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CRISTINA PINEDA: “LAS MADRES SOMOS PODEROSAS. ES EL GRAN VIAJE”

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Cristina Pineda es una valiente mujer de letras. La primera vez que la vi quedé fascinada: posee una de las miradas más expresivas que he tenido el placer de admirar, un tono de voz pausado y una fortaleza oculta que se adivina cuando una sabe a qué se dedica: Cristina es la editora de Tres Hermanas Libros y la mujer que nos ha acercado los Diarios de Virginia Woolf, las Cartas de Sylvia Plath o las de las seis hermanas Mitford. Solo fuerte y delicada a la vez puede ser una editora que ha luchado por un catálogo tan reconocido y reconocible a la vez. Además de textos inéditos de grandes autoras, Cristina se esfuerza por apoyar el talento de nuevas plumas como las de Laura Riñón Sirera o Esther Ginés, entre otras muchas.

Tres Hermanas Libros es su editorial. Tres son sus hijos, también: Mateo Scott, de 14 años, Sophie Rose, de 13 y Daniel, de 7. Ser editora, emprendedora madre, asumir estos tres papeles y no morir en el intento es, cuanto menos, admirable. En esta entrevista, Cristina habla de sus orígenes como editora, de la tradición familiar que la precede y de las dificultades de ejercer, como mujer y madre, uno de los trabajos más bellos del mundo.

¿Cómo era tu trabajo antes de ser madre? ¿Y después? ¿Sufrió cambios significativos?

Antes de ser madre era editora y antes, traductora y profesora de idiomas, como Cristina Guzmán, la de Carmen de Icaza y donde está el origen de mi nombre. No es que comulgue con su ideología, pero mi abuela leía este serial. Antes de ser madre, leía por las tardes y no miraba el móvil. Paseaba por el Retiro y por el Jardín Botánico, iba al cine, hablaba por teléfono, visitaba a mis amigas en otras ciudades. Trabajaba sin descanso, casi 14 horas al día. Ahora trabajo cuando todos duermen. Me levanto al alba para entregar a imprenta los archivos. Contesto a mis autores a horas intempestivas. Charlo con mis distribuidores del otro lado. Leo los manuscritos que he decidido editar y los que han pasado la criba de mis lectores de confianza.

La maternidad me cambió. También la no-maternidad. Antes de tener a mi primer hijo, mientras trabajaba jornadas maratonianas, sufrí un aborto espontáneo. Mi ginecóloga me aconsejó no raspar y expulsar de modo natural el embrión. Y eso hice, a costa de mi salud mental y de un sinfín de visitas al hospital para supervisar que todo iba bien, rodeada de gestantes cuando yo no lo era y creí que no iba a serlo nunca. Nunca dejé de trabajar, ni siquiera el día que aborté con la contraindicación del médico, ni de atender mi trabajo en una editorial ni mis clases en una academia a alumnos que tenían que presentarse a los exámenes oficiales. De aquella época recuerdo una debilidad y una tristeza inabarcables. Todo cambió cuando nació Mateo. La felicidad ha sido ver nacer a mis hijos. Al tercero me lo llevé a librerías y entrevistas a cuestas. También dejé de contestar a muchas cuando creé mi sello por falta de tiempo material. Entre nosotras también nos desprestigiamos por ser madres y ocuparnos de nuestros hijos. Algunas piensas que mientras parimos y criamos no podemos pensar y es el momento de pasar por encima. En absoluto. Las madres somos poderosas. Es el gran viaje. 

¿Qué es, para ti, lo mejor y lo peor de la maternidad?

Lo mejor de la maternidad son los hijos, por supuesto: su dulzura, su amor, su crianza, su fragilidad, sus enseñanzas. Dar vida es un acto de generosidad para que sientan y atraviesen la vida con todo el dolor y la gloria. La maternidad no tiene por qué ser una carga, aunque me habría gustado no tener el deseo de ser madre desde que era pequeña. El amor de una madre hacia su hijo es un amor incondicional. Dar a luz es un momento rutilante, de eclosión, es como cuando una flor nace y se abre.

