Y la necesitamos ya. Necesitamos más voces alzadas contando las cosas que nunca se atrevieron a salir por nuestras bocas. Por la vergüenza, por la culpa, por la herencia cultural. Necesitamos esa mala leche, la misma que se te pone cuando descubres que, cuando eres madre, frecuentemente te ponen entre la espada y la pared, entre el desarrollo profesional y la maternidad. Necesitamos voces que nos cuenten que ese no es su caso: mujeres que desarrollan su carrera porque han encontrado en sus parejas al cuidador principal de la cosa doméstica y de la crianza. Y qué gusto da cuando las encontramos. Por eso, fue un gustazo toparme con Henar Álvarez (Madrid, 1984) y con Nani, su alter ego en la novela gráfica La Mala Leche, publicado recientemente y que cuenta con la frescura y el descaro del discurso de Henar y con las maravillosas ilustraciones de Ana Müshell.
Este libro es brutal, desde la primera página hasta la última. En este libro, la maternidad es el contexto y el deseo el asunto principal. Cuando leo libros como La Mala Leche, veo motivos para la esperanza, veo pasos de gigante. Veo el éxito de la escritura de las mujeres. Veo nuestro mundo, narrado por nosotras. Veo la valentía, veo dejar atrás muchas rémoras, entre ellas la dicotomía puta-estrecha. Veo que nos hemos quitado dioptrías desde que nos hemos puesto las gafas violetas del feminismo. Veo pasos adelante, sin escuchar los gritos, las miradas por encima del hombro y los cuchicheos de los que se quedan detrás. Me veo a mí en varias de las escenas propuestas. He sentido esos deseos y también esas frustraciones. Y creo que, como yo, muchas de nosotras podemos sentirnos reflejadas en los anhelos de Nani, en sus dudas, en sus transgresiones. Aplaudo su valentía, la manera de quitarse las culpas de encima a través de estas letras.
Henar Álvarez se ha puesto delante de los micros y de las cámaras con el mismo coraje con el que se ha puesto detrás tantas veces, escribiendo guiones. Este era su trabajo antes de ser madre y, afortunadamente, es su trabajo después de serlo. Estamos de suerte, ¿no? Si algo ha demostrado Henar es que ha venido para quedarse. La avalan sus monólogos, sketches, vídeos virales y los miles de carcajadas que provoca en sus oyentes y espectadores, y ser también el estandarte de esa nueva ola del humor que la comedia española andaba tanto tiempo buscando. Lo que nadie duda es que Henar es una creadora nata y todoterreno, algo que en ella surge de manera natural y sin pretensiones cuando son los personajes femeninos quienes cogen la batuta del humor y pasan de ser objetos a sujetos.
Si quieres saber más sobre la faceta maternal de Henar, cómo pasaron el confinamiento en casa ella, su pareja y su hijo Otto de 4 años, cuáles son los -sobrados- motivos que le llevaron a publicar esta gamberrísima novela gráfica y cómo lleva su familia todos esos “mira lo que dice la niña”… no dejes de leer esta entrevista.
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