ANA PÁNIKER: “EN LOS AÑOS 60 LA MUJER ERA, JURÍDICAMENTE HABLANDO, LIGERAMENTE SUPERIOR A UN PERRO”

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Hace pocos días cayó en mis manos un libro maravilloso. Se trata de Maternasis, un libro de culto e icono del feminismo de las generaciones pasadas, de las presentes y de las que vendrán. Publicado por primera vez en 1967, 14 años antes de mi nacimiento, supuso en su momento una auténtica revolución tanto en el ámbito del dibujo gráfico como en el punto de vista expresado sobre la maternidad. Cuando lo tuve en mis manos entendí por qué. Y también me produjo una sensación agridulce: ¿por qué no había oído hablar de este libro y de su autora, Núria Pompeia, antes?

La sensación agridulce se convirtió en sorpresa y me sugirió otra pregunta: ¿por qué solemos pensar que nuestros problemas son tan novedosos como los días que vivimos? En ocasiones he pensado que mis quejas sobre la manera en la que maternamos son descubrimientos únicos de mi experiencia y de mi pensamiento. Pero no. Somos muchas mujeres pasando lo mismo, pensando lo mismo y llegando a muchas conclusiones parecidas o incluso idénticas. Me sorprendió Maternasis como me sorprendió, en su momento, la lectura de El nudo materno de Jane Lazarre —publicado, casualmente, en 1976 y que Las afueras nos acercó en 2018—.

Comencé, pues, a investigar sobre la figura de Núria Pompeia y encontré una maravillosa entrevista suya con Mari Pau Domínguez emitida en 1998 y tan moderna y lúcida en aquel momento como en el momento en que la descubrí, tantos años después. Núria Pompeia (Barcelona, 1931-2016) fue pionera en el dibujo feminista en España. Dibujante, humorista gráfica, escritora, periodista y madre, publicó seis libros de historietas gráficas, dos novelas y un libro de cuentos. El que nos ocupa, Maternasis, acaba de reeditarse de la mano de Kairós, la editorial de Ana Pániker, hija de Núria. Es una novela sin palabras, donde el color está en las páginas que acogen los trazos sencillos y elocuentes de los dibujos de Núria. Comienza con el dibujo de una mujer que experimenta sus primeras náuseas y continúa con sus primeras visitas ginecológicas, con esa falda que ya no puede abrocharse, con la hinchazón de los tobillos, la desazón ante un señor que le toca la tripa, la petición de milagros a San Antonio, el parto o la habitación llena de flores que significa que ha nacido el bebé. A través de estas estampas que son comunes a tantas embarazadas y sin olvidar nunca la náusea constante, Núria transmite los miedos, las presiones, los cambios físicos, las convenciones sociales y mucho de lo que impacta a una mujer durante su embarazo.

A raíz de la reedición de esta novela gráfica y de la exposición del mismo nombre, Maternasis, que se celebra en el Museo Nacional de Arte de Cataluña hasta el próximo 26 de septiembre, hemos querido conocer más sobre la figura de Núria Pompeia y su trabajo entrevistando a su hija Ana, editora de este libro imprescindible.

maternasis
La ilustradora Núria Pompeia

Tu madre detectó la imposibilidad de ser la mujer, la madre perfecta. ¿Cómo volcó esta imagen en su obra?

Mi madre poseía un marcado sentimiento maternal que, muy probablemente, vivió como una limitación para su desarrollo profesional. Tuvo 6 embarazos. Como ella, muchas mujeres de ese momento vivieron sumergidas en un mundo de pañales, leche, escuelas, papillas, pediatras, etc. y el poco tiempo que les quedaba lo solía fagocitar el marido. En España, la píldora anticonceptiva no se despenaliza hasta 1978. En Francia hasta 1972, lo cual suponía para esas mujeres un sometimiento absoluto a su biología. Su primer libro, Maternasis, publicado en 1967, cuestiona la idea de que la maternidad fuera la cúspide de la autorrealización de la mujer. Desmitifica el estado de “buena esperanza” mostrando los sentimientos ambivalentes de las mujeres durante el periodo de gestación, las dificultades e inconvenientes físicos, la absoluta soledad.  

