Padres y madres disfrutamos abriendo puertas a nuestras criaturas. Mostramos contenidos, descubrimientos, músicas, aficiones. Pero ojo, sin que nos vean. Tan importante una cosa como la otra. Y a medida que van creciendo, más. Que no te vean dejarles un libro que les pueda servir de guía en ese momento, que no te vean que pones una música que crees que les puede salvar la vida o que no te vean enseñándoles una afición incipiente. Se trata de abrir puertas y se trata de que no te vean.
sin que te vean
instrucciones para abrir
puertas a tus peques
sin que perciban tu presencia
: primero, conocerles bien
para ello, pasar tiempo a su lado
, leer detenidamente sus movimientos
, fijarse en sus intereses
, querer regar casi todos los días
; segundo, sabidos sus puntos de anclaje
, sus lugares de atención
, esmerarse para mostrárselos a menudo
; si les gusta la música, a tocar
, ¿que les gusta dibujar?, papeles
, ¿deporte?, a las bicis
; tercero, no menos importante
: que no parezca que estás ahí
, que todo amanezca como por descuido
: dejas un libro en la mesa
, colocas rotuladores buenos en tu bolso
, sintonizas salsa seguida de swing
, recuperas esa pelota
de vóleibol de tu juventud
: todo ‘casualmente’, todo ‘sin querer
’; y cuarto y último
no desfallecer
, intentarlo sin fin
, insistir una y otra vez
: ¿que las maracas no son lo suyo
?, quizá él es más de marimba
, ¿que el patinaje no le funciona
?, quizá ella es más de correr
.