“Este es un poema para todas las madres que están
cansadas, para que sepan que pensé mucho en ustedes
este año. Estoy sola y perdida, me pregunto
si cada una de ustedes también está sola y perdida.
¿A veces no les da la sensación de que nunca van a
descansar? Pero sí, vamos a descansar, la vejez es
una hermosa promesa”.
Si nos sigues, te habrás dado cuenta de la importancia que damos en MaMagazine a la palabra escrita, tanto en prosa como en verso. A la ficción y a lo que no lo es. Por eso queremos hablarte de Madre Soltera, un pequeño libro de poesía con una cuidadísima imagen, que contiene preciosos versos sobre “el tema”. Versos que a veces son crudos, retratos de un posible “esto no me lo contaron”. Versos que también son amor, que son belleza y que son contradicción. Un libro, como dijo Mercedes Halfon, “robado a las horas lúcidas, al contraluz de la maternidad“.
La portada de este poemario ya dice mucho: “Quedar embarazada por error es una forma de quedar embarazada. ¿Y qué es un error? Una cosa que no estaba en los planes, quiere decir que nadie se la había imaginado. Algo que se lamenta después de que sucede, o un deseo tan profundo que no se sabía, y el cuerpo se adelanta y lo realiza”.
Adentrarse en este libro es entrar en el mundo de una madre, en los cambios de su cuerpo, en lo salvaje de un parto, en el cansancio de la crianza. En el darte cuenta de que ya no eres la primera y que, probablemente, no lo vuelvas a ser nunca más. En permitirte la queja. Y en disfrutar con las pequeñas conquistas de la personita a quien diste la vida.
Los poemas de Madre Soltera, editado por Las afueras, nacen de la pluma de la argentina Marina Yuszczuk, madre de un hijo de 8 años y directora editorial en Rosa Iceberg (no dejes de visitar Lata Peinada: allí encontrarás algunas de las referencias de esta preciosa editorial de autoras, comprometida con la literatura de las mujeres. Con Marina, hablamos de maternidad, de poesía y de edición.
¿Cómo era tu trabajo antes de ser madre y cómo es después de serlo? ¿Ha afectado la maternidad a tu trabajo?
Sí, ha afectado mucho a mi trabajo porque tuve que aprender a hacerlo en períodos de tiempo muy acotados, con mucha concentración. Es un gran esfuerzo trabajar así; si antes de ser madre tenía las horas por delante y podía distraerme o demorarme, después de que nació mi hijo tuve que resolver mi trabajo con bastante apuro, en ratos en los que no podía perder el tiempo. Pude hacerlo y aprendí mucho, pero también fue agotador. Y durante los primeros años de mi hijo elegí trabajar menos para poder pasar más tiempo con él, hasta que creció un poco y yo misma tuve ganas de retomar algunas tareas. De todas formas, mirándolo en retrospectiva, desde que soy madre viví mis años más productivos.
¿Qué es, para ti, lo mejor y lo peor de ser madre?
Lo mejor de ser madre es que es maravilloso vivir con un niño, me parece muy divertido. Me fascina mi hijo, me encanta mirarlo y es increíble hablar con él. Todo lo que dice, y cómo piensa, es rarísimo y me sorprende todo el tiempo. Hay un espíritu de juego y de diversión que él trajo a la casa.
Lo peor de ser madre está relacionado con la pregunta anterior, en parte, y es no tener casi nunca la propia mente disponible para una misma, siempre estar partida y repartida. También la parte maquínica de la maternidad: lavate los dientes, lavate las manos, comete la comida, hasta que te sentís como un robot. Y a medida que los niños crecen también hace falta que te constituyas en una especie de pared contra la que puedan chocarse, se siente raro pero es necesario hacerlo. Una última cosa que no sé si diría que es mala pero me pone muy melancólica: que es extraño vivir con alguien que se transforma todo el tiempo. Hay muchas cosas nuevas, y también se pierde algo a cada rato.
¿Cuál es la huella de tu hijo en tu trabajo?
Me parece que la más importante es que me puso en una relación con la literatura, con la narración mejor dicho, que había perdido, y que imagino habré tenido en mi propia infancia. La práctica de contar cuentos, de improvisar, crear relatos orales en el momento o compartir lecturas, comentar lo que leemos, me hizo captar algo del arte de narrar que no tiene que ver con la literatura como una institución prestigiosa, tal como la conocemos los adultos. Y veo la huella de eso en mis libros, en la manera de narrar; en cierta forma mis novelas son cuentos de hadas, así lo siento, y hay un estilo que surge de las horas pasadas en el cuarto de mi hijo por la noche, antes de que se duerma, leyéndole y contándole cuentos.
¿Cómo definirías el trabajo de una editora?
El trabajo de una editora tiene que ver con pensar un catálogo como una obra, con libros que dialoguen entre sí, sean diferentes y al mismo tiempo puedan leerse como un todo.
¿Se puede comparar el trabajo de edición con el embarazo? ¿Y el nacimiento de un libro con el de un bebé?
Nada puede compararse con un embarazo, me parece a mí, ni con un parto; hay algo del orden de lo físico que se escapa al lenguaje y cuando escribí sobre mi propio embarazo y parto traté de escribir precisamente contra esa dificultad. Me parece que en un principio son experiencias mudas, por lo menos si uno trata de conectar con el propio cuerpo y sus sensaciones y no vivirlas a partir de otros relatos. En la escritura y edición de un libro, en cambio, participa la intuición, y hay un punto donde hay que dejarse llevar por ella, pero la diferencia con tener un hijo es radical. Por otra parte hay muchas escritoras, y serán cada vez más, que no son madres, así que me parecería oportuno empezar a romper el paralelismo entre escritura y maternidad en el imaginario sobre las escritoras mujeres.
¿Es la poesía un buen vehículo para desahogarse de la maternidad? ¿Es, de alguna manera la literatura, terapéutica para ti?
No sé si hay una descarga, creo que no es eso lo que se busca. En principio, cuando quise escribir sobre maternidad fue porque, por un lado, me parecía imposible decir algo y, por el otro como poeta me interpelaba mucho una experiencia tan honda, tan nueva. Para mí la característica de lo nuevo es que no hay palabras para decirlo, así que es un gran desafío poder darle forma a través de la poesía. Creo que esa es la razón para escribir, esa conmoción, esa vivencia que te atraviesa y te pone en una especie de abismo. ¿Cómo no va a ser tentador para un artista querer hacer algo con un material semejante?
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