Lo peor es la responsabilidad que implica acompañarles en el vuelo. Cuando eran pequeños, sobre todo los dos hijos de mi primer marido, el cansancio me dejaba poco tiempo para leer: el agotamiento de criar a dos hijos con 14 meses de diferencia. Menos mal que, por entonces, no había emprendido todavía. Y ahora que son adolescentes yo debo acompañarles en el despegue y transformación de su cuerpo y emociones en un momento en que nadie se ocupa de las mías. Hay algo que reivindico y es la gran capacidad de las madres por sacar su trabajo adelante. La maternidad no merma ni el intelecto, ni el esfuerzo ni la ilusión. Durante la crianza renunciamos a tantas cosas… Por no hablar de la vuelta al trabajo. Cuando en la oficina alguien tira la leche que te acabas de sacar porque piensa que debe de ser inservible o te espera a la salida del baño después de haber utilizado el sacaleches porque el ruido no le parecía normal. Supongo que esas cosas se habrán normalizado a estas alturas.

¿Cuál es el germen de tu editorial? ¿Cómo surgió y hacia dónde va?

El germen de mi editorial está en la biblioteca de mi madre, en mi anhelo desde niña de ser escritora. Y al aliento de mi padre. Él me prestó las alas para volar. Fue arquitecto técnico y tuvo su propia empresa. Él sabía que tenía que emplear mi talento en algo provechoso, aunque nunca me animó explícitamente a seguir el camino de mi madre, también editora, sino el mío propio. Como no tengo el tiempo para sentarme a escribir ni un cuarto propio, prefiero vislumbrar el talento de los demás. La lectura sí es mi consuelo y mi salvación. De eso sé bastante. La idea de crear un sello de literatura se gestó en mi cabeza en Copenhague, con la nariz metida en los libros en los que investigaba para mi tesina sobre las mujeres invisibles, las que sufrieron cómo sus historias eran usurpadas por los hombres y su pen-writing. Entiéndase el término pen como un hipocorístico de pennis y sabremos por fin por qué se les arrebató el talento a las mujeres y se les atribuyó la característica congénita de la enfermedad, la locura y la histeria. Pensé que tenía que dar voz a nuevas mujeres y también a hombres que respetasen el don adquirido o innato de las mujeres. Seguimos ese rumbo, nos dirigimos hacia la excelencia y hacia una vocación fundamental de trascender con nuestro catálogo y nuestro elenco de autores. Nuestra intención es ahondar en la literatura extranjera, ya que llevo muchos años publicando a autores noveles o españoles y no he alcanzado todavía el respeto de la crítica. Desde aquí agradezco a las lectoras y lectores que sí nos han permitido dirigir el timón. En su mar y sus lecturas queremos recalar como fin último. Ellas y ellos dan sentido a todo esto. También agradezco a tu revista su labor principalmente cultural.

Ahora quiero reforzar las nuevas voces y las que tienen menos oportunidades, pero despliegan talento y seguir haciendo pequeñas incursiones en la literatura infantil y juvenil.

¿En qué momento te diste cuenta de que querías ser editora de libros?

Cuando veía a mi madre corregir y deambular por los pasillos del museo Reina Sofía (ella fue la primera Directora de Publicaciones y la que armó el departamento) con sus galeradas a cuestas. Primero quise ser editora de libros de arte, pero para evitar estar siempre a su sombra, tremendamente alargada, quise editar ficción. Ahora también publico ensayos divulgativos de arte y de esa manera, le rindo homenaje.

¿Cómo definirías el trabajo de una editora?

Mi trabajo consiste en agudizar el olfato ante el talento y en atesorar lecturas, seguir leyendo sin cesar ni desvanecerme. Leo mucho por la noche, cuando mis hijos duermen y continúo leyendo hasta su primer desvelo o pesadilla. Editar significa generar cultura, que es una labor muy femenina, aunque somos pocas las mujeres editoras, empresarias y madres. Como mucho, conozco editoras dueñas de su editorial con un hijo o a punto de tenerlo. Editar es tener una mente clara y lúcida para intuir el éxito de un libro. Ser editora es poner todo mi talento al servicio de mis autores y de sus textos.  Ser editora es también un acto de generosidad.

¿Se asemeja, de alguna manera, el trabajo de edición a un embarazo?

