CUANDO LA MATERNIDAD ES LA RENUNCIA

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En el Volumen III de MaMagazine dedicamos varias páginas a recoger los testimonios de mujeres que han renunciado a la maternidad por diversos motivos. Como todos no cabían en la revista en papel, hemos querido plasmar aquí algunos de los testimonios que no pudimos publicar o que merecían más extensión. Gracias de nuevo a todas las mujeres participantes por prestarnos su voz y sus palabras.

 

Silvia Barba: «Los roles clásicos siguen más que presentes en nuestra sociedad y las mujeres que optamos por otras formas de vida lo notamos constantemente»

«No recuerdo un momento exacto en el que me diese cuenta de que no deseaba ser madre, no he tenido algo así como una catarsis al respecto. Supongo que en mi cabeza, como en la de muchas mujeres, desde niña la idea de vida preconcebida era la de casarme y tener hijos y conforme fui creciendo y aprendiendo de la vida fui alejándome paulatinamente de esa idea. Tal vez podría decir que, cuando empecé a verlo más claro y hablar abiertamente de mi deseo de no ser madre fue poco después de romper con mi pareja durante 4 años, que había dado por hecho que nos casaríamos y tendríamos hijos. Estos no fueron los motivos de la ruptura per se, pero tiempo después me di cuenta de que esos nunca habían sido mis deseos, sino que más bien me había dejado llevar un poco por la marea de “lo normal” y como en la época en la que estaba en la relación (de los 20 a los 24 años) era aún muy joven para planteármelo en serio, lo dejaba pasar. 

A mis 24 años, me mudé a la ciudad de la que era entonces mi pareja y ahí ya comencé a notar cómo la gente comenzó a percibirme de manera distinta: habíamos pasado de ser una pareja de novios jóvenes a un proto-matrimonio. El trending topic tanto de él como de la gente que nos rodeaba eran los planes de futuro: X años en piso, luego comprar la casa, boda e hijos. Tal vez un apartamento en la playa y alguna escapada de fin de semana. Recuerdo que la frase que más repetí por aquel entonces era “tengo 24 años” en una necesidad de reivindicar una juventud que sentía que me estaban robando. Una vez que salí de esa relación y comenzar a vivir por mi cuenta tomando mis propias decisiones, comencé a abrir los ojos respecto a otras formas de vida: conocí a personas adultas que había optado por otras opciones y estas empezaron a generarme más paz al pensar en mi futuro. 

Mi situación económica, sentimental, social y/o familiar evidentemente afecta a esta decisión, o eso creo. Yo, como la mayoría de mujeres de mi generación (actualmente tengo 27 años) hemos crecido en un entorno de crisis e inestabilidad económica, he tenido diversos trabajos y aún a día de hoy me encuentro bastante perdida cuando pienso en mi futuro laboral. Aun así me siento una excepción en mi entorno, ya que tengo una casa a mi nombre, en una buena ciudad y puedo decir que no me falta de nada, pero ciertamente no podría permitirme económicamente traer un hijo al mundo y darle la calidad de vida que me gustaría si fuese el caso. Por otra parte, después de 4 años de soltería, hace muy poco que he empezado a pensar en que estoy preparada de nuevo para tener una relación, pero habiendo alcanzado tal nivel de calidad de independencia ya me parece una hazaña tremenda encontrar a un hombre con el que encajar mi vida como para plantearme si encontraría a alguien con el que compartir semejante responsabilidad. 

Con esto quiero decir que no es que reniegue de la maternidad de una manera negativa, sino que me parece una responsabilidad tremenda que no debe tomarse a la baralá y, ya que en mi caso no es un deseo, ni está en mi lista de prioridades vitales, no creo que optase por ella si no considero que no existen las condiciones óptimas para ello. ¿Optaría por la maternidad si tuviese un compañero de vida en quién confiase plenamente y una estabilidad económica aceptable? A día de hoy creo que aún así no, pero es verdad que probablemente la puerta estaría más abierta. 

La presión por ser madre creo que, como todo problema social es multifactorial, pero no debemos dejar de hablar de la influencia del machismo y el heteropatriarcado en estos temas. Los roles clásicos siguen más que presentes en nuestra sociedad y las mujeres que optamos por otras formas de vida lo notamos constantemente. Tengo amigos hombres que afirman no querer ser padres y cuando sale la conversación, nadie les objeta lo más mínimo, en cambio, no recuerdo una vez que yo haya expresado mi deseo de no ser madre y no me hayan replicado con un “aún eres muy joven para saberlo” o “ya cambiarás de opinión”. Resulta irónico que mis amigas que sí desean ser madres no sean “demasiado jóvenes para saberlo” y nadie crea que van a cambiar de opinión. Porque su opción es válida y “normal”; la mía, un delirio de juventud.  

