Una de las cosas buenas que nos ha traído esta pandemia terrible es disponer de tiempo para pasar con nuestros hijos. Había días que se hacían muy cortos, en los que no parábamos de teletrabajar con mayor o menor éxito, poner vídeos de yoga infantil a los niños, intentar hacer pan o, simplemente, gestionar el día a día. También había días que se hacían largos. En estos días, por fortuna, nos acompañaron los libros.
Una de las cosas buenas que tienen los libros es que puedes viajar sin salir de una habitación. Que puedes aprender, aumentar tu espíritu crítico, vivir las vidas que otros soñaron, pensar que tú también puedes escribir y que quizá, alguien esté un día, como tú estás hoy, leyéndote desde su sofá.
Una de las cosas buenas que nos ha dado este confinamiento del que vamos entrando y saliendo cuando nos dejan, en mi caso, es tumbarme un ratito en la cama con mi hija de 9 años y leer juntas. Yo un libro, ella otro. Media hora, tres cuartos. Con suerte, una hora del tirón. Después, comentábamos nuestras lecturas. Ese momento íntimo entre ella y yo es el que quiero perpetuar.
En mitad del pasado mes de abril, entre mi grupo de amigos instauramos un intercambio de libros, tanto para nosotros, adultos, como para nuestros hijos. Me encanta Patti Smith, pero no había leído su magnífico Éramos unos niños. Nunca podré agradecer a mi amiga Ana Oroz que lo pusiera en esa bolsa de intercambio de libros. Yo a ella le procuré La amiga estupenda, de Elena Ferrante. Porque Elena Ferrante escribe genial y porque mi amiga es maravillosa y se lo quería decir también a través de la portada del libro.
Terminé de leer Éramos unos niños y se lo devolví a Ana. Inmediatamente después, lo compré por internet. Porque este libro es uno de los libros que quiero que mi hija lea dentro de pocos años, cuando sea una adolescente algo confundida, como lo hemos sido todas. Porque quiero que mi hija vea que ella, como Patti, puede lograr ser lo que quiera sin dejar de ser ella misma. Sin interferencias, sin juicios. Lo mejor que podemos ser cada uno es nosotros mismos: ahí sí somos auténticos. Solo siendo auténticos lograremos éxitos. Y que cada cual decida qué es éxito para sí mismo.
Estas son algunas de las lecturas que recomendamos para tus hijas si tú, como yo, quieres dar a tus criaturas, a través de las letras y las sensibilidades de quienes las juntan para formar una obra literaria, alas para volar, espíritu crítico y fomento de su curiosidad.
Un comentario