He visto la película Blonde y me gustaría compartir contigo que yo me identifico con Marilyn porque también tuve una madre esquizofrénica. Yo también corrí asustada en la noche, huyendo de ella en pleno ataque esquizoide. Yo tampoco conocí a mi padre biológico y tampoco tuve de él más que una foto en blanco y negro. Sufrí abusos sexuales y abortos espontáneos. Utilicé mi sexualidad para buscar al padre, a lo masculino protector, a lo masculino cuidador. Con nefastas consecuencias tal y como relato en 30 Años Follando, el libro que estoy escribiendo por capítulos en Instagram. Pero a mí me salvó mi abuela. Que estaría fatal de lo suyo, pero me dio un hogar cuando hui del mío. Y me salvó mi hermano, con su ejemplo de masculinidad amable, inteligente, amorosa.
Pero yo no estoy aquí hoy para hablaros de mí, ni tampoco de Marilyn. Yo lo que quiero es hablaros de la película, porque esa película que acabé de ver ayer retrata una sociedad en la que existen dos patrones relacionales: el cazador y la presa. Una sociedad en la que ni lo masculino ni lo femenino están en su lugar. Una sociedad enferma, colonialista, racista, sexista y todos los “istas” posibles. Y no me digas que esa es la naturaleza del ser humano, porque siempre han existido y EXISTEN (bien escondidas porque, si no, las matan) sociedades en las que las personas viven su sexualidad como lo que es: fuerza de vida y de alegría. Sociedades en las que las mujeres tienen relaciones con diversos hombres para quedarse embarazadas y que sea el mejor semen el que sea tomado por el óvulo. Sociedades en las que los hombres paternan a todas las criaturas de la tribu sin importar vínculos biológicos. Sociedades no violentas, sociedades libres.
En ellas, la madre de Marilyn hubiese elegido su maternidad. Y desde luego no se hubiera quedado sola maternando a Norma Jean, ni se la hubiese juzgado y condenando por ser madre soltera. Sociedades en las que Norma Jean hubiese crecido segura, amada y libre de violencia sexual. No hubiese necesitado pasarse la vida buscando lo que no tuvo en su infancia y que es el derecho de todes les niñes: amor y seguridad. En las constelaciones familiares dicen que una madre loca puede ser también una persona que canaliza toda la toxicidad para que las siguientes generaciones puedan brillar. Se dicen muchas cosas, pero lo que a mí me interesa hoy aquí y ahora es que podemos crear un mundo nuevo juntes. Porque el ARTE abre campos morfogenéticos, es decir, genera mundos nuevos. Esos mundos nuevos existen en el mundo de las ideas y, si existen en el mundo de las ideas, hay más posibilidades de que existan en la realidad. Por eso, te invito a utilizar tu creatividad para generar esos nuevos mundos, aunque sea solo en el campo morfogenético. Yo también tuve que buscar la palabreja en Google, no te cortes. De hecho es un concepto de Rosario Hernández Catalán, amiga y referente*. Porque el relato de 30 Años Follando no va a acabar con el suicidio de su protagonista como en Blonde, no. El final va a constituir un proceso de sanación, individual y colectiva, de lo femenino y lo masculino. Ese es el poder del arte. Está ahí para eso. Por eso escribo libros, doy clases de arte y feminismo y organizo acciones con mis alumnes. Juntes es más fácil.
Así que manos a la obra.
* Rosario Hernández Catalán es la autora del prólogo de mi libro Maternidades Subversivas (Txlaparta 2015) y también del catálogo de mi instalación Un hombre aparece muerto.
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