Susanna Barranco (Barcelona, 1975) es directora escénica, actriz, escritora, poeta y documentalista. Nació en Barcelona, nieta de andaluces. Se graduó en Estudios Literarios (Universitat de Barcelona) y en Interpretación (Col·legi de Teatre de Barcelona). Combina sus tres pasiones: la poesía, el teatro y el cine documental, y vive su profesión como una investigación y relación constante con el mundo en el que transita, como mujer, arriesgándose, con determinación, en cada proceso creativo. Ha publicado el poemario Cràter (Llibres de l’Índex, 2005) y el libro Digue’m una cosa bonica (Edicions 62, 2008). Dirige La Barranco Films y Cia. Susanna Barranco, con las que ha realizado diversas producciones teatrales y documentales, entre los que destacan Accions de resistència (Premio BBVA de Teatro, 2020) y Breathe (2021). Acaba de publicar el poemario Lana en la garganta (Trampa Ediciones, 2023), un relato muy personal en el que teje, a base de versos, recuerdos, ancentros, deseos, anhelos y cotidianidad. Madre de dos hijos —Amat, de 18 y Jonc, de 15—, se entrega entre las páginas de este último libro suyo a la exploración de su pasado, de su presente y de su futuro con la complicidad de Sylvia Plath, Virginia Woolf y Alejandra Pizarnik, cuyas citas abren cada uno de los tres bloques —ovillo, lana y garganta— de este poemario que se te agarra a las entrañas.
¿Cómo era tu trabajo antes de ser madre? ¿Y después? ¿Sufrió cambios significativos?
Antes de ser madre realicé los estudios de Filología y Arte Dramático mientras me dedicaba de manera plena al teatro. Esta labor la complementaba con la creación propia de piezas dramáticas en las que posteriormente actuaba o poemarios como Cráter, el anterior a Lana en la Garganta. Fue justo cuando me quedé embarazada, cuando decidí que debía crear dentro de mi universo artístico algo que me generara más seguridad, puesto que cuando estaba sola podía manejar mi economía de una forma más flexible, pero teniendo un hijo a mi cargo implicaba la necesidad de obtener un sueldo fijo. Decidí montar una productora de teatro infantil, La Maquineta, la cual me permitía seguir en contacto con el teatro sin que esto perjudicara el tiempo y cuidado de mis hijos, ya que desarrollaba mi trabajo dentro de un horario infantil mientras mis hijos estaban en el colegio.
Ello me supuso muchísimo trabajo porque por las noches, mientras mis hijos dormían, daba rienda suelta a la creatividad más contemporánea, que siempre he amado, y que se alejaba del teatro familiar en el que me veía sumergida por una cuestión de supervivencia. Seguir mi línea artística como intérprete y creadora de teatro contemporáneo para mí era vital, a pesar de que me quitara horas de sueño. Siendo madre, encontré la fuerza para crear una productora audiovisual, La Barranco Films. La creé para completar mis trabajos escénicos, en un primer momento, pero que ha acabado siendo otra de mis grandes pasiones: la creación de documentales.
En resumen, ser madre me dio la seguridad de crear y pensar algo que se adecuara al horario de mis hijos. La Maquineta por suerte, a día de hoy, todavía existe y camina gracias a un gran equipo que dirijo. Estar dispuesta a pasar mucho sueño, tener una buena organización y estar dispuesta a renunciar a muchas cosas también, me ha permitido seguir trabajando en el ámbito artístico contemporáneo. Adapté mi vida a mis hijos, pero mis hijos también se adaptaron a mi vida, puesto que cuando estaba en la crianza más salvaje me acompañaban en muchas ocasiones al teatro. Recuerdo también, a modo de anécdota, que incluso cuando todavía no iban al colegio, mi suegra me acompañaba mientras le daba el pecho a mi hijo entre bambalinas. La maternidad me ha dado la oportunidad de entender que para salvaguardar mi faceta artística debía hacer de mi deseo una lucha constante.
¿Qué es, para ti, lo mejor y lo peor de la maternidad?
Lo mejor de la maternidad es el vínculo que estableces con dos seres que amas a pesar de ti; la generosidad que puedes llegar a desprender de manera incondicional. Aprender a estar en segunda línea y descubrir que desde esta segunda línea, las cosas pueden ser muy hermosas.
Lo peor es el sentimiento de culpa cuando a veces sientes que no estás dando lo máximo o lo que se espera que deberías estar supuestamente dando en tu papel de madre ideal.
¿Cuál es el germen de tu poemario? ¿Qué necesitabas transmitir a través de tus versos?
