(c) Irene Medina, Cortesía Espacio Fundación Telefónica

ABRAZANDO EL CAOS CON MÓNICA DE LA FUENTE

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(c) Fotos de Irene Medina, Cortesía Espacio Fundación Telefónica

 

Esta entradilla podría comenzar, perfectamente, con las mismas primeras frases que el artículo sobre la presentación de Maternidades Precarias de Diana Oliver la semana pasada. Pero no. Empezaré diciendo que esa tarde había quedado con Mónica de la Fuente, la madre de las plataformas Madresfera, Saludesfera y Saboresfera. La escritora de Adiós expectativas, hola realidad (Zenith, 2022). La madre de dos criaturas de 13 y 10 años. Periodista, bloguera, podcaster… un montón de cosas y todas las hace bien. Bueno, sigo. Esa tarde había quedado con Mónica, antes de la presentación del libro de Diana, para entrevistarla. Ambas nos alegramos de poder ponernos cara, de poder conversar fuera de las pantallas. Y es que da mucho gusto tener a una mujer como Mónica delante, con esos tan ojos azules y vivos suyos, con esa sonrisa —risa— constante. Supongo que muchas de las mujeres y hombres que se dedican a generar contenidos en internet saben quién es Mónica porque ella decidió dedicarse a crear conexiones entre ellos. Mónica es una persona tipo Nokia, connecting people. Es como la madrina de la blogosfera. Y eso es ser mucho.

Nos presentamos, tomamos algo juntas y puse las Notas de voz a funcionar. Puedo decir, sin exagerar, que el 30% de los sonidos grabados corresponden a risas y a carcajadas. Descubrimos que teníamos más cosas en común de lo que quizá podríamos haber imaginado, tanto en nuestras trayectorias profesionales como nuestras pérdidas personales. El humor fue la nota predominante en nuestra charla y también lo es en su libro Adiós expectativas, hola realidad. En un momento en el que cada vez surgen más libros relacionados con la maternidad, el de Mónica se distingue y destaca por su frescura y por su sentido del humor. Es impresionante pensar en cuánto lleva leído Mónica, además de lo vivido. En este libro no deja fuera ningún tema, no teme meterse en charcos de barro ni pretende dar lecciones. Lo que persigue es quitar hierro a un asunto algo oxidado, contando su experiencia desde que vio las dos rayitas en el test de embarazo, sin ánimo de juzgar. En este libro caben colechos, lactancias, partos, cumpleaños infantiles, visitas al pediatra, sueño, conciliación (o la ilusión de), alegrías y desvelos.

De esa conversación nace esta entrevista. Y de esa conversación y de la lectura del libro de Mónica me quedo con una de esas frases para poner de fondo de pantalla: “La maternidad es despertarte antes del alba para tomarte el café en soledad y ver nuevas oportunidades en medio del naufragio que parece tu salón”. Me quedo con esta y con una frase que me dijo Mónica esa tarde: “¡Abraza tu caos!”

¿Cómo era tu trabajo antes de ser madre? ¿Y después? ¿Sufrió cambios significativos?

Te va a sonar porque vengo del mundo de la publicidad. Soy periodista de formación pero acabé trabajando en agencias de publicidad como copy y redactora creativa. Cuando me quedé embarazada pedí una jornada reducida que respetaron en principio… pero dejé de existir en la agencia y dejaron de contar conmigo para reuniones, presentaciones de briefings… para todo. A veces, no tenía nada que hacer y, mientras, hice varios cursos: edición independiente, traducción y corrección. Cuando di a luz abrí un blog para escribir mis experiencias con la maternidad y, a raíz del blog, empecé a entrar en contacto con otras madres blogueras que estaban en una situación parecida a la mía: estábamos viviendo muy solas nuestras maternidades. No tenía a nadie alrededor que estuviera pasando por lo mismo que yo. No tenía a mi madre, que había fallecido. Encontrar a estas mujeres fue mi salvación. Tuve la oportunidad de viajar a Israel, donde conocí el modelo de negocio de Madresfera. Al día siguiente de volver de Israel me despidieron y… así me cambió la vida: monté Madresfera.

