Escena 1: Estoy en la cocina, haciendo un café. Miro a mi alrededor. Tengo dos bolsas de envases y residuos plásticos listas para meter en el contenedor amarillo. Dos bolsas de 30 litros, es decir, dos buenas bolsas llenas de bricks de leche, envases de gazpacho, botes de champú gastados, envoltorios plásticos de libros de texto, bolsas de galletas, tubos de pasta de dientes. Las he llenado en menos de 48 horas.
Escena 2: Bajo a la calle con mis dos bolsas llenas de envases. Me dirijo al contenedor. En ese momento, se cruza conmigo un camión de la basura. Me dice uno de los operarios que le de la bolsa, que la mete él en el camión. Le digo que son envases. Me mira y se ríe. Lo une a la basura normal. Vuelvo triste y confusa a casa.
Escena 3: Quiero saber cuánto de nuestro plástico reciclamos. Veo una cifra: Ecoembes dice que, en 2019, cada ciudadano depositó 17,1 kg de envases de plástico, latas y briks en el contenedor amarillo. Bien por nosotros, que tenemos interiorizado que separar residuos es beneficioso para el medio ambiente. Pero. El informe Maldito plástico de Greenpeace nos cuenta que solo el 25,4% de los envases plásticos se recuperaron en España en 2016, según una media de los datos aportados por las Comunidades Autónomas y los Ayuntamientos, y las caracterizaciones de residuos que hacen estas administraciones. Una cifra que contrasta con los datos aportados por el Ministerio para la Transición Ecológica que lo eleva al 38% y que alcanza, incluso, el 77% para el conjunto de envases ligeros, si la cifra procede de Ecoembes.
Epílogo: Definitivamente quiero vivir con menos plásticos. Pero la tarea parece titánica. No hemos nacido con los plásticos, pero nos hemos acostumbrado a ellos. Por suerte, existen un montón de personas que han desarrollado una conciencia ecológica, de reducción del gasto y del malgasto. Personas generosas que, además, comparten el camino que les ha llevado a adoptar las medidas necesarias para reducir el impacto del plástico en su día a día. Con beneficios, además. Beneficios para su salud y la de los suyos (evitando la exposición a microplásticos). Beneficios para el medio ambiente (8 millones de toneladas de plástico nadan junto a los peces en nuestros océanos. Y, aunque cueste creerlo a priori, beneficios para nuestros bolsillos y la economía local (a través de la compra a productores de la zona de productos de temporada).
Marion de la Porte y su socio en Sinplastico lo tienen claro: es posible reducir el consumo de plásticos y el camino no es tan difícil como parece. Las claves: observar nuestro consumo y no tener prisa por alcanzar la meta. Marion es madre de dos niñas (la mayor tiene 4 años y medio y la bebé, pocos meses); es una ecologista francesa afincada en Bilbao desde hace más de dos décadas. En 2014 fundó junto con Javier Barrios la tienda online y el blog Sinplastico a través de los cuales promueve la reducción de su uso indiscriminado. Tras más de siete años practicando este estilo de vida más consciente, se ha convertido en un referente del movimiento zero waste en el ámbito familiar de nuestro país. Ha publicado una guía ilustrada, Familias sin plástico, para ayudarnos a emprender el camino que ella lleva transitando desde hace muchos años. Esta guía es un pequeño manual de ecología cotidiana para cuidar el planeta, con consejos asequibles, curiosidades y pautas sencillas al alcance de todos los que queremos hacer de este planeta un lugar más habitable y sano para todos.
En esta entrevista nos cuenta cómo la paternidad de su socio fue un hito a la hora de luchar contra los plásticos, cómo el crecimiento de su familia le ayuda a detectar sus necesidades a este respecto y cómo poder transmitirlo a otras familias, los valores que quiere transmitir tanto a sus hijas como al resto del mundo y cómo consigue ser coherente con su forma de vida. Gracias, Marion, por ayudarnos a iniciar este camino, el de la concienciación, afortunadamente un camino sin retorno.
Un comentario