LAS 5 MEJORES MENTIRAS (PIADOSAS) QUE LOS PADRES CUENTAN A SUS HIJOS. Como padres, nos volvemos criaturas realmente creativas con la intención de salvar asuntos que pueden ser, digamos, complicados de hablar con nuestros hijos. He preguntado en mi entorno cuáles son esas mentiras piadosas, divertidas y estrambóticas que alguna vez han contado a sus hijos, y eso me han respondido:
Elena (37) a Ángela (3)
Navidad de 2010-2011. Recién estrenados los tres años de Ángela. La niña nos hace una petición imposible como regalo de Reyes: ese juguete que siempre se agota, que en este caso era una muñeca tipo bebé cuyo nombre he querido borrar de mi memoria. Era el juguete más codiciado y agotado de esas Navidades y, en proporción, nosotros éramos los padres más desesperados por conseguirlo. Lo intentamos hasta las diez de la noche del día de Reyes.
Al levantarse por la mañana y abrir los regalos, Ángela vio que la muñeca que había pedido no estaba debajo del árbol. Su cara de tristeza era desoladora. Yo le dije: “Mira, cariño: todas las niñas habían pedido ese regalo para Reyes, y los demás juguetes de la juguetería se pusieron muy tristes. Entonces, los Reyes decidieron no llevar ese juguete a ninguna niña, para evitar la tristeza del resto”. Y coló.
Dos días más tarde, con esta insana costumbre de llevar los juguetes de Reyes al colegio a la vuelta de vacaciones, Ángela encontró a cuatro o cinco niñas con la dichosa muñeca en sus brazos. Confiando en lo que su madre le había dicho, en lugar de pensar que era una bruja arpía, me lo contó así: “Mamá, no te preocupes. Que ya he dicho a las niñas que las devuelvan porque los Reyes se habían equivocado”.
Bendita inocencia.
Andrea (32) a Irene (2)
Cuando le quitamos a Irene el chupete, la convencimos para que se lo entregase a las hadas a cambio de lo que quisiese. Ella pidió que el chupete se transformase en un camión en el que ella pudiese montar. Por supuesto, las hadas hicieron su trabajo y, al día siguiente, un camión de juguete en el que cabía apareció en el salón de casa. A día de hoy, seis años más tarde, sigue creyendo en las hadas.
Carla (37) a Cloe (4)
Cuando Cloe tenía 4 años, nuestro perro Ocho murió. Era un precioso labrador de 14 años de edad. Como no sabía cómo contárselo, le expliqué que Ocho se había ido a vivir a Londres porque quería aprender inglés. Y se lo creyó. Durante estos años, Ocho ha tenido una maravillosa vida en Londres y domina el inglés a la perfección.


Javier (39) a Valentina (5)
Cuando Valentina tenía 5 años, mi abuela falleció. Por problemas logísticos, aunque no queríamos llevarla al funeral, tuvimos que hacerlo. Nos saltamos la celebración religiosa y fuimos directamente al entierro de las cenizas de mi abuela. Al ver la cara de Valentina, mirando con tanta curiosidad la pequeña caja de las cenizas, le conté que esa cajita contenía los recuerdos más preciados de su abuela: una foto de sus nietos, un pasador de pelo, una postal enviada en verano… puesto que su cuerpo se había convertido en una estrella y estaba en el cielo, en la tierra se guardaban solo sus recuerdos.
Gemma (32) a Guille (4)
Mi hijo Guille, que ahora tiene 8 años, cree que si su hermano Alfonso (4) está en este mundo, es porque él lo pidió. Le dijimos cuando era pequeño que las cigüeñas eran las encargadas de traer a los bebés a las casas. Al poco tiempo, estuvimos visitando un pueblo que tenía varios nidos de cigüeñas. A Guille se le ocurrió escribir una carta destinada a las cigüeñas pidiendo que le trajesen un hermanito y hacer un avioncito con ella. Cuando estábamos paseando, lanzó el avión de papel al viento para que llegase hasta el nido de las cigüeñas. Y meses más tarde… nació su hermano Alfonso.
Guille siempre dice: “¿Cómo no voy a querer a mi hermano si yo mismo fue el que se lo pidió a las cigüeñas?”.