¿Cuál es la influencia de tu madre en tu trabajo actual?

En mi trabajo como editora de Kairós, existe una relación directa con su lucha por los derechos de las mujeres. La editorial ha publicado libros en esta línea desde su fundación, últimamente hemos incorporado algún título más en el que, por ejemplo, se analiza el proceso de pérdida de protagonismo de las mujeres en la historia hasta ser borradas por completo del relato oficial  construido por la sociedad patriarcal (Cuando Dios era mujer, de Merlin Stone);  o que analiza cómo vivimos todavía en marcos referenciales creados en el mundo clásico griego y romano, que desvirtúan y medran a las figuras femeninas (El resurgir de Antígona, de la clasicista Helen Morales); o el trabajo realizado por la neurocientífica  Daphna Joel (Mosaico de género) en el que se explica que no existe propiamente un cerebro femenino ni otro masculino, sino que todos poseemos un mosaico único de rasgos femeninos y masculinos difícilmente clasificables en categorías estancas o de pertenencia a un solo sexo.  

¿Cómo te enfrentas a la reedición de su obra? ¿Cómo conectas con tu madre como madre y también como artista?

Como editora, estoy muy contenta de haber reeditado Maternasis, un libro icono del feminismo, pero también un libro muy interesante desde el punto de vista formal. Extraordinario en su economía de trazos, consigue un máximo de expresividad con un mínimo de elementos. Los dibujos son directos, elípticos y sinceros, llenos de ternura, tristeza, alegría, tal como era ella. Me ha dado mucho que pensar respecto a la manera en que ella vivía nuestra existencia, la de sus hijos. Claro que no acabas de entender del todo a tu madre hasta que no te encuentras tú misma en ese papel. Entonces, descubres la explicación a muchas de sus reacciones y, sobre todo, valoras profundamente aquello que te dio y dejas de pensar en lo que no recibiste. 

Como artista, puedo hallar el rastro de mi madre en la necesidad que tengo de unir las imágenes a un texto propio, ausente o presente en el cuadro. Otro elemento que me hace pensar en ella y en su trabajo organizado en viñetas, es mi interés en la secuencia.  Uno imágenes distintas e independientes en bloques, como si fueran las páginas de un libro, convirtiendo así las obras en algo dinámico. 

¿Cómo crees que era el universo femenino que retrataba tu madre y cómo ha evolucionado hasta nuestros días?

Parte de sus reivindicaciones patentes en libros como Mujercitas o Y fueron felices, ya se han conseguido. La mujer no está limitada actualmente al ámbito doméstico, a cumplir con su papel de abnegada esposa, discreta compañera, reposo del guerrero y sacrificada madre. Ha demostrado que es tan competente como el hombre en la vida laboral. En parte a causa de esto, las relaciones de pareja también han cambiado. No obstante, las chicas jóvenes han dado un giro a la lucha por la igualdad en la cuestión del abuso sexual, el famoso #Metoo, algo que las generaciones anteriores teníamos asumido como un rasgo inevitable de la masculinidad y que ellas no están dispuestas a tolerar ya que es una actitud que se desprende de la idea de que poder es sometimiento, sometimiento físico. Se trata de un paso muy importante puesto que obliga a los hombres a replantearse su masculinidad. Ahora les toca a ellos mover ficha. 

¿Cómo fue tu infancia y juventud en el seno de una familia feminista? ¿Y qué pasó por tu cabeza cuando descubriste que el mundo no funcionaba como tu familia?