Madresfera es una comunidad de bloggers de maternidad, paternidad, educación o salud infantil, entre otros. Todo se articula en torno a un ranking, aunque hay mucha gente que no tiene ranking y ahora, además, se incluyen perfiles de Instagram, podcasts, YouTube… En estos 11 años ha ido creciendo y evolucionando con el objetivo de contactar a bloggers con marcas que quieran trabajar con estos perfiles. Montamos eventos, acciones promocionales… ¡hacemos de todo! Es fantástico porque te permite ser una pequeña agencia de publicidad ad hoc y montar cosas para todo tipo de clientes. La pandemia nos ha parado porque nos hemos quedado sin eventos, que eran la fuerza de la comunidad y una parte muy importante de Madresfera. Es muy importante que la gente se vea y se creen redes, que es el objetivo de Madresfera.

Espero que, poco a poco, se vayan retomando los eventos y las actividades presenciales, que son una parte fundamental de mi trabajo. Quiero volver a crear campañas que no sean solo virtuales.

¿Cuál es la huella de tu maternidad en tu trabajo?

Mi trabajo es mi maternidad. Cuando volví al trabajo tras ser madre me sentí fuera de lugar. En el mundo de la publicidad, donde el ego creativo es lo máximo, sentí que había dejado de contar para todo a nivel creativo e intelectual. Llámame piel fina, si quieres, pero a mí no se me agotaban las ideas. Es cierto que el primer año, quizá, no debería haber estado allí. Me hubiera encantado poder dejar mi trabajo durante seis meses para criar a mi bebé. Dejar a mi hija, tan pequeñita, en la escuela infantil, es una de las cosas que recuerdo con más angustia. En mi esquema mental anterior yo era una mujer profesional. Mi madre nos dijo a mi hermana y a mí que nunca dejásemos de trabajar y eso se me grabó a fuego. Yo pensé que no iba a dejar de trabajar nunca, que no iba a ser como mi madre, que se arrepintió de dejar de trabajar para cuidar a sus hijas. Ese desgarro que sentí cuando tuve que dejar a mi bebé y volver a la agencia no puedo definirlo con palabras.

Perdiste a tu madre poco antes de convertirte en madre.

Perdí a mi madre con 28 años y me quedé embarazada un par de meses más tarde. Mi hija se llama Julia en homenaje a mi madre, que se llamaba Juliana. Ella odiaba su nombre, pero le gustaba que le llamaran Juli o Julia. Y cuando supe que estaba embarazada no pensé en otro nombre. No soy nada espiritual pero pensé que mi maternidad era algo que me había enviado mi madre. La sensación de no tener a tu madre en una etapa vital como esta es muy triste. Además, durante mi primer embarazo, leí  La maternidad y el encuentro con la propia sombra de Laura Gutman y empecé a comerme la cabeza, a pensar que estaba pasando el duelo de mi madre mientras gestaba, preocupada porque pensaba que se lo iba a trasladar a mi hija y me agobié intentando averiguar cómo sanarlo. Y pensé “¡Laura Gutman, tía, no metas estas mierdas en las cabezas de la gente!”

¿Qué es, para ti, lo mejor y lo peor de la maternidad?

Lo mejor: las dos personas que he creado, dos seres vivos con su personalidad increíble, que no tiene nada que ver con lo que yo imaginaba, que me retan, me confrontan, tienen sentido del humor, son inteligentes, son buenas personas y creo que lo seguirán siendo… También me gusta ser consciente de que no son de mi propiedad, como en el poema de Khalil Gibrán que incluyo en mi libro, que dice: “Tus hijos no son tus hijos / son hijos e hijas de la vida / deseosa de sí misma”. Mi madre tenía en casa un cuadro con este poema. Yo recuerdo haberlo visto, pero no le daba importancia hasta que me convertí en madre, hasta que mi madre ya no estaba.

