La crianza tiene muchas dificultades. Es una obviedad. Y si es en pareja, también. Distintas, pero dificultades al fin y al cabo. ¿Qué pasa cuando no se tiene el mismo concepto de límite? ¿O no se piensa igual sobre los tiempos de lectura y videojuegos? Cada parte de la pareja tiene su mapa y cree firmemente en él. Pese a eso, se puede llegar al mismo destino, que sería un desarrollo pleno de las criaturas. De eso nos habla esta vez Javier Oliva, de cómo el hecho de manejar mapas distintos no tiene por qué ser un problema.
mismo destino, distintos mapas
: cada mapa es distinto
, ni siquiera el tuyo y el mío coinciden
.
es verdad que
miramos hacia un mismo lugar
, elegimos un norte parecido
, nos orientamos de maneras parejas
; incluso existe un punto dulce
en nuestros mapas
, uno al que volvemos con ahínco
en las noches llenas de espanto
; pero la realidad es que
manejamos mapas distintos
y eso da cierta negrura en ocasiones
. ahora bien
, que la negrura de saber eso
, que cada mapa es distinto
, no se cierna sobre nuestra casa
, no irradie sombras hacia dentro
, no irrumpa como
hipopótamo en un maizal
, no tronche abedules blancos
en la esquina de los parques
.
por el contrario
, que la frescura de
nuestros días más amables
, el porte y la elegancia de
nuestras mañanas más enteras
, emane de nuestros
puntos de fuga coincidentes
y podamos soltar hilo atentamente
, para ver brillar vuestras cometas
tantos días como panes
y que, como en ese juego infantil
en el que la confianza es crucial
, podáis desplomaros hacia atrás
todos los días de vuestra vida
, con los ojos cerrados
, con convencimiento
, con la confianza de saber que
, siempre y en el último segundo
, estamos ahí para sujetaros
.