No es fácil encontrar relatos que cuestionen la fábula del hijo pródigo, así como no es fácil encontrar testimonios de las relaciones entre madres e hijas que cuestionen la abnegación, que pongan de relieve la rotura de una relación que parece inexpugnable. Tampoco es la primera vez que la escritora Vigdis Hjorth (Oslo, 1959) dedica un libro al complejo entramado de las relaciones familiares, a medio camino entre la ficción y la experiencia personal, sin miedo a la impresión que pudiera causar esta escritura en su propio entorno: ya lo hizo con La herencia (Mármara y Nórdica, 2019), premio de los libreros y de la Crítica de Noruega. ¿Ha muerto mamá? (Nórdica, 2023) es una obra densa en su planteamiento y, al mismo tiempo, ágil en su lectura, en la que la protagonista debe imaginarse, inventarse a un madre que ya existe, pero con la que ya no tiene ninguna relación. La protagonista es Johanna, una artista noruega que regresa a su país natal treinta años después de que pegase la patada a todo lo conocido: su anterior marido, su familia y todos los lazos que la ataban a ella para vivir en Estados Unidos y desarrollar una carrera como artista. Cuando su actual marido fallece, deja su casa en Utah y se traslada, con motivo de la invitación a una exposición retrospectiva de una galería, a un apartamento en el que vivir y un estudio en el que trabajar. Es entonces cuando comienza a preguntarse si será posible encontrarse con una madre que vive a pocos kilómetros de ella. Es entonces cuando comienza a imaginarse los motivos por los que no le coge el teléfono. Es entonces cuando su obra se revela como otro muro infranqueable en su reciente obsesión por recuperar una relación rota con su madre.
La literatura tradicional ha premiado las loas a las relaciones entre madres/padres e hijos/hijas, cuando la realidad es que todas las relaciones familiares son sumamente poliédricas, aunque nos empeñemos en ocultar muchas de sus facetas. Es por eso que ejercicios de escritura como los de Hjorth, que antepone la literatura a las consecuencias, son tan bien recibidos y, aunque turbadores, refrescantes y necesarios. ¿Es posible dejar atrás a una madre, aunque deliberadamente se haya roto la relación con ella? ¿Es posible borrar esa huella? Johanna vuelca el vacío de respuestas en su obra al igual que Hjorth lo hace con la escritura.
¿Cuántos hijos tiene y de qué edades?
Tengo tres hijos: Jesper (41), Line (39) y Marie (36), y también cinco nietos.
¿Qué es, para usted, lo mejor y lo peor de la maternidad?
Es muy interesante ser madre. Puedes aprender mucho sobre ti misma mientras luchas por criar a tu hijo o hijos. Es todo un reto, por supuesto, una gran responsabilidad, por supuesto, ¡pero también muy divertido! Puedes volver a jugar con los juguetes, a gatear por el suelo, a cantar las viejas canciones infantiles y tener una nueva perspectiva de tu infancia, de tu madre, de tus padres y de tu familia de origen. Puedes descubrir qué patrones de comportamiento has adoptado de tus propios padres, y ese es el primer paso si quieres cambiar esos patrones.
Todo ocurrió en el transcurso de un caluroso verano. Es verdad lo que se dice de que basta con una mirada, una sola mirada, y yo ardía con una llama inextinguible, lo que se consideró una traición. y un desprecio. Escribí una larga carta explicando por qué aquello era necesario para mí, abrí mi corazón en una carta, pero en la breve respuesta que recibí era como si no ha hubiera escrito. Una respuesta breve y decidida, con amenazas de renegar de mí, pero «si entraba en razón» y volvía a casa inmediatamente, tal vez podrían perdonarme. Escribían como si yo fuera una niña sobre la que tenían derecho de usufructo.
¿Cómo era su trabajo antes de ser madre? ¿Y después? ¿Sufrió algún cambio significativo?
Me convertí en madre antes de publicar mi primera novela, tenía 23 años cuando nació mi hijo. Mi primera novela se publicó en 1983. Así que es difícil hablar de mi trabajo antes y después de la maternidad. Pero, por supuesto, espero haber madurado como escritora y como persona en los años transcurridos desde entonces.
¿Cree que la figura de la madre está mitificada?
Sí. Tanto por parte de los hombres como de las mujeres, pero de diferentes maneras y por diferentes razones políticas.
Los políticos españoles utilizan con frecuencia el concepto de “familia” para hablar de la estructura que lo sostiene todo. Pero la familia es también el lugar donde se producen los actos más perversos: abusos sexuales, violencia… ¿Debemos cuestionarnos este concepto?
El concepto de “familia” ya está cuestionado en muchos aspectos. Todos los conceptos tradicionales deben ser cuestionados y debatidos continuamente. Así es como avanzamos. Por eso, a veces estamos tan ansiosos por desarrollar y modernizar la sociedad que avanzamos demasiado deprisa. Pero recuerde que solo soy una simple escritora de ficción, no una científica social ni una filósofa.
¿Llamé a mi madre para conocerla de nuevo? ¿Para ver quién es ahora? Hablar con mi madre como si no fuera mi madre, sino una persona normal y corriente, una mujer cualquiera en la estación de tren. No porque no sea una persona completamente normal y corriente, con todas sus peculiaridades, sino porque una madre nunca puede ser una persona normal y corriente para sus hijos, y yo soy su hija.
¿Es inevitable la figura —o sombra— materna?
Es una pregunta difícil y no tengo la respuesta, ¡no soy tan sabia! Pero creo que la primera persona que cuida de un niño tiene una enorme importancia para su desarrollo, que ser madre es ser poderosa de una forma u otra, que, como madre o primera persona que cuida de un niño, debes ser consciente de tu poder e influencia sobre los más pequeños. ¡Es exigente ser tan poderosa! Lo que necesitamos es más autorreflexión. Todas las personas deberíamos intentar mantener conversaciones sinceras con nosotras mismas.
Ante la ausencia de una madre, ¿es la palabra escrita una forma de llenar ese vacío?
En la literatura podemos encontrar —al menos esa es mi experiencia— a las madres, a los padres, a los hermanos, a los primos, a las tías sabias y a los tíos graciosos que nunca has tenido en la vida real.
¿Cree que la reparación es posible?
Oh, sí. Siempre que quieras admitir tus faltas y fracasos.
Johanna es artista y ha pasado las últimas tres décadas viviendo en Estados Unidos con su esposo y su hijo. Tras la muerte de su marido, Johanna regresa a su Noruega natal. Una galería la ha invitado a una exposición retrospectiva, con una nueva obra suya como pieza central. Johanna alquila un apartamento junto al fiordo y una pequeña cabaña en el bosque a las afueras de la ciudad. A medida que atraviesa la urbe, de un lado a otro entre los dos lugares, busca dar sentido a su vida en el trabajo que tiene por delante y descubre algo que une su pasado con el presente.