Son las cinco de la tarde y me encuentro con la artista Angélica Dass (Rio de Janeiro, Brasil, 1979) para hablar sobre adolescencia en el espacio Un cuarto en llamas del Centro Cultural Conde Duque en Madrid. Allí me espera Soy adolescente, ¿y qué más?, un proyecto colaborativo que Dass ha creado junto a un grupo de adolescentes de cuatro institutos públicos de la Comunidad de Madrid. Intento que mi hija y sus amigas, que están en su primer año de instituto, me acompañen. No lo consigo. La adolescencia me toca de cerca, no dejo de ver documentales, de leer libros, de mirar hacia mi propia adolescencia para hacer un buen papel con ella, con ellas. Tengo miedo y quiero saber. Lo que desconocemos nos asusta: lo que no entiendo es por qué nos asusta un lugar que ya hemos transitado antes. No entiendo bien por qué se nos olvida que, una vez, también nosotras fuimos adolescentes.
Junto a Angélica, que con frecuencia ofrece visitas guiadas a la exposición, recorro los distintos espacios que ocupa, dentro del mismo. Hay fotografías con retratos de adolescentes colgadas de palos, en soporte telas (telas de distintas texturas y confecciones), colgadas como sábanas al sol. Hay fotografías de bodegones con objetos en los que los y las adolescentes eligen cuáles les representan; hay biblias, peluches, esmaltes de uñas, cuchillas, banderas trans, pulseras antifascistas y pines de la Guardia Civil. Pregunto a Angélica por qué se ha interesado en trabajar sobre adolescentes y con adolescentes. Su respuesta es muy personal: “Cuando me casé, en 2007, me hubiera gustado tener un hijo que, ahora, sería adolescente. Como no pude ser madre y siempre lo quise, pensé en cómo poder entrar en este mundo para conocerlo. Quería saber cómo era ese periodo, sobre su complejidad. De ese lugar nace esta pregunta: Soy adolescente, ¿y qué más? Sabía que iba a trabajar con jóvenes que ya llevaban la etiqueta de “adolescentes”, pero ¿qué otras etiquetas llevan? Comencé a trabajar con cuatro institutos muy diversos aquí, en Madrid (Las Matas, Simancas, Leganés, Alcorcón). Hablamos no solo de diversidad étnica: sus discusiones sobre género, orientación sexual, sus propias experiencias con relación a este mundo son completamente diversas. Lo que hemos creado es una narrativa coral en la que yo les escuchaba, coleccionaba esta información, a la vez que trabajábamos aspectos muy individuales de cada uno. La adolescencia es, exactamente, ese momento de explorar al individuo a la vez que estás intentando encajar en el colectivo”.


Empezamos la visita con un vídeo explicativo de esta acción, en la que los y las adolescentes son los protagonistas con sus cuerpos, sus voces, su música. Son jóvenes entre los 12 y los 18 años. Cuenta Angélica que “una de las cosas más bonitas de ese proceso, entre la infancia y la edad adulta, es que escribimos mucho para intentar identificar lo que es la adolescencia. Uno de los estudiantes dijo: “lo mejor de ser adolescente es que puedo elegir mi propia ropa”. A la vez, tienen preocupaciones y problemas mucho más complejos. En esta etapa están decidiendo quiénes quieren ser”. En el vídeo se encuentran respuestas a muchas de las preguntas que nos hacemos sobre qué es ser adolescente:
- Es una etapa llena de emoción.
- Es pasar de reír a carcajadas a caer en un mar de lágrimas en una milésima de segundo.
- Tienes inseguridades de tu cara, de tus granos, de tu cuerpo, de tu forma de hablar. Te ves rara. Otros días, te ves como una diosa.
- Piensan que, por ser adolescente, no sabes lo que quieres.
- Me siento incómoda con los adultos.
- (Los adultos) Nos faltan al respeto y luego, lo piden.
- Ojalá me enseñaran qué hacer aparte de que me importen las notas.
Es este un proyecto expositivo que tiene la misión de crear un espacio para la comprensión sin condicionamiento, desde un punto de cercanía, reconociendo la complejidad de la etapa más creativa de nuestra vida. Reivindicando con sus propios argumentos las facetas de su propia existencia, aceptando sus luces y sombras. “Este proyecto es una gran oportunidad de aprendizaje. Una ocasión para que volvamos a conectar con esta etapa, donde muchas veces nos sentimos prisioneros de tantas expectativas, para así, comprender cómo podemos acompañar y crecer con las futuras generaciones”, apunta Angélica. Los adolescentes que participan son un reflejo de la sociedad actual: diversa, racial y en permanente transformación. Para abordar este trabajo se han utilizado retratos, paisajes, bodegones, vídeos y textos para generar una narrativa coral donde podemos explorar lo colectivo a la vez que nos acercamos a los individuos. Pregunto a Angélica si el colectivo adolescente muestra más respeto a la diversidad, “sin duda: entre ellos, ellas, elles es ya natural. Han naturalizado las diferencias. Es como es, y punto”, responde. “La identidad, cuando eres adolescente, es como un laberinto. Por eso he elegido la tela como soporte, porque se mueve. Quería que diese la sensación de vida, movimiento. Tienes que tomarte el trabajo de mirar por detrás, también, de moverte entre los retratos. Hemos hecho un libro con frases y fotos con desplegables. Tienes abrir, investigar, para ver todas las capas”, explica.


Que a nadie confunda el nombre de esta iniciativa artística: Soy adolescente, ¿y qué más? no es una exposición exclusivamente dirigida a adolescentes. Es una invitación a que los adultos entren en este mundo, a que piensen sobre la adolescencia y comprendan. El resultado de este trabajo, que se ha podido realizar gracias al Premio Bertha Artivism Awards, se mostrará en forma de hasta el próximo 30 de diciembre en el Centro Cultural Conde Duque, en el espacio Un cuarto en llamas gestionado por el Colectivo Masquepalabras. Dicho colectivo, Consciencia Afro y L-ABE (Grupo de investigación EARTDI, Aplicaciones del Arte en la Integración Social, de la Facultad de Educación de la Universidad Complutense de Madrid) serán los responsables de la mediación cultural y de las actividades dirigidas a los visitantes de la muestra.
Nota mental: Volver a la exposición antes del próximo 30 de diciembre con mi hija y sus amigas. Que no se me vuelvan a escapar.


Soy adolescente ¿y qué más?
Hasta el 30 de diciembre
en Un cuarto en llamas
Calle del Conde Duque, 11.
28015, Madrid.