Impedimenta: 13 años, 13 libros.
Hace pocos días vi un chiste gráfico sobre números que me hizo gracia:
Sé que mucha gente es triscaidefóbica. No es mi caso. De hecho, el último martes y trece que hemos vivido hace poco me trajo un par de buenas noticias y convirtió en ese temido día, sin esperarlo, en un día maravilloso. Tampoco lo es Enrique Redel, editor de Impedimenta. En una conversación hace pocos días, nos confesamos amantes de los gatos negros (¿recordáis la maravillosa Soy un Gato de Natsume Soseki?), de los 13 y de los martes que lo acompañan. Este 2020 tan inesperado que estamos viviendo es, además, el año en el que la editorial Impedimenta cumple 13 años. Desde 2007, su misión es editar lo más valioso de la literatura clásica y hacer de los títulos modernos futuros clásicos. En sus propias palabras: “recuperar y redescubrir aquellas obras literarias esenciales para poder disfrutar de nuestro largo camino como lectores: obras que se lean, que se disfruten y que se guarden“.
Quien conoce Impedimenta sabrá que, al hacerse con un libro suyo, no encontrará una lectura complaciente, pasatiempos, para llenar huecos o para distraerse, no: la literatura que nos ofrece y cómo se edita responde a algo muy visceral, en ocasiones muy crudo, que apela a las emociones y a poner en nuestras manos libros con la capacidad de emocionarnos (y aquí caben sentimientos de todo tipo).
Desde MaMagazine queremos felicitar y homenajear a Impedimenta por sus 13 años de vida. También darles las gracias por la importantísima labor editorial que llevan a cabo en su día a día —ya reconocida con un Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)—. Y queremos ir un poquito más allá, saciar nuestra curiosidad con algunas preguntas a su editor, Enrique Redel que, además de contestarlas, nos ofrece la selección de los 13 imprescindibles de Impedimenta.
¡Por muchos años más!
¿Cuál es el germen de Impedimenta?
La idea de Impedimenta, de lo que es Impedimenta, una editorial de fondo, especializada en clásicos modernos y en ficción contemporánea, en su mayor parte traducida, llevaba años rondándome la cabeza, casi desde que fui consciente de que era editor. Tras varios años trabajando como editor en varios sellos independientes, y como lector y asesor para agencias, en 2007, junto con mi mujer, Pilar Adón, decidí fundar una editorial basada en tres principios: un catálogo muy selectivo de autores —y sobre todo autoras— que consideraba claves en mi canon como lector, una imagen estética exquisita y un respeto estricto por la cadena de valor del libro, basado el las buenas prácticas editoriales. Abandoné el último proyecto editorial en el que estaba trabajando, y del que de hecho fui socio fundador, Funambulista, y en septiembre de 2007 empezó su andadura Impedimenta. La idea de la editorial estaba ya clara en sus inicios: libros de leer y guardar, más que de usar y tirar, y un concepto de la edición como larga carrera de fondo, a largo plazo, construyendo un catálogo sólido más que buscando éxitos momentáneos.
¿Por qué elegisteis Impedimenta como nombre?
La “impedimenta” era la mochila, el bagaje que los legionarios romanos llevaban en sus campañas. Era una carga pesada (de unos treinta y treinta y cinco kilos), que les hacía ir más lento, pero todo lo que llevaban era imprescindible. Si prescindían de algo de lo que llevaban era posible que murieran en la batalla. Me gustaba mucho esa imagen, porque uno, a lo largo de su vida, lleva a su espalda un bagaje de libros del que no se desprende cuando te mudas, libros que nunca dejas atrás, libros que se convierten en compañeros de por vida, que han marcado momentos de tu existencia. Por otro lado, concibo que la buena literatura es la que te hace mella, la que se te mete en el interior, la que te hace ser el lector que eres. Y la que te marca el ritmo. En una cultura del consumo rápido, el libro te hace ir más lento, te marca el ritmo. Nos pareció una metáfora perfecta de un catálogo hecho con paciencia.
¿Alguna anécdota confesable que os apetezca compartir?
Prefiero quedarme siempre con las anécdotas buenas. Cada día en la editorial es en cierto modo una aventura. Uno tiene un plan marcado, una agenda, citas, tareas, pero siempre se cruza algo que, a la media hora de haber empezado, te obliga a rehacer toda tu jornada, y a reorganizar el flujo de trabajo del equipo. Al final, lo que queda es el contacto con algunos escritores a los que admiras profundamente, y cuyos encuentros te marcan de por vida. Rescataría uno: la primera vez que conocí en persona a la escritora guadalupeña Maryse Condé (que este año a punto ha estado de llevarse el Nobel tras haber sido Nobel Alternativo en su momento). Habíamos quedado en Barcelona, para la promoción de “Corazón que ríe, corazón que llora”, un volumen prodigioso en que narra su infancia en la isla de Guadalupe, con una madre a la que adoraba y cuya figura marcó toda su vida. Maryse, una de las mujeres más bravas y brillantes que conozco, desde hace muchos años, está muy enferma y por eso solo habíamos podido quedar en Barcelona (ella vive en sur de Francia). De hecho, apenas puede ver ya, está atada a una silla de ruedas, y le cuesta muchísimo comunicarse. Aun así, su mente sigue siendo tan brillante como siempre. Recuerdo el reto de las entrevistas, que ella afrontaba con una valentía increíble, de los traslados, de la presentación en La Central, con el periodista cultural Xavi Ayén, en la que, durante casi tres cuartos de hora, con su habla sincopada, temblorosa, nos habló de su concepto de la verdad, de la familia, de la maternidad. Absolutamente inolvidable.
¿Cuál es la relación entre Impedimenta y las figuras materno/paterno/filiales?
Las relaciones familiares conforman una parte importante de nuestro catálogo. Es un tema que nos interesa desde el punto editorial porque nos obsesiona como lectores. Algunos de los libros que han marcado nuestra historia como editores exploran este tema: desde la relación disfuncional de Aleksy con su madre enferma en “El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes” de Tatiana Tibuleac, hasta la descripción de una infancia antillana marcada por una madre tan estricta como adorada en la reseñada “Corazón que ríe, corazón que llora”, de Maryse Condé (que tiene su continuación en “La vida sin maquillaje”, continuación de esas memorias de Condé, en la que ella afronta esta vez su propio papel como madre —un poco negligente, ciertamente), pasando por “Un padre extranjero” de Eduardo Berti (dolorosamente autobiográfica) o “Un buen hijo”, del Pascal Bruckner, en el que el autor francés relata la relación con su tiránico progenitor. Casi diría que las relaciones entre padres, madres, hijos e hijas es uno de los grandes temas de la literatura. Imposible hurtarse a él.
La ilustración, de Daniel Matías, nos muestra al equipo de Impedimenta: Arriba están Enrique Redel (Director Editorial) y Pilar Adón (Editora y Escritora). Y abajo, de izquierda a derecha: Laura Morán (Comunicación y Corrección), Andrea Toribio (Editora de Mesa), Daniel Matías (Diseñador y Maquetista) y Estíbaliz Díaz (Administración).