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CAROLINA GASCA Y SUS MAYORES SONRISAS

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Carolina Gasca (Zaragoza, 1981) tiene un hijo, Miguel. Tiene una sonrisa constante, casi imborrable. Y, además, tiene un montón de abuelos. Literalmente. Porque Carolina es la directora del centro de día Mayores Sonrisas. Este centro no es un centro cualquiera: es el resultado de un proyecto elaborado con cariño, mucha dedicación y la experiencia acumulada a lo largo de diez años trabajando con los mayores. Carolina lo imaginó y lo mejor de todo es que pudo llevarlo a cabo.

Su innovadora idea de un centro de mayores fue, además, una iniciativa premiada: Carolina ocupó el tercer puesto, en 2019, en el Premio Emprendedor Joven Más Competente con este proyecto, seleccionado entre más de 1.000 iniciativas distintas -South Summit es el mayor evento anual del sur de Europa sobre emprendimiento e inversión, en el que las ideas más originales y miles de startups se encuentran con inversores-.

El valor añadido de este centro de día es que no solo se vela por la atención en la higiene, aseo, alimentación y necesidades primarias de las personas mayores, sino que también se busca conseguir el bienestar emocional de los usuarios para que estén más alegres, contentos y tengan ganas de vivir. Con una sonrisa tan contagiosa como la suya, el centro no podía llamarse de ninguna otra manera. Y perdonad que insista en lo de la sonrisa de Carolina, porque si fuera una marca y tuviera que elegir un eslogan a su campaña, sin duda votaría por “Carolina, sin dejar de sonreír desde 1981“. Lo sé bien, porque he pasado mi infancia cerca de ella. Lo afirmo sin dudas porque hemos compartido colegio desde bien pequeñitas.

Y cuando ves a alguien que hace de su mayor virtud un logro para mejorar la vida de las personas que tiene alrededor, no puedes sino rendirte al orgullo, aplaudir la valentía y alegrarte con todo el corazón de que a Carolina le den premios, porque se los merece todos.

MI TRABAJO ANTES DE SER MADRE

Mi trabajo antes de ser madre era el mismo que ahora… pero podía desarrollarlo sin interrupciones. La gran diferencia consiste en que ahora me cunde mucho menos. Por ejemplo, no puedo empezar y terminar un email sin tener varias interrupciones entre medio. O, de repente, mi hijo apaga el ordenador dándole al botón de la torre, o  no sé dónde está y es que ha salido del despacho… Tengo que tener mil ojos y muchísima más concentración, cuando por fin tengo algo de tiempo, para poder hacer todo en el menor tiempo posible.

Creo que ese es el cambio más significativo en mi trabajo desde mi maternidad: la dificultad de trabajar de forma continuada.

LA HUELLA DE MIGUEL EN MI TRABAJO

La presencia de mi hijo en el centro favorece muchas emociones positivas por varios motivos: es un niño muy alegre y sonríe a todos los usuarios (no en vano, desde que nació los ve a diario). Y lo bueno es que carece totalmente de prejuicios. Es decir, sonríe por igual todos los días a todas las personas, sin saber si ese día el usuario viene más triste o más enfadado o más contento. Él no lo sabe y actúa siempre igual. Y que entregue ese afecto con sinceridad, sin mediación alguna, ayuda al bienestar del usuario. De hecho, hay abuelas que han dicho que tenían un mal día hasta que lo han visto y les ha cambiado el ánimo. Además despierta ternura con sus monerías: da palmas, hace los “cinco lobitos“, contesta a todas las preguntas con “sí” (sea cual sea la pregunta) y eso les hace mucha gracia… Es muy llamativo ver cómo va por el centro y los abuelos le llaman la atención para que se acerque a ellos. A veces, me recuerda a los sanfermines cuando pasan los toros (risas). Y otro aspecto positivo de la presencia de Miguel es que, en muchas ocasiones, es el tema de conversación de los usuarios. Y es siempre por algo bonito. Porque lo ven cambiado, porque es muy gracioso, porque… mil cosas. Pero siempre algo positivo. Y eso impide temas de conversación más tristes o pesimistas.

