Conocí a Patricia Cervantes en las segundas jornadas Yo no renuncio organizadas por el Club de Malasmadres, donde a través de varias mesas redondas e intervenciones se analizaron qué avances y qué retos siguen teniendo por delante maternidad y conciliación familiar. Cuando entré al anfiteatro de la Fundación Telefónica, elegí el sitio de las tímidas, una última fila, pero con muy buena visibilidad. Allí, salvando las distancias marcadas por la pandemia, me encontré con Patricia. Nos presentamos y nos contamos, brevemente, quiénes éramos y qué hacíamos allí. Y no pude sentirme más interpelada por el trabajo de autoconocimiento y coaching que ejerce Patricia Cervantes a través de su propia consultora Además de madre.
Patricia es una más entre esas mujeres que se vieron atrapadas por la maternidad: “Tras años de priorizar a los hijos y ser CEO de mi casa me di cuenta de que había descuidado totalmente mi faceta profesional, a pesar de tener mucha formación. Me sentía totalmente descompensada, sin equilibrio. Así que decidí reinventarme a los 40”.
Seguro que a ti también te resuena esta historia, ¿verdad? Acabas de ser madre, tienes que volver al trabajo y no te encuentras. El hueco que dejaste se te ha quedado grande o pequeño, quién sabe. Necesitas dar un giro a tu vida. Quizá decidas emprender, si te encuentras con fuerzas, para ser tú quien ponga las reglas e intentar conciliar tu vida personal con tu proyección laboral. Bienvenida a este club, no estás sola: muchas emprendemos por obligación. Aunque luego nos vaya mejor que en el mercado tradicional, con suerte. Esto tampoco pasa nunca. Pero lanzarnos al emprendimiento por obligación y no por devoción no es la solución para el gravísimo problema de desequilibrio que se presenta ante las mujeres cuando tienen que conjugar distintas facetas de su vida, entre ellas, la maternidad y una carrera profesional.
Hemos hablado con Patricia para saber cuál ha sido su experiencia y cómo su maternidad ha marcado su profesión.
¿Cuántos hijos tienes y de qué edades?
Una vez me dijo una mujer muy sabia: “No a todos los hijos hay que parirlos”. En aquel momento no entendí muy bien qué significaba aquella frase, tuvieron que pasar algunos años para que cobrara sentido. La maternidad llegó a mí de golpe y de manera poco “convencional”: 3 hijos (2 chicos y una chica), que hoy tienen 25, 23 y 18.
¿Cómo era tu trabajo antes de ser madres? ¿Y después? ¿Sufrió cambios significativos?
Estudié Derecho y, a través de un Máster en Gestión de Empresas Audiovisuales, comencé a trabajar como consultora en productoras y creadoras de contenidos para televisión. Asistía a mercados internacionales del sector en busca de nuevos formatos y realizaba informes sobre nuevas tendencias. Trabajé en Barcelona y Madrid, hasta que en 2001 decidí volver a Sevilla para iniciar una nueva etapa profesional más cerca de mi familia (soy sevillana).
Ese era el plan hasta que llegó el AMOR (con mayúsculas siempre): un amor maravilloso, que perdura a día de hoy y que supuso una revolución en mi vida. Pasé de vivir “a mi bola” con 29 años a mudarme de nuevo a Madrid, familia numerosa y vida de ama de casa. El cambio fue muy grande y muy rápido, pero no lo dudé ni un segundo. No fue fácil, lloré mucho, pero era lo que yo quería. El amor me aportó certeza.
Este nuevo comienzo supuso una renuncia a mi carrera profesional. Esa palabra, renuncia, no he sido capaz de pronunciarla ni aceptarla hasta hace pocos meses. Me resistía: “lo hice por amor”, era mi justificación, como si una cosa excluyera a la otra. Renuncié por amor, sí. Pero fue una renuncia que me pasó factura emocional y físicamente, ¿cómo no?
Desde el principio de mi etapa como madre y ama de casa sentí un gran desequilibrio. Como madre me sentía muy plena y agradecida de poder dedicar tiempo a mis hij@s y a la casa, a construir una familia unida a partir de historias pasadas y nuevas incorporaciones. Sentí que era lo mejor para tod@s: había que estar ahí, muy presente. Por otro lado, una parte de mí se sentía olvidada, desatendida, frustrada. Me sentía víctima de las nuevas circunstancias y me quejaba, me quejaba mucho. Y la queja te quita poder, eso lo sé ahora.
¿Cuál es la huella de tus hijos en tu trabajo?
Para mí, ser madre ha sido una oportunidad que me ha dado la vida para conocerme y transformarme. Me refiero a sanar lo que estaba roto y dolía y no me dejaba avanzar. Ser madre te conecta con algo muy profundo pero muy poderoso a día de hoy para la mujer adulta que eres: la niña que fuiste y la relación con la madre. Ahí está el origen de cómo vemos el mundo, a nosotras mismas, cómo entendemos el dar y el recibir, el amor y los miedos. Me gusta pensar en la maternidad como una plataforma de aprendizaje y en mis hij@s como espejos que me recuerdan lo que me queda “pendiente por aprobar”. Como todo aprendizaje, tiene su curva: al principio es duro, incómodo, nos sentimos torpes y con ganas de tirar la toalla, “no seré capaz”, nos decimos. Pero con constancia, llega un momento en que te sueltas y puedes pedalear sin ruedines.
