Y, de repente, fracasas. Con estrépito. Llegas desde otro mundo, no pulsas el ánimo de tu peque, fuerzas una conversación y destrozas los puentes establecidos para comunicaros. Y al cabo del rato, se te ilumina un nuevo camino que no era el planeado. No había que hablar, había que jugar.
intuición fallida
mira que intento enseñaros la intuición
: entre risas, pretendo que aprendáis
a distinguir, con detalles sutiles
, entre alguien fiable y
alguien que no lo es
, o señalar las siete diferencias que van
de una persona amable
a otra de gesto torcido
; pues a veces soy yo
quien no aprende la lección
: no intuí que no querías hablar
no percibí que preferías jugar
; ‘no es el momento, papá
’, te faltó decir
. vine como un ñu en estampida
con la cabeza urgente de datos
queriendo contabilizar tus heridas
pretendiendo enumerar tus emociones
; obviamente, no lo conseguí
ahora puedo decir que
‘no era el momento, hijo
’. tuvieron que pasar dos horas
, ahí caí en la cuenta
: mi cuerpo y el tuyo andaban ya
para comunicarse de otra manera
: sin duda, jugando a la pelota
y la única pregunta que cabía hacerse era
: ¿con la roja o con la negra, hijo
? ‘de eso sí es el momento, papá
’.