Las sociedades humanas tendemos al culto, a la veneración. Necesitamos de dioses y diosas que respalden nuestras acciones. O nos castiguen. Además la historia está plagada de grandes personajes, héroes y heroínas, ejemplos de lo divino en el mundo. Nuestra sociedad actual también. Aparte de adorar a los que ya traemos en cola, sumamos pensadores, artistas de todos los ámbitos, deportistas, gurús y ahora también influencers, youtubers…
Mientras más perdidos y desconectados entre sí están los individuos, más necesidad de referencias para pertenecer al grupo. Un espejo en el que mirarnos y soñar que dejamos de ser mediocres para ser ese algo más. Nuestro imaginario colectivo se nutre de estas referencias, forman nuestra cultura y pensamiento, pero, ¿todo vale? ¿podemos y/o debemos separar al personaje de obra, de su legado a la humanidad?
Lo que diferencia a una sociedad libre de una oprimida son el pensamiento crítico y la libertad de expresión (que poco tienen que ver con soltar cualquier mamarrachada que se nos pase por la cabeza). Que, por ejemplo, John Lennon compusiera maravillosos himnos en el nombre de la paz en sus últimos años no debería borrar que fue un maltratador, que ejerció la violencia tanto sobre sus esposas como sobre su hijo. Además confeso y sin denuncias… ¿quién podría denunciar a John Lennon? Que pueda gustarnos su música, vale. Que lo hagamos referente mundial por la paz gracias unas cuantas buenísimas canciones… pues no. Hay miles de ejemplos como éste, en el que el genio, el personaje, no sólo nos traspasa su magnífica obra, sino que magnetiza con su presencia y personalidad sirviéndose de esto para ejercer abuso de poder, sumisión, violencia y dominio sobre otras personas y pasarse por el forro la ley. Porque de esto también se trata: a los héroes se lo permitimos todo.
Miremos de frente a Picasso: maltratador y hebéfilo, en el que podemos ver claramente un perfil psicópata. Sí, psicópata. Daros una vuelta por los patrones que siguen las obras entorno a sus musas: idealización, devaluación, ataque y desmembramiento total (¡la cumbre del cubismo!) Buscad cuántas se suicidaron o acabaron internas en psiquiátricos, qué ocurrió con sus hijos… Algunos podrían decir que una es una anécdota, dos ¿una coincidencia?… pero más es un patrón. Nada más que decir. Bueno sí, que posee el premio Lenin de la Paz.
Podríamos hablar de Neruda y violación, maltrato y pedofilia; Heidegger y nazismo y violencia, Gandhi y pedofilia, misoginia, clasismo, racismo y su relación con el nazismo; Osho, Elvis, Woody Allen, Maradona… O de Teresa de Calcuta, Santa y Madre con mayúsculas, beatificada y canonizada (con prisas, que necesitamos nuevos referentes) con innumerables cuervos volando sobre su cabeza: millones de dólares recibidos algunos de ellos del fraude financiero (su relación con Charles Keating por ejemplo), amiga de dictadores… Hay voces que denuncian (post mortem por supuesto, ¿quién iba a hablar mal de una santa?) su dudosa forma de tratar a los enfermos: violaciones sistemáticas de los derechos humanos, sin apenas cuidado profesional y abandonados en el sufrimiento y la resignación (la marca de la casa). Una especie de casas del terror amparadas por organismos públicos, reconocidas socialmente y sacralizadas.
A los que rozan a Dios con sus dedos, se lo permitimos todo.
No tiene que ver con la vida privada en concreto del personaje. No tiene que ver con si el referente debe ser puro e inmaculado y haber llevado una vida rectitud y bondad absolutas. Está claro que las vivencias personales influyen e inspiran (enfermedades mentales, vivencias en la infancia, adicciones varias…), el problema es cuando la obra, por muy genial que sea, es excusa para cometer delitos impunemente. Tener un pensamiento crítico es dudar, investigar, cuestionarse todo y, sobretodo, a nuestros referentes sociales.
Podemos disfrutar de sus obras y su legado. Pero ya va siendo hora de matar a dioses intocables.


35 años. Mujer y madre de dos niños de 12 y 8 años. Maquilladora y doula, acompañando la vida y la muerte. Actualmente apostando por la escritura creativa e intentando mantener siempre un discurso interno crítico con lo que la rodea y consigo misma.
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