Valencia es la tierra de las naranjas, del sol y del mar. También es la tierra de las flores, de la luz y del amor. Y un destino súper asumible para pasar un par de días en familia por sus buenas comunicaciones y la calidez de su ciudad.
Si tienes un fin de semana y ganas de disfrutar de buen tiempo, anota Valencia entre tus destinos predilectos. Una ciudad vibrante, que ha sabido evolucionar mirando a la riqueza de su costa, que lucha por mantener y hacer brillar barrios tradicionales como El Cabanyal, que se erige en destino para los amantes del diseño y que es ideal para ser recorrida tanto en bicicleta como a pie.
Viernes.
Imaginemos que llegas a Valencia en tren. Vas a alojarte en un hotel céntrico, como el Jardín Botánico Boutique, en el popular barrio de El Carmen. Toda una declaración de principios: quieres descubrir el centro de Valencia y sus barrios más icónicos a pie. El barrio es uno de los puntos calientes de la actividad cultural de la ciudad y, desde aquí, todo está relativamente cerca: visitas imprescindibles como la Catedral y sus alrededores, el Mercado Central y su ineludible cubierta, tiendas de diseño y segunda mano y cafeterías estupendas.
Hay muchos sitios para comer en Valencia, tanto en el casco como en la playa. Pero te proponemos un plan más allá de la comida: coge un coche (o transporte público) para recorrer la antigua carretera de la “ruta del bakalao” (CV-500), que te llevará hacia El Palmar, pasando por la Albufera valenciana. La Albufera es uno de los humedales costeros más representativo y valioso de la Comunidad Valenciana, que en 1986 fue declarada Parque Natural. Allí encontrarás multitud de restaurantes en los que degustar unas sabrosas clóchinas, el típico guiso all i pebre o tu arroz favorito. El Palmar está rodeado de canales por los que los pescadores transitan con sus barcas, usadas tradicionalmente para pescar y también para dar paseos por el lago.
Además de encontrarte con alguna de las típicas barracas valencianas podréis observar la gran cantidad de aves que pasean por los arrozales, privilegiados habitantes o visitantes asiduos del parque natural.
Volvemos a Valencia. ¿Buscas un parque original? Pues lo tienes. En el antiguo cauce del río Turia encontrarás al gigante Gulliver, famoso personaje creado por Jonathan Swift, tendido en el suelo e inmovilizado con cuerdas, dormido tras alcanzar la costa de Liliput después de que su barco naufragara. Todo el gigante está cubierto de toboganes, escaleras y rincones, para que los niños se conviertan en los liliputienses del cuento.
¿Un sitio para merendar o cenar? No dejes de probar la repostería casera de La más bonita. Tienen varios locales en Valencia y, además, ofrecen rutas en bici para que puedas disfrutar, entre visita y visita a cada uno de ellos, de algunos de los lugares más emblemáticos de la ciudad.
Sábado.
Seguro que has oído hablar del barrio de El Cabanyal. Este barrio es uno de los símbolos de la lucha y la resistencia vecinal. Desde 1998 (fecha en la que se constituyó la primera plataforma Salvemos El Cabanyal-Canyamelar-Fin de Francia, que se oponía a la destrucción de parte del barrio para que el Ayuntamiento pudiese llevar a cabo la prolongación de la Avenida Blasco Ibáñez), los vecinos siguen luchando para que uno de los barrios más pintorescos de la ciudad, buscando una rehabilitación integral que le permita un desarrollo sostenible, racional y respetuoso con sus características humanas, sociales, históricas y arquitectónicas. A día de hoy, sigue la lucha contra la degradación en un entorno privilegiado, que vive de cara al mar y que lucha por conservar su personalidad marinera. Pasear por sus calles es descubrir inesperados ejemplos de modernismo popular, mosaicos de colores, baldosas y caótica belleza.
El despertar del barrio se traduce en la llegada de nuevas propuestas culinarias y culturales, como la Fábrica de Hielo o el Teatre El Musical. La playa del Cabanyal es una extensión de arena fina y dorada que linda con la más popular playa de la Malvarrosa. Ambas playas son perfectas para unas horas de juegos, mar e incluso paella en alguno de sus restaurantes.
Hemos hablado del Mercado Central de Valencia, pero pocos mercados hay tan bonitos como el Mercado Colón, ejemplo de rehabilitación de espacio teniendo en cuenta su pasado. A la vez que las obras de rehabilitación avanzaron se fueron encontrando fotografías antiguas y testimonios de los antiguos vendedores en los que se pudo ir constatando pérdidas de motivos ornamentales, como las ristras de ajos de la portada de Jorge Juan o los remates de los cupulines de la misma fachada, que se fueron completando para poder devolver a sus orígenes a este edificio, bandera del modernismo en Valencia.
Domingo.
Si el tiempo no acompaña para pasar el día en la playa, pasar el día en la Ciudad de las Artes y las Ciencias es un buen plan. Además del Oceanogràfic, donde las belugas son las auténticas estrellas, el Museo de las Ciencias esconde en su interior un impresionante péndulo de Foucault y un montón de actividades que rompen con el cliché de museo para ver-y-no-tocar, pues quizá sea uno de los espacios en los que más pueda el visitante experimentar, participar y vivir la ciencia en primera persona.
Antes de volver a casa vuelve al centro de Valencia. Es un buen momento para dar un paseo por Ruzafa, antiguo barrio árabe de la ciudad y, desde hace algunos años, epicentro de la vida social valenciana. Galerías de arte, librerías y cafeterías se dan la mano en un barrio vibrante. No dejéis de visitar su Mercado, un ejemplo de brutalismo que sorprenderá a grandes y pequeños por su colorida fachada.
