Sara Martín y su generosidad nos traen, este sábado, un precioso poema en el que se unen las palabras “trance” y “parto”; esas dos palabras no pueden estar más conectadas entre sí y esta conexión es algo que cada mujer sufre, experimenta o incluso llega a gozar en el momento salvaje del alumbramiento de una criatura.
Trance
Es posible que asistan al parto, las incontables rodillas del padre
y el trance de un médico moderno;
dar a luz,
dar a oscuridad.
El apoyo moral de los nacimientos,
todo lo cierto nos manipula.
Ahora que ya no somos naturaleza el sexo es homogéneo, elemental,
el cuerpo más hospitalario soportando un contexto
que no causa escándalo en el mundo.
La información sale del estómago de una ballena blanca,
de acuerdo con un modelo que ordene ternura y elabore el impulso conyugal:
hierbas curativas y dos cielos sin control.
Ya nos han explicado que cargamos con el símbolo,
la cultura del latido,
callada,
tensa.
Solo nosotras sabemos lo que se cuece,
en este apartamento/cueva, piso/ gruta,
los resquicios de nuestra conversación gotean a tiempo completo
y molestan mucho al público.
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