre y son muchos los hombres que no activan el cóctel hormonal porque no pasan suficiente tiempo con sus bebés. Hace 40 años todo esto no era ningún problema. Hoy sí. La buena noticia es que ya sabemos cómo resolverlo. Algunos investigadores creen que el cuidado paterno humano es una nueva adaptación de la especie, es decir, un mecanismo que se incorpora poco a poco a la dotación genética para mejorar la adaptación y aumentar la probabilidad de supervivencia. Así que la cosa no es menor: padres cuidadores, estáis modificando la especie humana. Creo que Darwin estaría orgulloso de vosotros. Por la parte que me toca, gracias”.

 

El Instituto de Salud Mental Perinatal ofrece formación a los padres a través de seminarios y cursos que pueden tomarse de manera presencial u online y ajustan sus precios al nivel de renta según la clasificación de países del Banco Mundial.

Si quieres más información sobre el Seminario de Psicoterapia con padres, la encontrarás aquí.

Si te interesa el Curso Paternidad y Perinatalidad: padres de bebés, puedes encontrarla aquí.

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VICTORIA GABALDÓN

Madre de Julieta y Darío, periodista y escritora. Creadora de MaMagazine, orgullosamente apoyada por una tribu de comadres poetas, escritoras, fotógrafas, creativas, ilustradoras, psicólogas, docentes y periodistas especializadas en maternidad.

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