Cuando hace pocos días abordamos en MaMagazine el espinoso tema del consentimiento y la educación sexual, decidimos entrevistar a la sexóloga Rebeca López para conocer su opinión sobre este tema. Rebeca, en su condición de experta y educadora, nos habló de la importancia de una educación sexual temprana y basada en el respeto y el autoconocimiento.
Esta misma mañana, hablaba con una amiga (también madre: nuestras hijas tienen la misma edad y van juntas al colegio) sobre cómo hablar a nuestras hijas sobre temas como la menstruación o las relaciones sexuales. Mi amiga me contaba que su hija pequeña (7 años) le había preguntado que era eso de “cuidarse” para no quedarse embarazada y que la mayor (10 años) había asistido a la conversación visiblemente turbada (porque ya sabía de qué iba el tema: lo habían estudiado el año anterior en clase de ciencias). No son pocas las cuestiones complicadas de explicar a nuestras hijas e hijos, sobre todo las relacionadas con el sexo, pues tampoco a nosotros, en general, recibimos una educación sexual temprana de parte de nuestros padres: estas cuestiones seguían siendo tabú.
Por fortuna, esos tabúes se van rompiendo y cada vez tenemos acceso, no solo a más información, sino a profesionales y fórmulas de comunicación que nos ayuden a responder correctamente a temas que, cada vez, tienen menos espinas. Rebeca López, madre de dos hijos, Vega (8 años) y Olmo (4 años), es sexóloga y educadora, y lleva más de diez años en la intervención sexológica colaborando con entidades tanto públicas como privadas, con todas las edades y en múltiples contextos mediante el asesoramiento, la educación, la formación y la terapia. Hemos querido saber más sobre la relación entre su maternidad y su profesión y nos atrevemos a pedirle algún consejo para afrontar con éxito “esas preguntas”, por fortuna, cada vez menos complejas de resolver.
¿Cómo era tu trabajo antes de ser madre? ¿Cómo es tras serlo? ¿Ha afectado de alguna manera tu maternidad a tu vida profesional?
Me dedicaba a lo mismo que ahora, formación y asesoramiento sexual, pero a un nivel mucho más intenso y muchas más horas. Además, pasaba medio curso en Zaragoza viviendo y trabajando por todo Aragón y el otro medio curso en mi casa y trabajando por la provincia de Guadalajara. Viajaba mucho la verdad y trabajaba con un equipo maravilloso de profesionales de Zaragoza. Ahora, tras una temporada maternando, he vuelto y lo cierto es que, aunque el nivel de trabajo ya es alto de nuevo, casi siempre depende de los horarios familiares y trabajo menos horas que antes.
Mi maternidad ha influido en mi vida profesional, sin duda. En algunos aspectos se ha visto afectada obviamente, pero en otros ha sido positivo pues creo que soy mejor sexóloga desde que soy madre.
¿Qué es para ti lo mejor y lo peor de la experiencia materna?
Lo peor es la soledad que vivimos para criar y lo mejor darnos cuenta, crear una tribu y por supuesto, Vega y Olmo.
¿Cuál es la huella de tus hijos en tu trabajo?
Me han hecho seguir creciendo profesionalmente y ser más consciente también de lo que supone la crianza en una pareja. Además, una vez que he sido madre he tenido que desaprender muchas cosas para volverlas a aprender de otro modo. Mi mirada en las aulas ahora es muy diferente desde que he podido acompañarles en sus aprendizajes.
¿Qué consideras más importante en la educación de los sexos?
Entender que no hay un único modo de ser niña ni un único modo de ser niño, igual que no hay un único modo de ser hombre o mujer. Una vez que entendemos esto, trabajar en aras de conocernos para poder aceptarnos y así, poder encontrarnos, compartirnos y disfrutarnos. Lo cierto es que es importante entender que cuando hablamos de sexo, hablamos de lo que somos, no de lo que se hace (coitos) o lo que se tiene (genitales) y por eso, pero ademas, estos sexos están en relación. No se trata de coexistir, sino de convivir.
¿Cuáles son los motivos de consulta más frecuentes que recibes como sexóloga?
En asesoramiento continuado (o terapia), a parte de consultas relacionadas con las prácticas eróticas, es muy frecuente que lleguen parejas a las que la crianza les ha desubicado y ahora están en un desencuentro. Si hablamos de consultas puntuales, la más frecuente tiene que ver con peques que se tocan sus genitales (propios o entre ellos) y la dificultad de acompañarlo.
¿Qué podemos hacer los padres para participar más activamente y de manera más efectiva en la educación sexual de nuestros hijos?
Así, en mayúsculas, ESTAR. Acompañarles generando un espacio donde puedan desarrollarse como los niños y niñas, chicas y chicos que quieran ser. Validarles. Hacerles sentir que merecen la pena.