Laura Torné es escritora, guionista, directora creativa y dueña y señora de @elembarazodelosunicornios, una cuenta en Instagram que, a través de poemas, refleja con humor los ecos de una maternidad real. Esta cuenta, con más de 60.000 seguidoras, es el germen de Maternidad real en versos y chorradas (Litera, 2022), un libro en el que Laura, acompañada en las ilustraciones por su marido, el diseñador Martino Pannofino, cuenta cómo consiguieron convertirse en padres. Spoiler: no fue, exactamente, de la manera en que ellos pensaban que sucedería.
Escribir un libro sobre una experiencia personal es, también, permitirte ser dueña de tus recuerdos. Puedes contarlo de muchas maneras, todas veraces, pero puedes elegir cuál es el tono de tu relato. El tono de este relato es mordaz, divertido, bonito, tremendamente honesto… es muy fácil sentirse identificada con las experiencias y emociones de Laura, incluso no habiendo pasado por los mismos procesos, no habiendo tenido las mismas expectativas o no habiendo sufrido las mismas pérdidas.
Laura y Martino tienen dos hijos: Jan, de cinco años y medio y Món, de tres meses. Hemos hablado con Laura para conocer qué hay detrás de su escritura, de su exitoso perfil en redes y de este último libro suyo.
¿Cómo era tu trabajo antes de ser madre? ¿Y después? ¿Sufrió cambios significativos tras tu maternidad?
Soy directora creativa en publicidad y esto, para quien no lo sepa, significa trabajar sin horario de cierre. En las agencias de publicidad sabes cuándo entras, pero nunca cuándo sales. Empecé a trabajar en una agencia de jovencita en la que, a veces, llegaba a casa a las seis de la mañana. Cuando me quedé embarazada ya estaba en otra agencia, pero llegaba a las ocho de la tarde de media a casa y, al parir, decidí dejar el trabajo. Pensé en reinventarme y buscar otro camino, pero tuve la suerte de que en este mundo nos conocemos todos, dos excompañeros míos me recomendaron y comencé a trabajar en una agencia que se adaptó a mis necesidades. Ahora trabajo de 9 a 15, lo que me permite conciliar. No he tenido que abandonar mi profesión, así que combino mi trabajo con mis proyectos personales. Me gusta estar constantemente haciendo cosas y siempre tengo algún proyecto personal en el que me dejo ir.
Este no es tu primer libro, ¿qué vino antes?
Escribo desde que aprendí a escribir: tenía 8 años cuando escribí mi primera poesía, ¡todavía la tengo guardada en un libro de poesías que me regaló mi abuela! Veía muchas telenovelas con mi abuela, así que es una poesía llena de amor y pasión. Ahora la leo y me impacta. Siempre decía que, de mayor, quería ser periodista. A los 23 años escribí y autoedité No dejes a los niños solos en la cocina, mi primer libro de recetas de cocina creepy, de relatos cortos con tinte negro e ilustrado por Javi Gracia. Luego escribí Muerte a los hombres que piensan (Ariel, 2013), un libro de humor gráfico que hice con una amiga ilustradora, Caroline Selmes y Muerte a los hombres malos (Lunwerg, 2014), un libro de filosofía. Muerte a los hombres malos trajo cola, la verdad. Nosotras estábamos haciendo humor, no apología de la violencia. Hace ocho años, comenzaron a llamarnos feminazis, por ejemplo. Creo que las cosas han cambiado mucho desde que salió el libro hasta ahora. No sé si ahora el libro hubiera armado ese revuelo o hubiera sido aún peor. Mi marido, con el que empecé a salir por esos tiempos, realmente se asustó por las amenazas que recibíamos. Decían que sabían dónde trabajaba, que me iban a lanzar ácido a la cara, mails amenazantes… a mí no me asustaban, la verdad. Investigando, descubrí que eran chicos de perfil Forocoches. Siempre digo que, cuando escribo, lo vinculo a las etapas de la vida por las que estoy pasando. Al ser madre, me ha apetecido mucho escribir sobre la experiencia.
¿Qué es, para ti, lo mejor y lo peor de tus maternidades?
Lo mejor, mis niños. Ha sido un camino duro y difícil poder ser madre, así que lo mejor es tenerlos con nosotros. Por mucho que piense la de cosas que estaría haciendo si no fuera madre, por mucho que piense que me estoy perdiendo cosas. Lo mejor es haber conseguido tener a mis perlas conmigo. Yo quería niñas y el karma, de tanto decirlo, me ha traído dos niños.
Lo peor de la maternidad es que nadie me contó que era así. Ha sido la bofetada que he recibido. Quizá si me lo hubieran dicho, seguramente hubiera sido madre igualmente, pero me lo hubiera tomado todo de otra manera. Me he encontrado muchísimas cosas, desde la búsqueda del embarazo —nadie me había contado que podía ser tan difícil quedarse embarazada—, ya que no conocía a nadie que hubiese pasado por un proceso de reproducción asistida, hasta el embarazo que pasé vomitando nueve meses seguidos. No sabía cuáles eran las sombras del postparto o el duelo gestacional. Es tan malo que no se sepan estas cosas de cara a las mujeres que van a ser madres…
El embarazo de los unicornios, esa cuenta que nos tiene a todas locas y en la que haces una mezcla de poesía, realidad, humor e incluso mala leche… ¿Cómo fueron los inicios y qué te ha traído?
