Mar Gausachs, en este texto, hace un sentido homenaje a su madre, María Antonia Batlle. Gran inspiración y ejemplo para ella y para su hermana, maravillosa compañera de vida de su padre hasta el final. Estas emotivas palabras de admiración son para ella y también para Carlos, su compañero de vida.
Mi madre, y no es porque sea mi madre, es una gran mujer en todos los aspectos. Es una mujer que se ha hecho a si misma: inteligente y muy intuitiva, con criterio y principios…
Conoció a mi padre a los 14 años: él tenía 16. Siempre fue su mejor consejera, su mejor amiga y su gran amor. Mi padre, que murió hace algunos meses, se lo consultaba todo. Nunca olvidaré cómo la miraba tras 50 años de matrimonio… ojalá hubierais podido verlo y haberlo vivido como yo lo hice. Mi hermana y yo nos turnábamos por las noches para estar con él y mi madre lo cuidaba durante el día. Era la manera de que no estuviera solo y yo pudiera aprovechar el día para trabajar. Ha sido horrible vivir este periodo de enfermedad. Pero lo más bonito de todo ha sido ser testigos de cómo la miraba: mi hermana y yo, desfiguradas tras noches complicadas en el hospital (mi padre ya estaba muy enfermo), no dejábamos de observar cómo cuando ella entraba por la puerta de la habitación, a él le cambiaba la cara: era como si hubiera entrado una estrella de Hollywood o un ángel. A veces nos reíamos las tres porque estuvimos cuidándolo hasta el último segundo pero él solo tenía ojos para su mujer. Realmente siento envidia sana y mucho orgullo ya que he podido ver en primera fila un precioso ejemplo de amor, esperando tener yo la misma suerte.
Mi madre hubiera sido una gran ejecutiva o directiva, pero renunció a todo por mi padre. Al poco de nacer yo, a él le ofrecieron un trabajo en Madrid y ella lo empujó a aceptarlo y le acompañó a pesar de que ella tenía un buen trabajo en una multinacional en aquel momento. Renunció a su trabajo para cuidarme a mí y para que mi padre pudiera cumplir su sueño. Quizás por ello fue dura conmigo. Crecí en una casa con mucho amor y cariño, pero a la vez con gran firmeza. Mi madre me decía: “yo no soy tu amiga, soy tu madre”. Ahora que soy adulta sí creo que somos grandes amigas. De distintas épocas y maneras de pensar, pero grandes amigas. Gracias a ella soy una mujer independiente y trabajo en lo que me gusta. Cuando yo era pequeña ya insistía en que yo debía viajar, ser independiente y no estar colgada de la oreja de un hombre. Esa era su gran frase; no la entendí en su momento pero sí lo he hecho pasados los años.
A día de hoy mi madre es nuestra mejor consejera y amiga. Lo que más me gusta de ella es su capacidad para reinventarse. Creo que en eso me parezco a ella. Siempre dice: “resurgiré como el Ave Fénix”. Siempre la encontrarás divina aunque tenga el alma rota. Lo que me produce tranquilidad como hija es que es una mujer dulce que no se doblega ante nadie; siempre tiene la cabeza fría, en su lugar y siempre sabe lo que hay que hacer. Es una mujer muy segura de sí misma y esta seguridad me inspira.
A mi madre nadie le ha regalado nada. Mª Antonia ha sido y es una mujer muy afortunada, muy querida y que despierta preciosos sentimientos a su alrededor. Y eso es porque es una mujer tremendamente positiva. ¿Conocéis la frase “detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer”? Pues esa es mi madre.
3 comentarios
Jo la conec des de fa quasi 40 anys, i només hi ha una paraula més a afegir que les teves Mar, és uns persona íntegra que sempre va de cara
Sin duda una mujer extraordinaria !!!
Mar toda la verdad.Doy fe pero m has echo llorarpreciiso.Y tu y tu hermana de tal palo tal astilla.Todo corazon❤❤❤❤