¿Qué es, para ti, lo mejor y lo peor de la maternidad?
Lo mejor. Siento que ser madre me ha hecho crecer como persona, ser más paciente, más empática, comprometida con algo más grande que yo (una familia). He experimentado el AMOR (otra vez y en mayúsculas) sincero y correspondido, me ha hecho ver mis luces y mis sombras, mis valores, mis creencias, me lo ha puesto todo enfrente.
Lo peor. El desequilibrio. Dar, cuidar, me llevó al extremo. Identificarme con el papel de madre y mujer de y olvidar el resto de lo que también soy. Recuperar todo lo que soy además de madre me está llevando años. Es un camino de transformación sin vuelta atrás que a veces da miedo, pero en el que también hay mucho AMOR para ti y para tod@s los que nos rodean.
¿Cuál es el germen de Además de madre?
Llegué al coaching como clienta buscando respuestas. Me fascinó y decidí profundizar, aprender más y finalmente dedicarme a ello profesionalmente. Cuando empecé a diseñar mi marca personal, no fui capaz de seguir mi intuición y dirigirme a madres. Y, claro, no me sentía segura ni cómoda ni honesta. Paré y tras un trabajo personal de aceptación de mi historia personal cambié mi nombre a Además de madre y desde esa aceptación y gratitud auténticas pude dar visibilidad a lo que quería aportar: acompañar a mujeres que como yo priorizaron a sus familias dejando de lado otras facetas de su vida, de su esencia, y ahora se sienten perdidas.
En tu web cuentas que, un día, dejaste de reconocerte a ti misma y, desde entonces, ayudas a otras mujeres a encontrarse. ¿Cuál es tu método de trabajo? ¿Cómo consigues ayudarnos?
Mi historia personal ya te le contado. A mí me ha reconfortado mucho saber que hay muchas mujeres que comparten experiencias similares. De escuchar sus historias de amor y renuncia y del camino que inicié hace más de 10 años he recopilado las herramientas de desarrollo personal que mejor encajan con nosotras, con nuestras necesidades.
Con el coaching y la escritura como base, he ido añadiendo y poniendo a disposición de mis clientas lo que veo que funciona y que es común a muchas de nosotras. Por supuesto cada historia y cada proceso es único y eso lo respeto siempre. Mi método permite esta flexibilidad a la vez que facilita el camino pasando por esas etapas y aspectos que suelen ser comunes.
¿De qué hablamos cuando hablamos de auto-maternidad?
Hablamos de atender y apoyar a la niña interior que todas llevamos dentro. De darle (que es darnos) lo que no recibió en su momento y condiciona nuestro presente: la forma en la que nos relacionamos, cómo tomamos decisiones, como gestionamos nuestras emociones, cuáles son nuestros patrones de comportamiento, etc. Ahora como adultas y como madres, necesitamos y podemos atender a esta niña. Ser la figura cuidadora y amorosa que necesitó y no tuvo, sin culpas ni reproches a las madres que tuvimos que hicieron lo que pudieron con lo que tenían. Haciéndome responsable porque puedo. Otros términos son maternizar, en inglés “reparenting”.
Este proceso es especialmente importante porque tiene un gran impacto en cómo somos como madres, en cómo criamos a nuestros hijos. Todas fuimos criadas por niñas en cuerpo de adultas. Tomar consciencia de esto nos hace madres más presentes y nos libera de muchas cargas y sufrimientos. Por eso es una parte importante del método Además de Madre.
¿Por qué crees que la maternidad marca tantas diferencias para nosotras? ¿Tienes alguna predicción de futuro sobre cómo vamos a conjugar nuestras múltiples facetas?
Ser madre no es lo mismo para mí que para ti, como no es lo mismo el éxito, el amor, el dinero, el trabajo, la familia, … Como en cada una de nuestras facetas, refleja lo que hemos vivido y cómo lo interpretamos. En nuestra forma de vivir la maternidad influyen nuestras creencias, nuestros valores, nuestros miedos y fortalezas, por eso mi experiencia y la tuya son diferentes.¿Predicción de futuro? Esta pregunta impone. No sabría qué decirte. Parte de la información que condiciona nuestra forma de ver y estar en el mundo proviene de la educación que recibimos, del entorno, de lo que se considera aceptado o no por la sociedad, correcto o incorrecto. Hay una parte importante de concienciación social, de educación y de visibilidad que estáis llevando a cabo mujeres como tú a través de esta revista o como Malasmadres. Gracias en nombre de todas las que estamos y de las que vendrán detrás. Por mi parte, pienso que un futuro mejor pasa también por conocernos, atrevernos a soltar lo que ya no nos funciona y mostrar al mundo la versión de nosotras mismas que nos haga sentir mujeres plenas.