Este es un texto hembra.
Este es un texto hembra, redactado mientras doblaba la ropa de otros. Mi mente se aferra a él, que crece, tierno y pausado, mientras mis manos desempeñan innumerables tareas.
Este es un texto hembra, preñado de culpa y deseo, zurcido a la cantinela de los dibujos animados.
Este es un texto hembra y es un pequeño milagro el mero hecho de que exista, como lo hace en este mismo instante, encumbrado a otra conciencia mediante el prodigio cotidiano de la letra impresa. Como cotidiana es también la andanada de pensamientos obsesivos que se precipita ahora de mi cuerpo al tuyo.
Este es un texto hembra escrito en el siglo XXI. Qué tarde. Cuántas cosas han cambiado. Qué pocas.
Este es el inicio valiente de Un fantasma en la garganta de Doireann Ní Ghríofa (Galway, 1981), un libro difícil de definir por todo lo que contiene y la manera en la que lo cuenta. Es literatura, pero también es un relato actual de la vida de su autora en un momento de cuidados y crianza intensiva. Es un relato, pero también un precioso ensayo que habla de poesía y de la lengua irlandesa. Es una búsqueda, pero también un homenaje a una autora poco conocida, la poeta Eibhlín Dubh Ní Chonaill y su poema Caoineadh Airt Uí Laoghaire. Es un poema, pero también la historia de una obsesión por conocer más las motivaciones y la vida de una escritora de la que apenas quedan rastros y, los pocos que hay, fueron convenientemente diseccionados por Doireann para componer este bello canto al amor en muchas de sus facetas. En una tradición literaria, la irlandesa, como casi todas escrita por los hombres, Doireann puede presumir y presume de haber escrito un texto orgullosamente hembra que recupera con justicia a una poeta invisibilizada y que es, además una loa a los cuidados. Editado por Sexto Piso, este libro es el paso a la prosa de Ní Ghríofa tras seis poemarios que, en sus propias palabras, exploran temas como «el nacimiento, la muerte, el deseo y lo doméstico». Por aquí van también los tiros de Un fantasma en la garganta,
Todas y cada una de mis mañanas son más de lo mismo. Le doy un beso a mi marido y siento una punzada: por más que se repita nuestra despedida matutina, siempre lo echo de menos cuando se marcha. Con su motocicleta aún rugiendo en la distancia, ya me apresuro a zambullirme en mi jornada. Primero doy de desayunar a nuestros hijos, luego lleno el lavaplatos, recojo los juguetes, limpio cuanto se ha derramado, echo un vistazo al reloj, llevo al mayor al colegio, regreso a casa con el mediano y el bebé, suspiro e increpo, río y beso, me desplomo en el sofá para amamantar al pequeño, echo otro vistazo al reloj, leo La pequeña oruga glotona varias veces, intento enjuagar el vómito de bebé pegado a mi coleta en el lavabo, en vano, levanto una torre de bloques cuya única finalidad es ser derribada, hago un conato de pasar la fregona, desisto cuando el bebé empieza a llorar, beso las rodillas del mediano, que se ha resbalado en el suelo a medio fregar, echo de nuevo un vistazo al reloj, limpio más zumo derramado, siento al mediano a la mesa con un rompecabezas y llevo al pequeño al piso de arriba para que duerma un rato.
Doireann, que dio a luz a sus cuatro hijos en seis años —el menor está aprendiendo a leer y el mayor ya es adolescente— encontró en el lamento poético de Eibhlín Dubh compañía en los momentos más duros de la crianza intensiva en la que se vio inmersa. Desde el siglo XVIII, cuando Eibhlín Dubh Ní Chonaill escribió su poema hasta estos días, Ní Ghríofa busca cubrir los vacíos de una historia que sin ser suya, se refleja en su propia vida, obsesionándola y acompañándola como testigo mudo de este relato colectivo que es la maternidad.
¿Qué es, para ti, lo mejor y lo peor de la maternidad?
Me encanta escuchar a los niños en sus momentos privados de juego, echar una mirada tan dulce a su universo secreto y compartido. Lo peor es el sueño interrumpido… Incluso mientras respondo a estas preguntas, estoy sufriendo una noche complicada. No se acaba nunca.
¿Cómo era tu trabajo antes de ser madre? ¿Y después? ¿Sufrió cambios significativos?