LO MEJOR Y LO PEOR DE LA MATERNIDAD

Lo mejor, sin duda, es el amor. Es una sensación incomparable. No hay otro amor como el que siente una madre por su hijo. Y a partir de ahí todo lo demás: lo inmensamente feliz que me siento con él, la modificación en mi escala de valores, el sentimiento de responsabilidad, la entrega absoluta… Lo peor es el miedo. Sobre todo, durante sus primeros meses de vida. También es un miedo que no he sentido nunca antes. Miedo a que le pase algo. De hecho, al principio soñaba cosas terribles relacionadas con que desaparecía.

LA MATERNIDAD QUE DESEAMOS

En el centro de día hay usuarios que nacieron durante la guerra. Sus madres dieron a luz donde estaban en ese momento y como mejor pudieron en ese momento. En un contexto de miedo. En ocasiones, sin la compañía de su marido, que estaba batallando. Sin las adecuadas condiciones sanitarias y, a veces, sin suficiente alimento. Ahora tenemos más libertad que antes para elegir cómo criar a nuestros hijos. En mi opinión, la diferencia es que ahora que tenemos la seguridad vital de la que carecían nuestros antepasados, buscamos la libertad a otro nivel. La seguridad más básica la tenemos (alimentación, higiene, etc) y queremos ser libres en otros aspectos de la crianza. Y en ese punto creo que influyen mucho las expectativas. Creo que debemos tener claro qué queremos conseguir y a dónde queremos llegar. Y asumir que toda elección tiene sus pros y sus contras. Siempre que eliges un camino estás renunciando a otro. En mi opinión no es tanto que la sociedad no apoye la crianza como que en la sociedad prima demasiado la excelencia. Y esto convierte cualquier iniciativa en una competición por ser el mejor. Creo que ése es el problema, porque da pie a que aparezca la frustración. Porque la maternidad exige mucha dedicación, mucho esfuerzo y mucho tiempo. Con la incorporación de la mujer al mundo laboral, tal y como está hoy en día la sociedad, la mujer debería elegir entre ser una trabajadora competente o una madre entregada. Pero vuelvo al tema de las expectativas y de ser consciente de lo que implica una u otra elección. Optar por un camino u otro es libre. Cada persona decide qué es prioritario en su vida. Debemos reflexionar sobre qué maternidad, qué vida laboral, qué vida en familia, etc… queremos. Y asumir las consecuencias que la elección conlleve. Hasta ahora no existía posibilidad de elección porque la mujer no trabajaba fuera de casa. El hombre no se dedicaba apenas a la crianza y la mujer no se dedicaba al entorno laboral. En ese sentido creo que ahora las mujeres somos más libres, podemos elegir entre más opciones.

MAYORES SONRISAS, UN CENTRO DIFERENTE

Mayores Sonrisas se diferencia del resto por la forma en la que trabajamos. No es tanto lo que hacemos (que al final es un centro de mayores) sino cómo lo hacemos. El ambiente que se respira en el centro es lo que marca la diferencia. Somos una plantilla muy alegre, con mucha espontaneidad, y somos muy cercanos. Es que nos gusta lo que hacemos. Por eso transmitimos optimismo, positividad, entusiasmo… Creo que nuestro punto fuerte es que trabajamos muy bien las emociones. Sabemos detectar muy bien los estados de ánimo y desde ese conocimiento podemos reforzar lo positivo o trabajar por mejorar lo negativo, consiguiendo así el bienestar que deseamos. Y no me refiero solo al estado anímico de los usuarios sino también al nuestro. Porque tengo muy claro que según cómo estamos los trabajadores, estarán los usuarios. Si nosotros estamos bien, al final conseguiremos que ellos estén bien. Y al contrario, si nosotros estamos nerviosos o tristes, habrá un ambiente tenso y negativo en el centro.