En mi familia chicos y chicas fuimos educados por un igual. Mi madre no distinguía entre géneros a la hora de establecer tareas o trazar normas. Mi padre, por su parte, tenía en gran consideración a las mujeres. Crecí con la idea y el sentimiento íntimo de que mi voz, mis opiniones, contaban. Mi asertividad era un rasgo positivo. Cuando me enfrenté al mundo exterior me llevé una gran decepción. Las cosas por las que mi madre y su generación lucharon, habían cambiado al mundo, eso era incuestionable, pero solo en la superficie. En lo profundo continuaban los mismos prejuicios. Se aceptaba que las mujeres se incorporaran al mundo laboral pero se las miraba por encima del hombro, se les pagaba menos, se les valoraba menos, sus opiniones eran siempre secundarias, y su comportamiento e imagen sometidos a un escrutinio tácito en el que se las estaba juzgando y controlando con objeto de someterlas a las normas establecida de lo que debe ser una mujer para el disfrute y provecho de la sociedad patriarcal. Si eran sexualmente libres, eran unas ninfómanas y unos putones, si eran asertivas en sus opiniones, eran unas soberbias o marisabidillas, y la lista podría seguir … pero me aburre. Yo no estaba preparada para eso, no había desarrollado “armas de mujer” para enfrentarme a ese mundo, en mi casa no las había necesitado. No sabía cómo se hacía y lo pasé muy mal.   

Si nos cuesta deshacernos del patriarcado en pleno 2022, ¿cómo era esta lucha en los años 60 en este país?

 Fue una lucha casi a la desesperada ya que la situación de la mujer era de un sometimiento absoluto al hombre. La mujer era, jurídicamente hablando, ligeramente superior a un perro. Por no mencionar su lugar en el ámbito de la religión, donde se las consideraba poco menos que el origen de todos los infortunios, salvo si daban a luz dentro del matrimonio … a un varón. La mano de hierro de Franco comenzaba a debilitarse. Era el momento. Cada una lo hizo con los medios de los que disponía. Núria utilizó el dibujo, primero sin texto, la censura todavía existía. Curiosamente, su padre no le permitió estudiar una carrera, como chica era algo que no le tocaba, cosa que ella hubiera deseado, y la apuntó a Artes y Oficios en la Escuela Masana de Barcelona. Mi abuelo jamás hubiera imaginado que el talento artístico de su hija pequeña sería el arma que ella utilizaría para luchar por los derechos de la mujer. Cuando el sentimiento es fuerte, los recursos son infinitos. 

¿Cómo te gustaría que se recordase a tu madre?

Como una mujer que, con los escasos recursos que la sociedad en la que creció le otorgó, y su extrema sensibilidad y creatividad, luchó por los desfavorecidos, especialmente por las mujeres, para crear un mundo más justo, menos cruel, fatuo, ridículo e hipócrita. 

MATERNASIS, NÚRIA POMPEIA

Maternasis es un libro de culto e icono del feminismo para las pasadas y nuevas generaciones de mujeres. Publicado por primera vez en 1967, supuso una auténtica revolución tanto en el ámbito del dibujo gráfico como en el punto de vista expresado sobre la maternidad. Con un estilo absolutamente único, el genial trazo de Núria Pompeia, envuelto de un elocuente vacío, en la línea de la estética zen y la contracultura, transmite, sin necesitar la palabra, toda la ternura, la incertidumbre, el dolor o el miedo que sienten las mujeres durante el embarazo hasta el nacimiento de la criatura.   Maternasis está editado por Kairós.
Núria Pompeia. Original para el libro Maternasis, 1967
Núria Pompeia. Original para el libro Maternasis, 1967

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VICTORIA GABALDÓN

Madre de Julieta y Darío, periodista y escritora. Creadora de MaMagazine, orgullosamente apoyada por una tribu de comadres poetas, escritoras, fotógrafas, creativas, ilustradoras, psicólogas, docentes y periodistas especializadas en maternidad.
Madre de Julieta y Darío, periodista y escritora. Creadora de MaMagazine, orgullosamente apoyada por una tribu de comadres poetas, escritoras, fotógrafas, creativas, ilustradoras, psicólogas, docentes y periodistas especializadas en maternidad.

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