El germen de Lana en la garganta se encuentra en la necesidad de reencontrarme con mis raíces. Fue en momentos de pandemia compartidos con Amat, momentos de intimidad madre e hijo, cuando creé historias en forma de poemas para aferrarme a algún relato, para llenar los huecos familiares y encontrar nuevas maneras de explicarme.
Mis versos nacen de la fatalidad de sobrevivir, de la obligación de no asfixiarse, del impulso de seguir hilvanando el destino a través de la escucha de cada momento vivido. Una añoranza cercana o una memoria lejana, la cotidianidad. Nacen de la necesidad de escucharme a mí misma, primero y, por lo tanto, encontrarme con mi voz interior más íntima y honesta.
Creo que hay una relación muy directa entre tejer y escribir. ¿Cómo es esta relación para ti?
Tejer y escribir están unidos por la idea de construir. En el tejer, construir a partir de algo que tiene que ver con lo manual, a partir de los hilos. De manera metafórica, cuando escribimos estamos tejiendo con palabras nuevas realidades, a partir de experiencias vividas, de experiencias deseadas por vivir. Reflexiones a partir de este tejer entre el recuerdo y la fantasía, entre la representatividad y la metáfora, entre lo que implosiona y explosiona. Me interesa mucho la idea de poder crear a partir de estirar un hilo, ya sea autobiográfico o ya sea imaginado.
¿Qué se te atraganta? ¿Qué necesitas desenredar con tu poesía?
La lana es una textura que puede ser suave y áspera. En este poemario muestro estos dos matices, la lana que te puede abrigar y que te puede acompañar, pero también que puede rasgarte la piel. Acoger el arañazo, lo áspero, el dolor que forma parte de la vida, también.
Desenredar a veces un pasado para volver a enredar el presente. También responde a la búsqueda de tu propio lenguaje lírico, de investigar, de ser capaz de materializar en una poesía una vivencia, una imagen, una sensación, un deseo.
Hay varios poemas dedicados a tu familia, a quienes te antecedieron. También hay maternidad. Y me sorprende un poema dedicado a las presas de Brians I. ¿Qué historia hay detrás de ese poema?
Gracias a mi faceta de documentalista estuve durante dos años en contacto con la cárcel de mujeres de Brians I en Cataluña. Hice un documental, Breathe, que ha viajado por todo el mundo y que se estrenó en el festival Seminci (Valladolid). Cuando estoy liderando un proyecto, no se me ocurre ninguna otra manera de relacionarme que no sea desde la entrega absoluta de mí hacia ellas y viceversa. Quería expresar a través de este poema el agradecimiento que siento hacia ellas por la generosidad que mostraron explicándome sus vidas, muchas de ellas muy duras y, por otro lado, poner una luz de esperanza en ellas y constatar que todo mal puede llegar a acabarse, incluso una condena en la cárcel.
¿Cómo se comunican todas tus facetas creativas profesionales entre ellas?
La comunicación entre mis diferentes facetas profesionales tiene como punto de unión la sensibilidad desde la que quiero hablar. Estoy muy interesada en la búsqueda de la belleza a partir de lo humano, ya sea en un documental, en la poesía o en el teatro. No necesariamente tiene que haber una denuncia social, pero normalmente me conecto con aspectos a los que quiero dar visibilidad o cosas que considero que están ocultas y deberíamos conocer pasándolo por el filtro de lo artístico. En otras ocasiones, es dar brío a emociones o a pensamientos, una manera de comunicarme ya sea con un público, con un lector o con un espectador, con seducirlo a través del lenguaje, de la imagen, de la palabra o del cuerpo.
¿Y cómo recibo yo esta mirada? En el teatro es evidente, ya que se trata de una cosa muy directa, pero en la poesía, sin embargo, siempre me sorprende mucho cuando un lector o una lectora ha conectado con algún poema que yo hubiera estado a punto de descartar y, la interpretación que hace en la lectura, es algo muy bonito de vivir.
El ahondamiento en los entresijos de la conciencia es una labor de orfebrería que solo el buen Artesano de la palabra, en todo su sentido platónico, es capaz de materializar. Lana en la garganta desciende hacia las intimidades de la palabra poiética para revelar ese sentido que se oculta tras la máscara de lo cotidiano.
Tejer y vivir están conformados por la misma naturaleza creadora, encauzada a través de una palabra que se encuentra en el umbral de la experiencia particular y una verdad de orden universal.
El transcurrir de la existencia en la forma del ovillo adquiere unos contornos concretos, pero es al desplegarse cuando alcanza su sentido pleno. En ese recorrido, el hilo hace las veces de guía para un individuo que busca escapar del laberinto del Ego y precipitarse hacia los límites de la identidad. Como Penélope, el yo poético es una potencia femenina, engendradora, que se recrea tejiendo y destejiendo los hilos de su propia subjetividad.