Corpórea reúne la poesía que Marta Sanz ha escrito entre 2010 y 2022, desde su obra publicada —poemarios, plaquettes y «esquirlas» de novelas— a dos conjuntos inéditos: Ruinas homenaje perfectamente modernas, textos cohesionados por la reflexión sobre pensamiento y lenguaje, y la visión política y pandémica de Monjitas. Marta Sanz nació en Madrid en 1967. Es doctora en Filología con una tesis sobre la poesía española durante la transición, y colaboradora habitual de medios como El País o Cadena SER. Ha publicado los poemarios Perra mentirosa/Hardcore (Bartleby, 2010), Vintage (Bartleby, 2013; Premio de la Crítica de Madrid), Cíngulo y estrella. Cancionero (Bartleby, 2015) y La vida secreta de los gatos (ilustrado por Ana Juan; Lunwerg, 2020), reunidos y ampliados en Corpórea. Poesía 2010-2022 (La Bella Varsovia, 2022).
También es autora de las novelas El frío (Debate, 1995; Caballo de Troya, 2012), Lenguas muertas (Debate, 1997), Los mejores tiempos (Debate, 2001; Premio Ojo Crítico de Narrativa), Animales domésticos (Destino, 2003), Susana y los viejos (Destino, 2006), La lección de anatomía (RBA, 2008; Anagrama, 2014), Black, black, black (Anagrama, 2010), Un buen detective no se casa jamás (Anagrama, 2012), Daniela Astor y la caja negra (Anagrama, 2013; premios Tigre Juan, Cálamo y Estado Crítico), Farándula (Premio Herralde; Anagrama, 2015), Clavícula (Anagrama, 2017), Amor fou (La Pereza, 2013; Anagrama, 2018) y pequeñas mujeres rojas (Anagrama, 2020), así como del relato Retablo (ilustrado por Fernando Vicente; Páginas de Espuma, 2019). En no ficción han aparecido los ensayos No tan incendiario (Periférica, 2014), Éramos mujeres jóvenes (Fundación José Manuel Lara, 2016) y Monstruas y centauras (Anagrama, 2018; Premio Las librerías recomiendan 2019), el diario Parte de mí (Anagrama, 2021) y los artículos Enciclopedia secreta (edición de María Ángeles Naval; Contraseña, 2022).
Esta entrevista es un precioso regalo de su editorial, La Bella Varsovia.
¿Por qué Corpórea? ¿Qué te ha llevado a reunir tu poesía, tanto la publicada como la inédita?
Por una parte, la necesidad de conversar con un espacio de recepción que quizá asocia mi trabajo solo con la narrativa. Por otra, desvelar la raíz poética de toda mi escritura. Yo empecé escribiendo poesía. Nunca la publiqué. Con más de cuarenta años me di cuenta de que ese modo de aproximación a la realidad, ese descubrimiento de lo real a partir de la extrañeza lingüística, lo inundaba todo. Tuve la necesidad de escribir poemas y compartirlos. Escribir poesía me produce una felicidad inmensa.
¿Crees que la lectura de este libro como un todo revela algo nuevo sobre tu escritura? ¿Hay un nexo común que sirva de hilo conductor a todo el libro?
La materia. La dimensión orgánica de la escritura. Esa metáfora, sencilla y reversible, de que el cuerpo es texto y el texto cuerpo. La memoria. El Barroco a martillazos, no como fórmula preciosista, sino como la perturbadora imagen de un bodegón con las perdices colgadas por las patitas hasta su punto justo de maduración. De pudrición. La literatura como alimento no siempre exquisito. Todo eso está en Corpórea de una manera mucho más radical y violenta que en mis trabajos en prosa.
¿Cuál es el peso del cuerpo, de lo físico, en tu poesía? ¿Hay algo sanador en escribir sobre la enfermedad, sobre la hipocondría, sobre el dolor?
Mientras escribía Clavícula para salvarme de un dolor real, que era producto de la acumulación de una serie de miedos, aprendí que el dolor no es una experiencia íntima. Es pública y compartida. El dolor físico, psíquico y político es la respuesta de nuestros cuerpos contracturados, en eterno conflicto, sobreexplotados, frente a la violencia del capitalismo y sus modos impuestos de interrelación social. La escritura poéticamente autobiográfica, que intenta vertebrar el cuerpo roto por la violencia externa e interiorizada, deja de ser un acto de exacerbación individualista para transformarse en literatura política. Porque lo personal es político y el yo es la primera persona del plural. La sanación a través de la palabra es colectiva. Afecta al común. Me interesa la salud semántica de las comunidades desde la convicción de que en la literatura y muy especialmente en la poesía el cómo se dice es lo que se está diciendo.
¿Desde qué posición abordas la creación poética? ¿Es distinto este proceso al de tus trabajos como narradora o ensayista?
Abordo la creación poética con mucha más ingenuidad que mis ensayos o mis novelas. Me parece que conecto con la parte más salvaje y posiblemente con la más cruel y humorística. Escribiendo poemas me siento como una niña, de apariencia inofensiva, que lleva una navaja en bolsillo para rebanar la esclerótica de las autoridades. Mido menos las consecuencias de mis actos. Y me da igual. Aunque también te digo que esa actitud anti-autoritaria es la que me lleva a hibridar géneros y a romper las expectativas cuando supuestamente los practico: me gusta escribir novelas que suenan a poesía y deben ser leídas con lentitud en la época de la prisa y los dedos deslizantes, y poemas que se ríen a mandíbula batiente de lo sagrado y la cursilería. Exabruptos.
Como poeta, ¿cuáles han sido para ti las lecturas más decisivas, las que más te han acompañado en tu proceso creativo?
Las jarchas, San Juan de la Cruz, los sonetos de Góngora, Lorca, César Vallejo, Alfonsina Storni, los poemas satíricos de Dorothy Parker, Ana María Moix, las letras de Radio Futura y de La cabra mecánica. Violeta Parra. Puede que la manera de cantar de Janis Joplin. Ojalá.
Estos poemas surgen del cuerpo. Del cuerpo en relación con una misma y con la identidad propia, también con los demás: y por aquí asoman el amor y el sexo y el deseo, la familia, la otredad, el tiempo que transcurre y se nos marca. Surgen del cuerpo como fisicidad del pensamiento, planteándose la necesidad —la utilidad— de la escritura, la lectura como el símbolo de la interpretación, y aquí la ideología: la ideología, sobre todo. Y a la vez surgen de una escritura fiera y radical: «No quiero perder a mi animal./ Que no se vaya», nos advierte Marta Sanz.
«Quiero para mí el enervante afán, la valentía de ir a fondo que solo tienen los autores bestiales como ella.» (Leila Guerriero, El País)
«Propone en cada publicación una dosis de riesgo en la que, sin embargo, siempre retumban notas comunes. Con un dominio absoluto del lenguaje, regala piezas soberanas. (…) Su poesía hace ruido, es ensordecedora y tremendamente combativa.» (Rocío Niebla, ctxt)
«Poesía rebosante de originalidad, frescura y una asombrosa capacidad de sorprender al lector en cada poema.» (Acta del jurado del Premio de la Crítica de Madrid 2013 por Vintage)