Cuando recibí esta bofetada de maternidad real, buscando a mi bebé que no llegaba y como escritora que soy, lo que hice fue volcar mi frustración y mi rabia en escritos, en poemas. Una vez los tuve, vi que me sanaba tanto escupir toda aquella rabia, aquella tristeza que pensé que quizá podía ayudar a más mujeres. Abrí la cuenta de Instagram para acompañar a estas mujeres, para que no se sintiesen tan solas o tan raras. Esos fueron los inicios. Publiqué los primeros poemas con miedo, pensando en que quizá me tacharían de mala madre —algo que ha pasado, ahora, con alguna entrevista que me han hecho a raíz de la publicación del libro—. Eso no ha pasado, porque las mujeres que me siguen se sienten acompañadas a través de mis poemas. Ahora, con el libro, sí he recibido críticas del tipo: “siempre quejándote, si tienes a tus dos hijos de qué te quejas…”. A este libro, mi marido —que es el ilustrador y diseñador gráfico— y yo le llamamos “nuestro hijo de papel”. Es algo tan bonito que recibir críticas me duele. Si fueran críticas fundadas, porque se lo han leído, lo aceptaría. A todo el mundo no tiene por qué gustarle, pero son críticas que se hacen a raíz de un titular o una foto que, fuera de su contexto, pierden significado. Intento quitarle importancia por el tipo de crítica que es.
¿Cómo es trabajar en familia? Porque este libro integra a toda tu familia: tu marido, tus hijos…
Este libro cuenta, sobre todo, mi experiencia con mi primer hijo. Parí este libro a la vez que parí a Món, mi segundo hijo, pero sí es verdad que, en el último momento, antes de que fuera a imprenta, quisimos incluir algún problema que le había escrito, para que también estuviera presente. Como previamente había sufrido un aborto, tenía miedo de hablar en el libro de un bebé que todavía no había nacido, por mucho que para mí ya existiese y hubiese existido siempre, aunque no hubiera llegado. Poniéndole en el libro, haciéndole un hueco, pensé que podría llamar a la mala suerte… no soy supersticiosa, pero sentí ese miedo. He arrastrado estos miedos porque sufrí una pérdida previa.
¿Cómo definirías la maternidad real?
A nivel gráfico, quisimos plasmar en la portada del libro cómo es esa maternidad real. El título es La maternidad real en versos y chorradas. Para mí, la maternidad tiene mucha emoción, es algo muy profundo y muy sentido, pero también tiene mucha tontería. Hay que provocar sacar este humor, estas chorradas, porque es la manera de que pase mejor. Si te quedas solo con lo malo, te amarga y te hunde. Así de fuerte y poderosa es la maternidad. Visualmente, en la portada quisimos plasmar eso: un mundo rosa que es la maternidad, ese brilli-brilli vinculado a la alegría en los ojos al ver a tu hijo, y también las sombras: por eso tiene ese sombreado tan fuerte saliendo de las letras, invadiendo la parte de atrás del libro. Quisimos plasmarla tal cual creo que es y tal cual la he vivido. Habrá mujeres que habrán pasado por menos sombras, pero sombras siempre hay. Llámalo depresión postparto, rabietas en medio de la calle…
Hijo,
nos costaste mucho
en tantos aspectos…
Pero el del bolsillo
sin duda
fue el menos doloroso.
Ese poema habla de desgaste emocional, de desgaste económico. Hablando desde la lejanía es mucho más fácil, pero siempre digo que el proceso de FIV que pasamos lo vivimos con mucho miedo, porque al final nada te asegura, por mucho que estés en manos de la ciencia y que haya una tasa muy alta de éxito en esos procesos, que tú vayas a conseguirlo. Nosotros lo vivimos con mucho humor. Tenemos alguna foto de mi marido, que era antiagujas, pinchándome y haciéndome bromas. Vivimos esto de una manera que, supongo, nos ayudó a relajarnos y a que ahora lo recordemos de una forma bonita. La maternidad debe vivirse de tal manera que, cuando pase el tiempo, pienses en cómo la quieres recordar. Al final, es tu vida y la vida de tus hijos.
Este no es solo un libro de versos y chorradas, ¡sorpresa! Es algo más gordo. Es la experiencia, las emociones, la voz —incluso algún grito desesperado de todas aquellas mujeres que de repente, un día, se convirtieron en madres —o no— y lo fliparon en colores. Porque la maternidad está llena de rosa, de brilli-brilli, ¡de magia!, pero también de una amplia paleta de grises hasta llegar al negro. Y, a veces, descubrirlo es como una bofetada inesperada, ¡zasca!