ESTOS NIÑOS ESTÁN BIEN

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Es bien sabido que los medios de comunicación informan, sobre todo, de lo malo. Esta manía hace que muchas veces ni nos enteremos de otras realidades, más positivas, que también existen. En nuestro caso esta otra realidad tiene que ver con algunos de los efectos positivos que la pandemia ha tenido en los niños. Quizás no en todos, pero sí en algunos y puede que incluso en bastantes. El momento en el que cerraron los colegios en marzo de 2020 acabábamos de evaluar a niños de Educación Primaria de colegios públicos de la zona noroeste de Madrid. Esta evaluación nos ha servido para comprobar si el estado de los niños ha variado a lo largo del año de pandemia. Con las evaluaciones sucesivas que hemos ido haciendo hemos podido ver qué iba pasando. Hemos preguntado a los padres y, sobre todo, a los propios niños cómo estaban. Ninguno de los resultados que hemos obtenido es clínico, es decir, que las puntuaciones son medias o bajas. Los niños están bien. Sin embargo, algunas de las variaciones me sorprenden y me hacen pensar sobre los factores de la vida cotidiana de los niños que afectan a su estado psicológico. Antes de entrar en los resultados, que quede claro que, sin duda, nuestra muestra no es representativa de toda la población. Solo hemos evaluado a alrededor de 200 niños que tienen la suerte de vivir en zonas acomodadas. También sabemos, porque se lo hemos preguntado, que se sienten queridos y protegidos por sus padres. No todos los niños viven así.

Primer resultado inesperado: durante el confinamiento disminuyen los niveles de ansiedad. Este descenso es significativo a partir de los 8 años. Segundo resultado inesperado: durante el confinamiento, una gran mayoría de los niños dice sentirse muy bien en casa. El sentimiento negativo más mencionado es el aburrimiento, no el estrés. Tercer resultado inesperado: en enero de 2021, con una vuelta al colegio estresante y rara, los niveles de ansiedad siguen disminuyendo y se encuentran más bajos que antes del inicio de la pandemia. Cuarto resultado inesperado: de todos los grupos de edad evaluados, el que presenta un mayor nivel de ansiedad es el de 6 años. Las niñas en particular, pero esto es congruente con los resultados de estudios previos. Las niñas siempre salen peor paradas en los niveles de ansiedad. Quinto resultado inesperado: los niños de 6 años aumentan significativamente sus niveles de depresión al comparar el confinamiento y la vuelta al colegio en enero de 2021. Sexto resultado inesperado: los niños de 12 años aumentaron de forma significativa las quejas somáticas (dolores de cabeza, cansancio, etc.) al comparar el confinamiento y la vuelta al colegio en enero de 2021. 

Es difícil explicar completamente estos resultados. Parece que el colegio es un factor estresante en la vida de los niños, pero intuyo que la vida fuera del colegio también lo es (sin ser clínico). Entiendo, además, que muchos niños vivieron el confinamiento como un momento de calma y bienestar por poder estar en familia. Así nos lo dijeron. Quizás lo necesitaban, como tantos de nosotros. Hasta aquí todo parece más o menos razonable, aunque contradiga el bombardeo informativo de ansiedades al que hemos estado sometidos. Sin embargo, lo que me parece inexplicable es que los niños de 6 años hayan obtenido en todas las medidas las puntuaciones más altas de ansiedad (sin ser clínicas, recordemos). Y que aumenten los niveles de depresión al volver al colegio (sin ser clínicos, recordemos otra vez). No sé si tienen cerca niños de esta edad o han perdido la medida de cómo son. Busquen alguno y verán. Son todavía tan pequeños… Aunque no pueda explicarme del todo estos resultados, me temo que la entrada al colegio y las exigencias de la educación formal tienen algo que ver en todo esto. Alguna vez he leído sobre la importancia de que los niños estuvieran preparados evolutivamente para acceder a la educación formal. Estos resultados van en la misma línea y me han encendido un foco que ilumina especialmente los 6 años. Es posible que sea una edad especialmente importante, quizás más sensible a las demandas del entorno, quizás un verdadero momento de transición entre la primera infancia -tan graciosa, tan libre, tan ligada a la ficción- y otra infancia más formal, más juiciosa, más sensata. En cualquier caso y más allá de estas tribulaciones sobre el desarrollo, nuestro año de trabajo muestra que, a pesar de que la pandemia ha podido hacer estragos en muchos niños, muchos otros están bien y algunos incluso mejor. 

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3 comentarios

  1. Como siempre muy interesante todo lo que dices Marta…. y muy curioso de leer…. yo trabajo con niños bueno en su mayoría niñas, y al leerte me he dado cuenta de que justo algún comportamiento raro durante este curso ha sido con niñas de 6 años, alteradas y más nerviosas de lo normal…. en las demás edades, yo personalmente no he notado cambio, diría en mi modesta opinión de enseñanza extraescolar, que en general los niños y niñas se adaptan muy bien a cualquier cosa…. ojalá nosotros los adultos tuviéramos tanta capacidad como ellos.
    Un fuerte abrazo, esperando como siempre leerte de nuevo otra vez.

  2. Gracias María Ángeles. Es curioso que hayas observado algo similar a lo que hemos encontrado. Para nosotras han sido resultados muy inesperados porque van en contra de todo lo que hemos estado oyendo desde que empezó la pandemia. En este sentido, aportan elementos nuevos para comprender mejor y seguir estudiando a los niños. Espero volver a escribir pronto con nuevos resultados.

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VICTORIA GABALDÓN

Madre de Julieta y Darío, periodista y escritora. Creadora de MaMagazine, orgullosamente apoyada por una tribu de comadres poetas, escritoras, fotógrafas, creativas, ilustradoras, psicólogas, docentes y periodistas especializadas en maternidad.
Es madre de dos niños y profesora de Psicología del Desarrollo en la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid. La maternidad y la universidad conjugan su principal interés vital: entender y promover el desarrollo sano en los primeros años de vida. Desde 2009 dirige un equipo de investigación centrado en el estudio del desarrollo emocional infantil. Como resultado de sus trabajos ha publicado los programas Pensando las emociones con atención plena y varios libros sobre desarrollo infantil en la editorial Pirámide.

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