La base de todo es el respeto a las criaturas como personas que tienen dignidad propia y absoluta, suya y entera. Yo soy su paladín y esto para defenderles y cuidarles, para lanzarles al mundo lo más preparados y formados posible. Por mucho que luego me vayan a ver como la madre imperfecta que soy —cosa que ya hacen y tengo asumido—. Soy muy consciente de que ellos merecen todo el respeto y la protección absoluta que yo les pueda ofrecer.

Una de la cosas que habrás detectado desde Madresfera es la cantidad enorme de libros que se publican en la actualidad sobre maternidad. ¿Existen demasiados libros sobre maternidad? ¿Crees que el fenómeno responde a una moda editorial o a una demanda social? 

Esto es algo que he hablado con Diana Oliver, autora de Maternidades precarias, esta mañana. Es algo que nos preguntan a menudo. Pero es que el mercado editorial está lleno de señores políticos haciendo biografías y nadie les pregunta si no hay suficientes biografías de políticos ya. También hay muchos libros de jardinería, de pintar mandalas…

Hay un poco de todo, tú bien lo sabes. A mí me han pedido que escriba sobre mi maternidad y me he resistido durante años. Antes no sentía que fuera el momento adecuado, no sentía que tuviera algo interesante que contar. Pero ahora, tras 11 años de Madresfera y 13 de maternidad, pensé que o lo hacía ahora o no lo hacía. Siempre he querido escribir y me gusta mucho hacerlo, así que me obligué aun pensando que mi maternidad no es diferente a la del resto del mundo. Pensé en hacerlo con mucho humor y aportar, desde mi punto de vista y mi experiencia, algo que pudiera dejar ahí. Y que, al menos, la gente se divierta leyéndolo.

Lo haces desde el humor y la cercanía, de manera muy natural.

En el libro estoy yo. Lo he escrito como escribía en mi blog, como si fueran posts, con la intención de homenajear mi blog, que es de donde viene todo.

¿Comentamos juntas algunos pasajes de tu libro?

¡Vamos!

Te cito:

“Lo más natural es que OLVIDES TODO LO LEÍDO en el mismo momento en que empiecen las contracciones”

Total.

Pero aparte de la Gutman que no te hizo ningún favor, ¿qué lecturas te acompañaron durante tu embarazo?

Tengo muchísimo cariño a Embarazada de Kaz Cooke porque me reí lo más grande leyéndolo. Es mi lectura preferida. Un regalo para toda la vida, de Carlos González, fue mi salvación. Yo estaba dando a mi hija el pecho y lo tenía en el sofá, al lado. Ese libro y llamar a mi hermana para que me consolase me salvaron. El libro de Carlos González fue decisivo. Sé que hay quien le tiene en mayor o menor estima, claro, pero creo que en (casi) todos los libros puedes encontrar algo que signifique algo para ti. Quizá a otra persona Laura Gutman le haya traído la paz… aunque yo desease haber quemado su libro. Después mi cerebro colapsó y dejé de leer durante algún tiempo. No me concentraba, tenía mucho sueño y me quedaba dormida… Pasaron años hasta que volví a coger con gusto los libros.

Seguimos con las citas:

—José Luis, tenemos una madre que acaba de parir.

—¿Tiene cara de haberse enamorado de su bebé lo suficiente?

—Sí, sí. A primera vista detectamos emoción evidente.

—¿Ha llorado? Bien, bien. ¿Ha pensado ya que su vida a cobrado sentido?

—Claramente.

—Como debe ser. Que pase la siguiente.

Es que estos prejuicios hacen mucho daño. Tenemos una idea de la maternidad mística, que va a iluminarte y a convertirte en otra persona, que va a crear un vínculo mágico e inmediato entre tu criatura y tú. Da igual como haya sido tu parto, como haya sido tu vida, si estás en la mierda más absoluta… puedes haber tenido un contexto terrible pero tu hijo te mira y el amor surge de inmediato. Es una realidad que no siempre se produce. Y hace mucho daño.

