MI PAREJA MI COMPAÑERO DE PISO

MI PAREJA, MI COMPAÑERO DE PISO

Escrito por:

Me cuesta creerlo, la verdad. Si me lo hubieran dicho hace unos años, lo hubiera negado rotundamente. A nosotros no nos iba a pasar eso. ¿Cómo que se apaga la pasión? No la nuestra. Pero aquí estamos. 10 años más tarde y con dos hijos. Y ya no somos amantes: mi pareja se ha convertido en mi compañero de piso.

Compartimos los gastos de nuestra casa. Compartimos la crianza de los hijos. Hemos hecho un cuadrante en el que nos distribuimos los días que cada uno lleva y trae a los niños del colegio. Quién los acompaña a las extraescolares, al club deportivo y a las fiestas de cumpleaños de sus amigos. Somos tan profesionales que compartimos un calendario en Google (a mí me recuerda a la reserva de las salas de reuniones en las oficinas). Ahí apuntamos nuestras reuniones, viajes o ratos de ocio para no pisarnos el tiempo libre.

Pienso en todo lo que hacíamos antes: viajar juntos, ir a conciertos, salir a tomar cañas al mediodía y que se hiciera de noche sin preocuparnos, porque nadie nos esperaba en casa. Y ahora lo único que estoy es enfadada porque hemos cambiado. Porque los días de vino y rosas no suceden. Y antes sucedían casi a diario.

Ya no cabe la improvisación.

Ya no nos duchamos juntos.

Cuando uno viaja por trabajo el otro no puede acompañar porque uno de los dos tiene que quedarse al mando de la casa y del cuidado de los hijos.

Ya no tenemos fotos juntos en el móvil: todas son fotos de bebés.

Los mensajes ya no son de amor: abundan los tipo “No te olvides de comprar plátanos para la merienda”.

No nos contaron que criar hijos es el más duro de los trabajos. Frena un montón de cosas. No digo que no haya parejas que sean capaces de superar esa frustración, pero no es nuestro caso: no hayamos el equilibrio.

Ya no somos la prioridad del otro: los enanos son la de los dos. Ojalá podamos encontrar la manera de poner nuestra relación de nuevo en los primeros puestos de nuestra lista de prioridades. Lo único que me consuela es que hay que pasar por los momentos difíciles para superarlos. Igual la palabra no es exactamente “difícil”, sino “distinto”. Y a veces, lo distinto es realmente difícil, por desconocido.

Que hemos cambiado está claro. Pero me ilumina un rayo de optimismo y creo que quizá no hayan cambiado a peor. Quizá es lo que necesitamos ahora mismo. Porque no creo que no estemos enamorados: creo que el día a día se nos come. Que es muy difícil desear lo que ya tienes. Pero estamos creciendo juntos, asumiendo un compromiso que nos trae también muchas satisfacciones.

Nuestro amor se refleja en nuestros hijos. Nuestra relación no ha muerto, porque ahora incluye a dos personas más. ¿Creo que merezco más? Por supuesto. También creo que mi pareja piensa igual que yo. Nos estamos dando cuenta, viviendo, de que no es como en las películas. Ahí casi todo es fácil. Aquí no lo es. Todo cambia. Todo evoluciona. Y eso está bien. ¿Miedo? Mucho. Pero hemos creado algo precioso juntos. Y no me imagino envejeciendo al lado de nadie más.

Escrito por:

Etiquetas:

Compartir:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Relacionados

VICTORIA GABALDÓN

Madre de Julieta y Darío, periodista y escritora. Creadora de MaMagazine, orgullosamente apoyada por una tribu de comadres poetas, escritoras, fotógrafas, creativas, ilustradoras, psicólogas, docentes y periodistas especializadas en maternidad.

Revista en papel