aprender a ser salvajes
(C) Inés Durán

CARL SAFINA: APRENDER A SER SALVAJES

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Pensar que aquí no estamos solos es algo que deberíamos hacer muchas veces al día y que muchos no hacemos, sobre todo los que habitamos espacios urbanos. Sin embargo, es algo que tienen muy claro los habitantes de los entornos rurales y quienes viven en contacto estrecho con la naturaleza.

Es justo ella, la naturaleza, la que se encarga de darnos estos bofetones de humildad en forma de virus y tsunamis, en forma de terremotos, desprendimientos y otras vicisitudes. Y somos nosotros, los humanos, los que seguimos creyéndonos los dioses del planeta, los que intentamos frenar los efectos de lo que nosotros mismos causamos con esta incapacidad manifiesta nuestra de pensar que no, que no estamos solos en este mundo y que deberíamos pensar en los que nos sucederán.

Otra cosa que me molesta profundamente es pensar que la raza humana es la única raza inteligente. Que somos los únicos animales capaces de desarrollar un lenguaje y una cultura propias, cuando lo que estamos desarrollando, al mirar solo hacia adelante y no hacia atrás y hacia los lados es una ignorancia intolerable. Carl Safina (Nueva York, 1955) sabe esto porque no solo lo intuye, sino que lo estudia, argumenta y demuestra. Él es uno de los mayores expertos en el estudio de la relación que desarrollamos los seres humanos con los animales y ya dio buena cuenta de ello en su anterior trabajo Mentes maravillosas. Acaba de publicar Aprender a ser salvajes, un precioso libro en que acompaña a investigadores de campo en su observación de cachalotes en el Caribe, guacamayos rojos en el Perú amazónico y chimpancés en Uganda. A través de estas expediciones, Safina nos explica cómo los animales tienen la capacidad de comunicarse, de reconocer a los miembros de su familia, de establecer estrategias conjuntas para la supervivencia o el por qué la belleza es una manera de perpetuar la vida. Todo esto a modo de recordatorio para los lectores: nosotros también somos animales, de hecho, somos los animales más extremos de todos, capaces de crear y destruir, de ser compasivos y crueles al mismo tiempo.

En Aprender a ser salvajes, Car Safina analiza cómo los cachalotes son capaces de reconocer a los miembros de su sociedad y descartar a otros como ajenos —y esta capacidad solo se ha observado en los seres humanos, aparte de en los cachalotes. También habla de la belleza: “sea cual sea la razón evolutiva profunda, los impulsos superficiales mueven nuestros comportamientos. El aspecto es superficial pero, a menudo, es lo único que nos importa” y explica este razonamiento a través de la observación de los guacamayos rojos. Especialmente dura para mí es la tercera parte de este libro, dedicada a las estrategias con las que los chimpancés se procuran la paz, pues debo reconocer que me costó mucho leer sobre los comportamientos de estos animales, a veces muy extremos —sobre todo, de violencia contra las crías pero también de cómo algunos chimpacés no aceptan la muerte de sus crías y las portan durante semanas aun muertas—, que quizá me afecten más porque los reconozco más cercanos a los humanos.

Antes de ofrecerte esta entrevista con Carl Safina, me quedo con una de sus reflexiones al final del libro:

“La vida es nuestra pequeña parte del universo que toma las riendas de su propio destino. Y la vida ha escogido, de maneras muy reales, llevar a cabo actos aleatorios de belleza. No toda la vida, ni todo el tiempo, pero, desde que comenzó este viaje asombroso, esta tendencia a existido: la vida ha creado una capacidad de percepción que se siente como belleza y luego ha buscado sin cesar cosas bellas (…) Convierte nuestro mundo viviente en algo más que un accidente cósmico de la física y la química: en un milagro. Pero milagroso no significa seguro”.

 

¿Cómo surgió tu amor por los animales y qué pasos diste para dedicar tu vida a la investigación y la divulgación?

Cuando era un niño vivía en un apartamento en el que mi padre criaba canarios. A los siete años, empecé a criar palomas en el patio. Mis padres me llevaron al zoo, al acuario y al Museo de Historia Natural. Mi padre me llevó a pescar. A los nueve años, viajamos a las montañas durante un mes, en un bosque cerca de un lago. Todas estas experiencias me pusieron en contacto con los animales. Estaba fascinado por los animales y el misterio de los lugares salvajes. Seguí una trayectoria educativa que me enseñó a estudiar los animales salvajes y a trabajar por la conservación del medio ambiente. Tras quince años de vida laboral, empecé a escribir un libro. Ahora he publicado diez libros, muchos artículos, doy clases y me piden con frecuencia que dé conferencias. Todo esto suena como si fuera un plan, pero en realidad era un paso que llevaba a otro, sin saber nunca a dónde me llevaría. Me ha llevado hasta aquí, hasta ahora.

¿Cuáles son tus especies favoritas y por qué? ¿Cuáles te gustan más y cuáles menos?

¡Muchas! Demasiadas para enumerarlas. Muchas aves, especialmente albatros, charranes, halcones, búhos, cuervos; elefantes, lobos, ballenas; muchos peces, especialmente -supongo- el salmón, los marrajos y el atún rojo. Y todo sobre los arrecifes de coral. Y las selvas tropicales. Las únicas especies que me gustan “menos” están relacionadas con las enfermedades. Las garrapatas. Y los microbios causantes de enfermedades. No me gusta el Covid.

¿Qué lecciones deberíamos aprender, como humanos, de los animales?