¿Y el tema de las visitas a las recién paridas y sus recién nacidos? El problema, para mí, reside en que parece que el fin del embarazo es que tu criatura nazca sana y ya está. Y ya da igual todo el camino, toca adorar al recién llegado. Y tú, que acabas de parir, que te has partido por la mitad para traer a tu hijo al mundo, que posiblemente hayas sufrido violencia obstétrica, ¿dónde quedas? ¿Por qué perdemos de vista a la madre?

Se siguen protocolos que no tienen en cuenta el cuidado real hacia la madre y sus necesidades. Hay mucha gente que visita a las recién paridas por obligación, por cumplir con la “etiqueta”. Lo ideal es que se hagan visitas cortas con tupper de cocido bajo el brazo. Imagina, también, a las familias que vuelven a casa sin sus hijos recién nacidos que no tendrán visitas ni tuppers… necesitan todo el apoyo posible.

“Algo que me agradezco muchísimo a mí misma no haber hecho en aquellos días es haber visto perfiles de madres famosas contando en Instagram o en YouTube cómo se cuidan ellas durante el posparto”.

¿Qué hacemos con esta mierda? Muchas revistas nos muestran la recuperación de actrices, presentadoras, presumiendo de volver a la figura ideal a los dos meses de haber parido.

Y no solo en las revistas, me voy a lo más cotidiano: los perfiles en redes sociales, la televisión. Respeto todas las posturas y comportamientos de la gente cuidándose, no lo critico en ese sentido pero sí creo que se ejerce una presión, se fija un estereotipo irreal que va mucho más allá de las redes. Es importante querer a nuestros propios cuerpos. A veces, pensamos en el embarazo como unos meses en los que nos permitimos lucir un cuerpo distinto, la sociedad te da permiso para mostrar tu barriga y la aplaude. Tienes permiso para engordar, para lucir un cuerpo voluptuoso que no tienes el resto del tiempo. Cuando tu embarazo acaba, debes volver al cuerpo normativo, al vientre plano. Yo nunca he tenido el vientre plano y es algo que me ha avergonzado durante mucho tiempo. Pero es mi vientre, es mío. Hay mucha presión ejercida en las madres, se exacerban los trastornos de alimentación… es muy peligroso.

“Recuerdo bien lo asustada e insegura que entré en la consulta del pediatra (…) con el sutil cambio de dejar de ser yo, Mónica, persona, a quien se dirigía, para pasar a ser la mami de”.

Mi hermana es enfermera, el ser más cariñoso del mundo con los pacientes y sus progenitores pero intento explicarle que me siento despersonalizada. Ya no solo es la palabra: es el tono. “A ver, mami”. A ellos no les hablan así, no se les ocurre. Es un tono paternalista, que infantiliza, como dando por hecho que no sabes. Es cierto que llegas a la primera consulta del pediatra en plan “ayúdame, no quiero que se me muera, cuídamelo” pero de ahí a tratarte como a una niña pequeña, a no nombrarte… es tan fácil como preguntar cómo te llamas.

A las madres se nos crea una entidad, todas somos una: LAS MADRES. Y eso pasa en el pediatra, pasa en el cole con los profes, pasa en la sociedad. “Las madres. Ya están las madres”.

“La cosa es que yo me las prometía muy felices porque lo tenía todo a mi favor, en realidad. Era una mujer joven, cis, blanca, con un cuerpo normativo, en pleno primer mundo, con un montón de privilegios de los que no era ni medio consciente y con el apoyo de una familia estable y cero conflictiva. Leída, independiente y con trabajo y sueldo desde hacía unos cuantos años ya”.

