La percepción de la imagen corporal se entiende como la forma en que nos percibimos a nosotras mismas, cómo configuramos nuestro cuerpo y la manera en que creemos que nos ven los demás; es decir, implica factores psicológicos, familiares, socioculturales y biológicos que determinan cómo se percibe subjetivamente cada persona, cómo piensan que son vistas y como ven a los demás. En cada cultura existe un “ideal corporal” diverso, las relaciones con el propio cuerpo están fuertemente influenciadas por varios factores socioculturales.
Específicamente, aún hoy en día se le otorga a la mujer el deseo de ser madre por el hecho de ser mujer y se le atribuye valoración social. Los mandatos sociales continúan generando malestar, sin posibilidad de hacerse preguntas singulares sobre el cuerpo, el deseo y la maternidad. Cuando la concepción no se da de modo natural, muchas mujeres lo experimentarán como una “herida narcisista” que afecta la percepción del propio cuerpo, a veces percibido como “fallido”, porque no puede naturalmente procrear. Aquí muchas personas y parejas deciden acudir a las técnicas reproductivas para ser asistidos por la ciencia. Pero esta decisión no es sin consecuencias, sobre todo para la mujer; una seguidilla de exámenes y, como resultado, una intromisión en el cuerpo, que es necesario registrar y reconocer para evitar focalizarse meramente en el “cuerpo reproductivo” y dejar por fuera el “cuerpo erógeno”, el cuidado del erotismo y del placer más allá de la reproducción.
También se observa una sobre exigencia en torno a hábitos alimenticios, ejercicio físico, que si se tornan obsesivos y estrictos pueden generan malestar. Por otro lado, en algunas ocasiones las dificultades reproductivas se convierten en una oportunidad para mejorar costumbres y, por lo tanto, la calidad de vida sin volverse una exigencia y/o frustración. Poner todo el foco en el cuerpo biológico intervenido por la ciencia que se torna un cuerpo “transparente” dejará por fuera la subjetividad y las marcas. En relación con los procedimientos de reproducción asistida que implican sobrecarga hormonal, inyecciones y ecografías, puede generar una desconexión con el cuerpo, tornándolo a merced de la fecundación, y a posteriori las marcas pueden ser visibilizadas . Al referirme a “marcas” no me refiero a marcas que tengan que ver con lo estético, con descender o ascender de peso, sino en dejar de disfrutar de esa corporalidad que, además de ser un cuerpo orgánico, es un cuerpo erógeno con el cual se puede sentir placer. En todas las situaciones se observan modificaciones en torno a la imagen corporal a partir del inicio de los tratamientos de reproducción asistida, así sea porque “dejan de mirarse”, de cuidarse o por el otro extremo, un exceso en “reparar” algo en el cuerpo con el fin de acelerar procesos y contribuir a la concepción.
Los cánones de belleza influyen en los modos de mirarse, aceptarse y reconocer los cambios corporales. La mirada del entorno también influye en la autopercepción y autoestima. Tras atravesar los tratamientos médicos comienzan a pensar en el cuerpo, a modificarlo y retomar o reconectar con el lugar de disfrute. Será de suma importancia intentar establecer un equilibrio entre conductas saludables y obsesiones, y aceptar los posibles cambios propios de los procedimientos para proteger la salud integral.
Un texto de Cecilia Taburet.