Al igual que a las “no madres”, a las mujeres solteras siempre se nos han presentado como “fracasadas”, las solteronas, amargadas ya que por contraposición el “éxito” de una mujer se ha definido siempre por su familia. Una mujer con marido e hijos se ha realizado como mujer. Hace muy poco que esta imagen ha empezado a virar y nos han empezado a presentar a mujeres independientes como exitosas, hace muy poco que se habla de otras formas de éxito en la vida de una mujer, pero aún estamos en pañales.  Supongo que lo que tenemos que decir las mujeres que optamos por la no maternidad no es más que una respuesta a esto último; nuestras decisiones son igual de válidas que las que eligen ser madres, el éxito vital es lo que tu elijas que sea, no lo que pre establezcan los cánones de la sociedad. No somos ni más ni menos exitosas que las madres, todas somos mujeres que tomamos decisiones y eso nunca debería ser cuestionable, lo que sí debería serlo es la presión a la que nos vemos sometidas para tomar una de las dos opciones».

Ana Belén del Palacio: «Tras seis abortos, decidí rotundamente no volver a intentarlo, ni ser madre»

Ana Belén tiene 46 años y es empresaria. «Llevo trabajando desde los 19 años. Soy positiva, creativa, luchadora, competitiva, con unos valores muy arraigados de lucha y superación. Me encanta sacar mi empresa adelante, me encanta vivir y disfrutar de todos los placeres que hay en la tierra. Me encantas el olor a  tierra mojada, los atardeceres, la buena compañía, la comida rica, el deporte, el mar , la montaña y los paisajes verdes… Me encantan la música, las conversaciones enriquecedoras, la gente que aporta y una de las cosas que más valoro en la vida es la libertad.

Estuve casada e intenté, por supuesto, tener hijos. Hubo un tiempo en el que la llamada de la maternidad era muy fuerte a pesar de que mi trabajo, mi forma de vivir y mi cabeza me decían que no. Sí que es verdad que, en cuanto me casé, sentí una presión social por tener hijos que no había sentido antes. Me dediqué a la única cosa que quería y a la que, de alguna forma, me sentía obligada: ser madre sin importarme el resto. Tuve 6 abortos y, finalmente, decidí rotundamente ni volver a intentarlo ni ser madre. Fue una de las decisiones más duras que he tomado, pero en este momento de mi vida, la mejor. No por ser madre te sientes más realizada como mujer, también hay otras muchas formas de desarrollarte que son súper satisfactorias. Me veo disfrutando de mi vida, de mi tiempo y de todo el esfuerzo que he hecho por llegar hasta aquí. Mis expectativas de vida no son sacar a nadie adelante, ni pagar colegios, ni estar preocupada 24 horas por una personita; mi vida se ha convertido en un viaje, amigos, deporte, relax, en hacer lo que quiero, cuando quiero. No os imagináis lo que agradezco hoy en día no haber sido madre y los millones de beneficios que tiene no serlo, sobre todo cuando llegas a una edad en la que tienes las cosas claras, recursos y tiempo.

A todas esas millones de mujeres que pueden tener la frustración de no haber podido se madre les digo que no todo es eso, que puedes tener una vida super plena, rica y feliz, que hay otras posibilidades de vivir, de realizarte y que si sacas el lado positivo de la situación, ves que tiene millones de lados. Me encanta los niños y hubiera sido una madre excepcional; conozco perfectamente el dolor que se siente al ser mujer y no dar vida a un ser humano, la frustración, la pérdida y la tristeza que se siente en la profundidad de tu ser. Es algo que no se puede explicar, pero también os digo que en este momento no cambio mi vida por un hijo ni de broma. Todos mis viajes, todas la personas que he conocido, todos los momentos que he vivido, y todo lo que me queda por experimentar. La libertad que tengo es el mayor regalo que me ha hecho la vida. Y no la cambio por nada»

Eva García Anguix: «¿Es un delito no usar todos los dones que traemos? ¿Es la maternidad un don?»