Antes de que naciera mi primer hijo era profesora de una clase de 34 niños de cinco años. Mientras estaba de baja por maternidad empecé a enseñarme a mí misma a ser escritora, una transformación que requirió muchas adaptaciones. Escribir ha sido mi trabajo desde entonces.
¿Cómo ha sido dar el paso de la poesía a la prosa?
Desde el punto de vista técnico no es tan diferente: utilizo las mismas técnicas para construir un párrafo que para construir un poema. La principal diferencia ha sido el número de lectores; desde que se publicó por primera vez Un fantasma en la garganta, he recibido muchas cartas de lectores, lo cual es maravilloso.
Esta obra comienza definiéndose como un “texto hembra”, ¿es su objetivo abordar la experiencia colectiva de la maternidad, a menudo relegada al ámbito de la familia nuclear?
Este libro es un canto de alabanza a la invisible labor diaria de las madres, pero mi voz es solo una en un inmenso coro de otras voces. Aunque hay elementos universales en la maternidad —despertarse por la noche para alimentar al bebé, por ejemplo—, también hay muchísimas diferencias entre las experiencias individuales. Al articular una experiencia personal de la maternidad no pretendo hablar en nombre de los demás: cada persona encuentra sus propias alegrías y luchas dentro de la experiencia de ser padres.
Dentro del libro, hay una reflexión sobre el parto que también me parece significativa: oímos pocas historias de parto antes de convertirnos en madres; sin embargo, cuando lo somos, no podemos dejar de contarlas. ¿Por qué crees que la maternidad y el parto son temas que carecen de interés antes de ser madres y después, resultan tan cruciales?
La historia de un parto es intensamente convincente porque es mucho lo que está en juego: la vida o la muerte, las profundidades de la emoción y la agonía, el amor y el miedo… En la historia de un parto, el dial del volumen se ha puesto a máxima potencia. Estoy de acuerdo en que nos volvemos más receptivas a estas historias después de haberlas experimentado nosotras mismas.
Sobre la invisibilidad de la escritura femenina, ¿es un libro una especie de reparación? ¿Crees que ya sabes todo lo que podrías saber sobre Eibhlín Dubh Ní Chonaill?
Al estudiar la vida de otro ser humano, siempre hay secretos que permanecen ocultos. En el caso de Eibhlín Dubh, mis años de investigación me revelaron sin duda muchas cosas que desconocía, pero por mucho tiempo que pasé estudiando su vida, algunos elementos se negaban a ser revelados. A pesar de todos mis esfuerzos por encontrarla, por cantar las alabanzas de sus extraordinarios logros literarios, una vez que desaparece del registro histórico, desaparece por completo. Uno de mis mayores deseos es que algún día alguien descubra cuándo murió y dónde fue enterrada, para que yo pueda, por fin, dejar flores en su tumba.
La vida de Doireann Ní Ghríofa está marcada por la crianza de sus hijos, aún pequeños: tomas, papillas que preparar, lavadoras, viajes de ida y vuelta al colegio en coche… Días extenuantes con listas de interminables quehaceres por tachar y noches siempre demasiado cortas. Así transcurre su rutina, hasta que de pronto se cruza con la voz de una mujer, madre como ella, autora de un antiguo lamento en verso por la muerte de su amado, que se convierte en una revelación y comienza a resonar con enorme fuerza en ella. De manera inesperada, el poema la invade y le hace confundir sus palabras, miradas y pasos con los de esa otra mujer, sus respectivos sacrificios e incluso los rostros de sus hijos, hasta convertirse en una obsesión. Un fantasma en la garganta es la historia de esa posesión literaria, a la que Doireann se entrega: visita los lugares donde Eibhlín Dubh Ní Chonaill vivió y sufrió, indaga en sus elecciones como mujer y madre, cuestiona los pilares sobre los que se asentaba su mundo. Y a medida que Doireann va revelando la vida borrada de esa mujer del pasado, descubre también la suya propia. Exploración de la maternidad y el deseo, testimonio de una pasión literaria capaz de atravesar épocas y lenguas, Un fantasma en la garganta es un libro inclasificable, verdaderamente singular, que entreteje y reivindica las vidas, con sus ilusiones y sus decepciones, de dos mujeres separadas por dos siglos.