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MÁS SANOS EN 4 PASOS.

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Más sanos en 4 pasos.

No sé a ti, pero a mí me da la impresión de que estamos viviendo más rápido de lo que podemos soportar. Sobre todo, en las grandes ciudades. Atascos. Prisas. Un tiempo extraordinario invertido en llegar a nuestros lugares de trabajo. Jornadas que nunca acaban, porque en este país (España) está mal visto (salvo honrosas excepciones) que los trabajadores tengan vida propia cuando llega el fin de su jornada y se premia calentar la silla. Poco tiempo para dedicar a nuestros hijos. Poco tiempo para perdernos en pensamientos más elevados. Y, desgraciadamente, poco tiempo para adoptar prácticas de vida saludable.

¿Soy nutricionista? No ¿Experta en medio ambiente? Tampoco ¿Psicóloga, quizás?
Negativo. Solo soy una ciudadana con dos ojos en la cara, soy una madre que debe procurar la mejor vida posible para sus hijos, sin ánimo de ser gurú de nada, y confiando en que es posible mejorar algunas de nuestras rutinas diarias para poder alcanzar un estilo de vida más saludable. Es cuestión de ordenar prioridades y subir peldaños poco a poco.

 

COME COMIDA REAL

Y eso, ¿cómo se hace? – Evitando, en la medida de lo posible, adquirir alimentos procesados. Tenemos a nuestro alcance, cada vez más cerca, maravillosos alimentos frescos, orgánicos y de temporada (bendito boom de las fruterías y panaderías que trabajan la masa madre). – Cocinando en casa cuando sea posible. Así sabrás de buena tinta lo que comes y reducirás el consumo de grasas. – Come más frutas y verduras. Si tienes hijos, sabrás que muchos de ellos tardan años en aceptar frutas y verduras con gusto. Yo suelo hacer que me acompañen a la frutería y elijan la fruta que quieren comer. Recuerda que los vegetales también pueden estar presentes en salsas, sofritos y en las preparaciones más básicas de la cocina. – Equilibra el consumo de grasas y proteínas. Son básicas y esenciales para el desarrollo cognitivo y muscular en los niños. Y esta condición no varía aunque seamos adultos. – Limita todo lo posible el consumo de azúcar. El azúcar procesado no es nutricionalmente necesario para nuestro cuerpo. De hecho, es dañino (y no solo por la proliferación de caries). Los carbohidratos se encuentran de manera natural en cereales y frutas, por ejemplo.

RESPIRA AIRE LIMPIO

Las medidas antipolución que adoptan los ayuntamientos no son una manera de estropear el día a los conductores: son necesarias para evitar muertes prematuras y mejorar nuestra calidad de vida, sobre todo en entornos urbanos. Podemos pasar, quizá, dos semanas sin comer. Pero a duras penas soportamos dos minutos sin respirar. – Sucede que, en ocasiones, el aire que respiramos en nuestros hogares puede estar más contaminado que el que respiramos fuera. Revista los ingredientes de los limpiadores y detergentes que usas, pues pueden reducir la calidad del aire que respiras. – Ventila todos los días tu casa. 5 minutos al día son suficientes para activar la circulación del aire en las estancias de tu hogar. – Ten plantas en casa. Las plantas son excelentes aliadas para filtrar y depurar el aire de manera natural. Absorben el dióxido de carbono para liberar oxígeno (esto ya lo aprendiste en el colegio).

HAZ MÁS EJERCICIO

Difícil, ¿no? Quizá es la medida que más pueda costarnos adoptar, pues incluir una rutina de ejercicio en la agenda precisa tiempo. Y de eso, tenemos poco. Pero podemos intentarlo, al menos, con propuestas así de sencillas: – Si puedes, usa la bicicleta o camina hasta tu puesto de trabajo. 30 minutos de paseo diario deberían ser la mínima actividad física posible. – Siempre que puedas, prescinde del ascensor y usa las escaleras. – Intenta aprovechar los fines de semana para hacer alguna salida al campo y pasear respirando aire limpio. – ¡Baila siempre que sea posible! – Si tienes la suerte de poder emplear algo de tu tiempo en una actividad física con cierta periodicidad (2 sesiones de natación, yoga o pilates a la semana, por ejemplo), sabrás que la acción de la actividad física sobre la serotonina (hormona de la felicidad) no es un mito.

DA LA ESPALDA AL ESTRÉS

El estrés no es bueno. Esta afirmación es tan simple como cierta. Genera ansiedad, altera a la baja nuestro sistema inmunitario, aumenta el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares y puede acortar la esperanza de vida. – Estar estresado en tu trabajo no significa que seas la bomba. Significa que tu carga de trabajo no está bien gestionada y es algo que deberías consultar con tus superiores. Si tú eres tu propio superior… aplícate también. – El estrés emocional se da en casa. Y no es fácil de superar: las situaciones del día a día, la gestión de la familia y de uno mismo, dormir poco, comer deprisa y mal… La alteración hormonal no solo afecta a nuestro cuerpo: también afecta a nuestro entorno más cercano. Considera pedir ayuda: hay mucha gente alrededor que estará encantada de echarte una mano cuando estés a punto de quebrarte. – Duerme más horas. Y duerme bien. Las horas de sueño no son una pérdida de tiempo (excepto cuando tienes de 15 a 25 años y dormir está sobrevalorado). Dormir es una necesidad, es la oportunidad de resetear nuestro cuerpo y nuestra mente. Dormir poco y mal causa fatiga, falta de concentración y problemas de memoria. Y eso no ayuda a bajar nuestro nivel de estrés habitual. – Vuelve al punto anterior. Haz más ejercicio. La liberación de endorfinas durante la actividad física reduce los niveles de estrés y regula la actividad hormonal. ¡Todo son ventajas!

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VICTORIA GABALDÓN

Madre de Julieta y Darío, periodista y escritora. Creadora de MaMagazine, orgullosamente apoyada por una tribu de comadres poetas, escritoras, fotógrafas, creativas, ilustradoras, psicólogas, docentes y periodistas especializadas en maternidad.

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