El verano es una oportunidad única para descansar y desconectar. Para bajar el ritmo del resto del año. Para parar. El curso escolar y el trabajo nos dejan sin tiempo y esto provoca agotamiento y saturación en muchos casos. Es muy importante saber interrumpir esa cascada de responsabilidades para poder disfrutar plenamente de las pequeñas cosas. Y eso aplica tanto para los más pequeños como para los adultos porque, según Gema Fuentes, psicóloga de los Centros Crece Bien, pioneros en la enseñanza y el desarrollo de Habilidades Emocionales, Sociales y de Aprendizaje, “desconectar completamente nos ayuda a liberar el estrés acumulado, nos regenera, nos hace sentir recuperados y nos aporta la energía suficiente para poder seguir a largo plazo”. En contraposición, cuando no desconectamos el estrés aumenta, nos sentimos menos satisfechos con nuestro trabajo o con los estudios, tenemos más fatiga y todo esto repercute tanto a nivel familiar como laboral.
En vacaciones, ni trabajo ni deberes
El teletrabajo ha abierto la puerta a mayores posibilidades de conciliación y a evitar muchos desplazamientos innecesarios. Sin embargo, también ha empeorado nuestra relación con el trabajo en algunos aspectos como la ausencia de desconexión debido a la dependencia tecnológica. Según Gema Fuentes, debemos aprovechar todos los momentos que podamos para practicar el distanciamiento psicológico del trabajo. Esto significa desconectar completamente del trabajo, tener la capacidad de enfocar nuestra atención totalmente en aspectos no laborales. “En muchos casos nos encontramos con personas que durante las vacaciones no van físicamente al lugar del trabajo pero no pueden evitar seguir dándole vueltas a los asuntos laborales. Cuando hablamos de distanciamiento psicológico del trabajo no referimos a desconectar tanto física como mentalmente de nuestra responsabilidad laboral. En los últimos tiempos esto es cada vez más difícil debido a la conexión permanente que nos posibilita la tecnología”, señala.
En el caso de los niños y niñas también debemos tener en cuenta que necesitan desconectar plenamente. Si bien durante el curso acuden a extraescolares y sostienen un ritmo de responsabilidades enorme, en verano deben tener tiempo para el aburrimiento y, por supuesto, para evitar seguir haciendo deberes. “El cerebro agradece estar aburrido de vez en cuando. El verano debe ser un tiempo para la desconexión y una gran oportunidad para hacer todo aquello que durante el curso académico no podemos hacer por falta de tiempo. Incluso no hacer nada”, explica Gema Fuentes. El aburrimiento nos permite a los mayores y más pequeños encontrar nuevos intereses y nuevas aficiones: “Si nuestras criaturas están aburridas una tarde de verano, es seguro que buscarán formas para entretenerse como explorar, dibujar o leer. Esto les brindará la oportunidad de descubrir porque la cara oculta del aburrimiento es el descubrimiento”.
Tres claves para desconectar mentalmente
Si bien es cierto que la teoría es sencilla, llevarlo a la práctica no lo es tanto. Aquí tres claves para arrojar algo de luz si queremos desconectar mentalmente de verdad este verano:
- Crear una lista con cosas que nunca tenemos tiempo de hacer. Durante el curso el tiempo que tenemos es limitado. Una buena idea, según Gema Fuentes, es escribir todas esas cosas que querríamos hacer pero no podemos por falta de tiempo y ponerlas en práctica durante las vacaciones. Pasar de tener un sueño a un objetivo.
- Practicar la relajación. Es importante que aprendamos a relajarnos. Para ello podemos simplemente hacer algo que nos transmita paz como pintar o pasear, pero también podemos recurrir a técnicas de relajación tradicionales consistentes en concentrarnos en el aquí y el ahora, ir relajando cada parte del cuerpo y poner la atención en la respiración. Unos minutos al día nos ayudarán a resetear.
- Más vida analógica y menos vida virtual. ¿Cuántas horas al día pasamos conectados, revisando el correo, las notificaciones, los mensajes de WhatsApp? Aunque Internet y las redes sociales son muy útiles, y en muchas ocasiones nos facilitan nuestro día a día, también son una fuente de estrés. La psicóloga Gema Fuentes insiste en que debemos aprender a desconectar de la tecnología para poder conectar con las pequeñas cosas.
Por último, para ir recuperando después las rutinas tras el verano y la desconexión, lo más adecuado, es hacerlo de forma gradual. “Es importante ir estableciendo la rutina poco a poco. Un ejemplo sencillo sería ir gradualmente cambiando el horario de acostarnos y de levantarnos. También debemos ir recordando los aspectos positivos de la vuelta de vacaciones, hablando con los más pequeños sobre las cosas nuevas que van a aprender o los amigos a los que van a volver a ver”, concluye Gema Fuentes.