EL DÍA A DÍA EN UN CENTRO DE MAYORES

Mi día a día en Mayores Sonrisas es en general bastante llevadero. Mi trabajo consiste en atender las demandas de los usuarios, sus familias y mis compañeros de trabajo. Y ahora también las de mi hijo. Y me siento cómoda respondiendo a todos ellos. Por otra parte reconozco que tengo un equipo de trabajo que facilita mucho mi labor y respetan muchísimo mi faceta de madre en el centro. Siempre he dicho que gracias a ellos Mayores Sonrisas es lo que es, y ahora también añado que ellos son el pilar que sostiene mi maternidad en el ámbito laboral. Hay muchas más sonrisas que lágrimas pero también hay momentos tristes. Compartimos muchas emociones con ellos, nos confían sentimientos muy íntimos e inevitablemente se crean unos lazos que nos unen de forma muy especial. Por eso sentimos mucho las despedidas, especialmente, claro, si son por fallecimiento. Nos duele separarnos de ellos. Pero exceptuando ese momento vivimos el día a día con mucha alegría, con optimismo y con energía. Y también con cariño, con respeto y con mucha empatía.

MÁS PARECIDOS DE LO QUE PENSAMOS

Gracias a mi particular situación (directora en un centro de mayores y madre de un niño al que traigo al trabajo todos los días desde su primer mes de vida) he podido comprobar que se dan situaciones idénticas entre unos y otro pero con interpretaciones totalmente distintas. Porque mientras uno va de cara a la vida, los otros llevan toda una vida a sus espaldas. Para los dos, nosotros somos sus referentes. De nosotros necesitan que les cambiemos los pañales, que les llevamos en una silla con ruedas, que les acompañemos cuando caminan porque les damos seguridad (aunque los dos de vez en cuando se caen), que les demos apoyo para la comida (y los dos tienen pocos dientes), y sobretodo los dos necesitan mucha atención y mucho cariño. No dormimos con ellos porque somos un centro de día pero por lo que me cuentan los familiares sospecho que, igual que mi hijo duerme muy tranquilo sabiendo que estoy allí con él, los mayores dormirían mejor (y quizá necesitarían menos medicación para tranquilizarlos) si durmieran acompañados. Pero este último punto no lo he podido contrastar, es solo una impresión.

ENTRE EDADES

Es muy bonito poder vivir esas situaciones que se generan cuando se juntan unos y otros. En el centro fomentamos mucho los encuentros intergeneracionales porque son muy gratificantes para todos: los protagonistas (primera y tercera edad) y los organizadores (segunda edad) como espectadores. Creo que hay necesidades que unos y otros solo van a poder satisfacer en este tipo de encuentros. Lo que un niño puede llegar a transmitir es exclusivo de esa etapa de la vida (lo que hablábamos de la ternura, falta de juicios, etc). Lo mismo que lo que uno de nuestros usuarios puede aportar a los niños (experiencia, amor sin obligaciones, etc). Creo que en la primera edad se tiene un potencial tremendo, como una energía infinita contenida en un cuerpo pequeño, que a su paso va dejando una estela de vida. Y en la tercera edad se tiene una serenidad especial que se consigue cuando contemplas la vida desde arriba, desde una perspectiva de calma, de dejar atrás una lucha por sacar adelante tu vida y la de tu familia, … Esa tranquilidad solo la tienen ellos.

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2 comentarios

  1. La idea de optimizar las vidas de personas mayores añadiendo Sonrisas a los cuidados e higiene con la presencia de un niño encantador solo puede ocurirsele a una persona absolutamente excepcional. Este maravilloso reportaje y entrevista a Carolina Gasca es ejemplarizante porque debería ser leído por todas las personas que trabajan con mayores en las residencias estatales privadas o fundacionales. Yo pienso difundir la entrevista en Extremadura donde la Fundación Maimona ejerce un liderazgo en innovación en todos los sectores de la sociedad

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VICTORIA GABALDÓN

Madre de Julieta y Darío, periodista y escritora. Creadora de MaMagazine, orgullosamente apoyada por una tribu de comadres poetas, escritoras, fotógrafas, creativas, ilustradoras, psicólogas, docentes y periodistas especializadas en maternidad.
Madre de Julieta y Darío, periodista y escritora. Creadora de MaMagazine, orgullosamente apoyada por una tribu de comadres poetas, escritoras, fotógrafas, creativas, ilustradoras, psicólogas, docentes y periodistas especializadas en maternidad.

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