Comparto este sentimiento y esta definición. Y pienso, de repente, ¿dónde está el suelo? Me habéis sacado a un escenario a bailar y se han caído las tablas bajo mis pies. Y el patriarcado dice que no tenemos derecho a la queja porque tenemos problemas del primer mundo. Que ahí está el tercer mundo, mira cómo están las mujeres ahí y no te quejes…

Vivimos en una ilusión de libertad de elección que no es tal. Hay mujeres que no pueden decidir si dejan o no de trabajar. Al final no es una decisión que puedas tomar libremente y muchas, si pudiéramos elegir realmente, no volveríamos a trabajar a las 16 semanas. Cuando tuve a mi segundo hijo ya era autónoma, parí y seguí trabajando sin descanso. Ya estaba en mi casa, a mi ritmo, con Madresfera. No tiene nada que ver la experiencia porque ya me gestioné sola, pero trabajé al día siguiente de parir. Sé que si pudiéramos elegir no volveríamos a trabajar hasta más tarde. Y quien quiera hacerlo, por supuesto, que lo haga. Hay mujeres que no quieren tomar sus bajas, CEOs de empresa que prefieren no dejar su ritmo de trabajo. Yo lo he hecho. Pero eso no quiere decir que no sea una mierda.

“La maternidad se enseña mal y yo voy a explicarte mi método en 38 sencillos pasos para dominar la crianza”.

Esto me ha llevado a pensar en las declaraciones de Ibone Olza en una entrevista en eldiario.es: “Donde antes había un grupo de lactancia y comadres ahora hay cuatro consultoras que te cobran”.

Esas asesoras son madres, también, que se han tenido que buscar la vida. Estamos todas metidas en un sistema de producción en el que se ha puesto de moda ser madre y emprender para poder compatibilizar crianza y trabajo. Se presentó como una alternativa a tener que salir a trabajar fuera y muchas madres lo compraron. Muchas blogueras de Madresfera y mucha gente que conozco han ido buscando modelos en esta dirección: asesoras de porteo, de lactancia, de sueño, doulas… Entiendo lo que dice Ibone y lo comparto pero creo que el problema no es que haya muchas asesoras de lactancia. Que haya una madre que se haya preparado para ejercer como asesora de lactancia no debería restar que creemos redes, que tengamos nuestras amigas, un círculo que nos proteja alrededor. Deberían ser compatibles porque hacen mucho bien. Las redes de apoyo no se han perdido solo por eso: el individualismo, la pérdida de contacto personal en los últimos años… la solución es fomentar las redes a nivel vecinal, local. Unir pequeños núcleos, construir la red que te soporte, que se te escuche. A veces, no tenemos quien nos escuche. Estoy muy de acuerdo con Ibone pero no podemos poner sobre la asesora de lactancia ese peso: muchas son madres que se están buscando las lentejas y lo hacen bien.

ADIÓS EXPECTATIVAS, HOLA REALIDAD

Sabes de la maternidad por lo que te enseñan las instamamis, por las series o por lo que ves en tus familiares. Pero saber saber, lo que se dice SABER… No tienes ni idea, reina… Déjate guiar por Mónica de la Fuente, fundadora de Madresfera, a través de esta locura fantástica llamada maternidad. Llena de contradicciones y de algunas verdades, te digan lo que te digan en las redes. Una maternidad más compartida y, al mismo tiempo, más solitaria que nunca. Mónica recopila toda su experiencia como madre y tras diez años al frente Madresfera, desde el momento predictor hasta la celebración de cumpleaños temáticos, pasando por el colecho y la alimentación…en este libro encontrarás toda la verdad y nada más que la verdad sobre la gran aventura de ser madre. O al menos la suya, porque en cada maternidad se cuenta una historia diferente.

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VICTORIA GABALDÓN

Madre de Julieta y Darío, periodista y escritora. Creadora de MaMagazine, orgullosamente apoyada por una tribu de comadres poetas, escritoras, fotógrafas, creativas, ilustradoras, psicólogas, docentes y periodistas especializadas en maternidad.
Madre de Julieta y Darío, periodista y escritora. Creadora de MaMagazine, orgullosamente apoyada por una tribu de comadres poetas, escritoras, fotógrafas, creativas, ilustradoras, psicólogas, docentes y periodistas especializadas en maternidad.

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