Creo, según dicen, que tener un hijo o gestarlo se parece mucho al proceso de escritura. Yo lo asocio más al momento de romper aguas, breaking the waves, ese instante maravilloso que precede al nacimiento, a la materialización del deseo y del alimento desde el vientre materno. Soy un poco madre de todos mis autores, sobre ellos extiendo el manto del cuidado. Como una madre, quiero lo mejor para ellos y hago todo lo que está a mi alcance para potenciar su obra. También les evito disgustos, la crítica desfavorable y procuro no generarles inquietud. Quiero que se sientan orgullosos de mi labor y que me perdonen mis errores.

 

TRES LIBROS DE TRES HERMANAS LIBROS PARA COMENZAR EL AÑO

cristina pineda

Hay en los relatos de este libro una melancolía que se respira en cada escena. Una melancolía limpia, que llega a nosotros con frases como el olor del pan de mi tierra, con la añoranza en el exilio, con aquel sabor de las rosquillas de anís, con la ternura y a veces tristeza con la que nos llegan los recuerdos. Una melancolía reconfortante a veces, la de la adolescencia y la infancia, la de las amistades juveniles y los primeros amores. Y también la que llega con la nostalgia del pasado, de la casa donde crecimos, de los padres ahora ya mayores, del tiempo que pasa.
Parades siempre ha demostrado un especial interés por el universo de la mujer, por adentrarse en su sensibilidad, en su percepción de la realidad y de los afectos, en su compromiso vital cotidiano. Y todo eso aparece también en este libro, este libro cuya literatura se nutre precisamente de eso, de lo cotidiano, lleno de detalles, imágenes, destellos en la niebla de los días que consiguen hacerse un hueco en la memoria del lector.

cristina pineda

Un granjero en el fondo del mar con cola de pez vivía en el fondo del mar y cultivaba verduras, judías, pepinillos y algas para comer. Alrededor de su casa crecía un jardín de anémonas de coral amarillo rosa y blanco. De lo que más orgulloso estaba era de sus peces vaca. En el fondo del mar cazaba leones marinos, lobos de mar y tiburones, pero nunca pececillos a los que liberaba de sus redes, dejándoles escapar.

Un día descuidó su granja. ¡Menos mal que sus amigos del mar acudieron al rescate! Incluso los pescadores tuvieron que abandonar el lugar donde se encontraba la granja porque… ¡Ya no había peces! De esta manera, ya no podían ser cazados. De lo felices que fueron, celebraron bailes y festejaron y, a partir de entonces, ayudaron al granjero por siempre jamás. Él, gracias al cariño de todos sus peces, disfrutó de una merecida paz en su jardín donde crecían las clavelinas y las anémonas de mar.

cristina pineda

Tres generaciones de mujeres, dos continentes y un apasionante viaje lleno de historias y aventuras. Mayka está a punto de cumplir cuarenta años cuando emprende un viaje de España a California, con su marido Óscar y su hijo Leo. Poco a poco irán adentrándose en el American way of life y su «eterno verano», pero descubrirán que no es oro todo lo que reluce en el «estado dorado», ni en sus apacibles vidas.

Para superar sus miedos, dudas y contradicciones, Mayka tendrá que reencontrarse con el pasado, revisar sus conflictos con la maternidad, reconciliarse consigo misma y recuperar su identidad. Se apoyará en los lugares y mujeres que han marcado su vida y en nuevos paisajes y amistades que influirán en su nueva forma de estar en el mundo.

Un divertido y emotivo viaje en el espacio y en el tiempo, lleno de luces y sombras, culturas y contrastes, entre lo rural y lo cosmopolita, la tierra y el mar, las raíces y los sueños.

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VICTORIA GABALDÓN

Madre de Julieta y Darío, periodista y escritora. Creadora de MaMagazine, orgullosamente apoyada por una tribu de comadres poetas, escritoras, fotógrafas, creativas, ilustradoras, psicólogas, docentes y periodistas especializadas en maternidad.
Madre de Julieta y Darío, periodista y escritora. Creadora de MaMagazine, orgullosamente apoyada por una tribu de comadres poetas, escritoras, fotógrafas, creativas, ilustradoras, psicólogas, docentes y periodistas especializadas en maternidad.

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