Eva es terapeuta floral, astróloga y reflexóloga podal: «En cuanto a mi experiencia personal, puedo hablar desde lo percibido muy en bruto. Principalmente, porque nunca lo sentí, es algo que nunca pasó ni por mi cabeza, ni por mi cuerpo ni por mi imaginario en ninguna etapa de mi vida. Ausencia total. Supongo que por eso no he pensado jamás temas prácticos ni valorado la existencia o no de apoyos familiares y/ó sociales. Tampoco tuve nunca, ni de lejos, una idealización del asunto de ser madre, al contrario: me enfocaba más en lo “duro y exigente”. Tal vez al tener durante tantos años sensación de rechazo hacia mi madre—que nos tuvo a los tres dedicada a ello por completo—, pudo influir en mi no deseo de serlo yo. Y ahora que llevo unos meses en que la regla comienza a retirarse, tampoco me ha sobrevenido nostalgia de algo que ya no podrá ser, ni revisión interna de ese tan claro no deseo de maternidad, sentido toda mi vida.

Sentí a mi propia madre, como mi primera figura referente, como alguien incompleto, torpe, inadecuado, débil, alguien del que me avergonzaba. Nunca he sabido si esos sentimientos y percepciones nacían de mi al 100% o influenciados por la relación con mi padre que fue algo turbia y que me marcó profundamente en su visión del mundo a nivel político, social, científico y filosófico, así como en su pobre percepción de las mujeres como seres bellos o no bellos, y poco más. En mi infancia, en mi relación con amigas, cuando expresaban su anhelo de tener hijos —no se hablaba, entonces, del deseo de ser madre sino de cuántos hijos se pensaban tener—, me sentía radicalmente distinta. Las veía convencionales, no sabían lo que estaban diciendo, me parecía que solo seguían los pasos que se supone esperaba de ellas como mujeres. Ninguna me transmitía un deseo genuino, profundo que yo valorase. En todas la etapas de mi vida, casi siempre fui la única que expresaba que no quería ser madre, nunca he tenido dudas. En los últimos años, a través de amigas que han sido madres, he podido acercarme un poco más a esa experiencia, produciéndome un profundo miedo y sensación de algo fallido en mi, quizá, anhelo de caricia y una intuición del amor como abismo.

 Podría decir que lo económico, desde luego no ha sido lo que ha hecho renunciar a la maternidad. No porque nade en la abundancia, sino porque creo que si la pareja es sólida lo demás es secundario. En cuanto a lo político y lo social, aunque tampoco las siento como razones de peso, si que es cierto que han ido trayendo una melodía decepcionante, que aunque no quieras escuchar como única ni verdadera, a veces se impone. Estoy bastante convencida, al 99%, de que tampoco hubiera sido madre en el hipotético caso de tener una pareja con mucho amor y en la que él si lo hubiera deseado. Cuando pienso en ese 1% posible es porque cuando me uno a alguien, en cualquier formato, tengo tendencia a desplazarme de mí, creo que porque mi centro siempre me ha parecido muy estratosférico, y suelo pensar “hey, quizá por aquí  también haya un camino, más centrado, más normal”. En mi caso, lo sentimental creo ha sido lo más importante. A veces pienso que si hubiera tenido una pareja estable, con mucho amor entre nosotros y  con un claro deseo de tener hijos por su parte, eso podría haber influido en que albergara dudas y que al menos me cuestionara la idea de ser madre

 Creo que hay un trasfondo de elegir la maternidad para escaparse de una misma. Me explico: una puede escaparse de una misma de mil maneras, pero si elige la maternidad, ese “abandono” queda más justificado ante una misma y ante la sociedad. Creo en la libertad personal de decidir qué quiero hacer o no hacer, en este viaje que es la vida. Creo en el camino individual, auténtico, que de forma casi espontánea no se valida a través de referentes.

¿Es un delito, no usar todos los dones que traemos?

¿Es la maternidad un don?

¿Puedo, simplemente, salirme del tiesto y jugar en otro sitio?

¿Quién espera de mí que sea madre y por qué?

¿Puedo observarte a ti, madre, con objetividad?

¿Alguna vez podré amar a alguien más que a mis hijos no tenidos?

¿Sabré del misterio de la vida y la muerte sin ser madre?

 

Hazte con el Volumen III de MaMagazine (en papel o en digital) para conocer los testimonios y opiniones de Andrea Toribio (editora), Alaine Agirre (escritora), Silvia Fernández (bibliotecaria), Patricia Millán (librera), Mónica Martín, Eva Mengual (editora), Sonia Reyes (tatuadora), Virginia Riezu (actriz), Alicia Rubio (actriz), Mónica Rojo (estilista y especialista en marketing digital), Miriam San Juan (ingeniera agrónoma) y Gloria Labay (matrona y creadora de la plataforma La vida sin hijos).

 

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VICTORIA GABALDÓN

Madre de Julieta y Darío, periodista y escritora. Creadora de MaMagazine, orgullosamente apoyada por una tribu de comadres poetas, escritoras, fotógrafas, creativas, ilustradoras, psicólogas, docentes y periodistas especializadas en maternidad.

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