A vivir en cualquiera de los millones de formas de vida de los animales que han demostrado poder continuar durante millones de años sin destruir el mundo que nos rodea. De los elefantes y las orcas, aprender la importancia de la devoción a la familia. De los chimpancés, lo importante que es para la comunidad tener habilidades para reconciliarse tras las disputas. De los lobos machos, a no abandonar nunca a su familia. De los perros, todo; amor, devoción, protección, perdón, diversión. A veces siento que los perros se han convertido en las personas que desearíamos ser.

¿Cuál es la lección que no olvidarás?

A vivir en el mundo sin dañarlo y el proceso de que la vida es posible. Los humanos han olvidado cómo: necesitamos reinventar una existencia inofensiva.

¿Tienen cultura y sentimientos los animales?

“Los animales” son todo, desde los corales y las esponjas hasta las ballenas y los seres humanos. Una enorme variedad de animales muestra todos los indicios de ser conscientes de su entorno y de tener emociones. Un conjunto mucho más pequeño confía en la cultura para aprender las respuestas a la pregunta de cómo vivimos en este lugar, qué es la comida, cómo la conseguimos, qué evitamos, qué es peligroso, dónde vamos en verano y en invierno; cosas así.

¿Cómo has vivido este última año de situación pandémica?

Tenía que hacer tres viajes intercontinentales y muchas conferencias; todo se canceló. Pero la gran coincidencia fue que habíamos criado una pequeña lechuza huérfana que decidió quedarse en nuestro patio después de ser liberada. Consiguió una pareja salvaje, y en nuestro patio hicieron todo su cortejo, su luna de miel y criaron tres crías. Los observé diariamente durante dos o tres horas por las mañanas y de nuevo por las noches, y tomé notas detalladas. Ahora estoy escribiendo un libro sobre ellos. Así que tuve mucha suerte de poder seguir teniendo buenas experiencias y de trabajar y escribir en un mundo al revés. Lo peor del año para mí fue la situación política en Estados Unidos.

¿Se ha visto afectada tu labor de investigación y divulgación?

Toda la divulgación ha pasado a ser online, pero ya iba en esa dirección desde hace años; toda la docencia ha pasado a ser online, lo cual es nuevo. Todas mis charlas, que eran presenciales, ahora son online, y echo de menos conocer e interactuar con la gente y firmar libros. Y no me pagan por hablar desde casa con el ordenador. Pero, como he dicho, soy muy, muy afortunado y estoy agradecido de haber podido seguir trabajando y, sobre todo, de que yo y mi familia nos hayamos mantenido sanos.

¿Cómo ha afectado el cese de la actividad humana a los animales y al medio ambiente?

Al principio, las cosas estaban más tranquilas, mucha gente oía más pájaros y más animales llegaban a las ciudades. Pero eso fue sólo temporal y ya esa parte ha vuelto a la “normalidad”, es decir, al ruido y a la actividad.

En tu libro, dices: “La vida ha elegido, de manera muy real, realizar actos aleatorios de belleza”. ¿Cuáles son tus favoritos?

Los colores, los penachos y los cantos de los pájaros, y por supuesto las flores y su aroma. La mayoría de estas bellezas están relacionadas con el sexo. Pero eso es una entrevista diferente.

APRENDER A SER SALVAJES, CARL SAFINA

Durante siglos se ha creído que la cultura es estrictamente una hazaña humana. ¿Y si no es así? Los genes no son el único factor que hace que nos convirtamos en quienes somos. La cultura también es una forma de herencia. La cultura almacena información importante, no en el acervo génico, sino en la mente. ¿Qué sería de las distintas especies y de los individuos que las componen si los mayores no transmitieran conocimientos y habilidades como dónde encontrar agua y alimento, en quién nos podemos apoyar y quién nos puede hacer daño, cómo se organiza nuestra comunidad, cómo comunicarnos a través de la palabra, del canto o de los gestos? ¿Cómo nos adoptaríamos a los cambios constantes de nuestro entorno si nadie nos transmitiera nada? Carl Safina, como ya hizo en su anterior libro Mentes maravillosas, vuelve a fascinarnos y a expandir nuestra comprensión del mundo que nos rodea, esta vez a través de tres culturas de seres distintos de los humanos en algunos de los lugares salvajes que todavía quedan en la Tierra. Muestra cómo si eres un cachalote, una guacamaya roja o un chimpancé, también experimentas tu vida con la comprensión de que eres un individuo en una comunidad particular. Todos ellos pueden cuidar a sus crías, admirar la belleza o negociar la paz entre grupos y ser distintos de sus congéneres. Al mostrar como otros seres enseñan y aprenden, y lo que ocurre constantemente más allá de la humanidad, Safina ofrece una visión privilegiada de la vida en nuestro planeta, y ayuda a responder a una de las preguntas más urgentes para los humanos: ¿con quién estamos en este mundo?

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2 respuestas

  1. Muy bien todo, pero eso de que sólo los cachalotes y los humanos son capaces de reconocer a los miembros de su sociedad y descartar a otros como ajenos es una patinada enorme. Cualquier especie de hábitos sociales es capaz de hacer tal cosa, desde las ovejas hasta las hormigas.

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VICTORIA GABALDÓN

Madre de Julieta y Darío, periodista y escritora. Creadora de MaMagazine, orgullosamente apoyada por una tribu de comadres poetas, escritoras, fotógrafas, creativas, ilustradoras, psicólogas, docentes y periodistas especializadas en maternidad.
Madre de Julieta y Darío, periodista y escritora. Creadora de MaMagazine, orgullosamente apoyada por una tribu de comadres poetas, escritoras, fotógrafas, creativas, ilustradoras, psicólogas, docentes y periodistas especializadas en maternidad.

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