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PILAR CÁMARA: “ESCRIBIR ES MI MANERA DE NO AHOGARME”

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Conocí a la escritora y periodista Pilar Cámara (Madrid, 1982) en la presentación de las Maternidades precarias (Arpa, 2022) de Diana Oliver. Cuando nos presentaron nos hizo mucha ilusión conocernos, pues nos seguíamos mutuamente la pista de las escrituras que nos brotaban. Pilar se define como periodista de corazón y vocación. Y es cierto lo que dice: es una mujer que va con el corazón por delante, sin escudos ni trampas. Pude comprobarlo cuando devoré su poemario Morfología de la sangre (Cántico, 2022), un libro de portada roja, intensa, que esconde el fluir del líquido elemento que nos da vida. En esas letras, no es que el corazón vaya por delante: es que se abre en canal sin miedo a perder el latido. No era el primer libro de Pilar: antes llegaron Rouge (Amargord Ediciones, 2013), Un nido en las clavículas (Inventa Editores, 2018) y su participación en varias antologías poéticas. Pilar, que fue editora de Murray Magazine, también fundó su propia agencia de comunicación, Bluebird. Madre de Luna (6 años), corazón incansable y mirada intensa, nos cuenta hoy cómo se relacionan su maternidad y su poesía.

¿Cómo era tu trabajo antes de ser madre? ¿Y después? ¿Sufrió cambios significativos?

Trabajo por cuenta propia en Bluebird Comunicación, una empresa dedicada a las labores de departamento de prensa, agencia 2.0 y organización de eventos. La verdad es que antes de ser madre no era consciente de hasta qué punto el trabajo absorbe nuestras vidas. Me recuerdo en una sala de hospital mientras me hacían la prueba larga de la glucosa, con el ordenador en las rodillas adelantando trabajo. También me recuerdo el día 19 de diciembre (Luna nació el 20, de madrugada) entre contracción y contracción preparando las felicitaciones navideñas de los clientes para redes sociales. Antes de irme al hospital se me pasó por la cabeza meter en el ordenador en la bolsa que tenía preparada. Me da mucha pena recordar todo esto. Era incapaz de bajarme de esa rueda. Cuando Luna nació sentí que tenía que estar siempre con ella y ella conmigo, y todo esto cambió. Tuve la inmensa suerte de poder estar con ella hasta casi sus dos años que empezó a ir a la escuela infantil. En este tiempo hice auténticos malabares para llegar a todo, trabajaba de madrugada y a trompicones. Ojalá haber estado con ella de verdad, cuidándola, solo cuidándola, esos dos años. Pero me alegro de haberla tenido en casa.

¿Qué es, para ti, lo mejor y lo peor de la maternidad?

Lo mejor es Luna, sin duda. Ella, como persona. A veces digo que yo no quería ser madre, sino ser SU madre. Han pasado casi seis años y todavía me asombra este amor salvaje que me nace desde las entrañas, la inmensa ternura que siento, a veces, cuando la miro, cuando escucho cómo se ríe, cuando me dice «mamá». Lo peor es este sistema que no nos permite bajar de la rueda productiva para hacer lo más importante que podemos hacer: cuidar. Porque sin los cuidados no se sostiene nada más. También la falta de sueño, he pasado cuatro años y medios con despertares constantes cada noche, y la sensación de soledad infinita en alguna ocasión, aunque esto es más causa de mis propias circunstancias, ya que crie a Luna los tres primeros años lejos de mi familia y de mis mejores amigas.

¿Cuál es la huella de tu maternidad en tu trabajo?

Mi poesía siempre ha sido yo misma. Soy yo quien está ahí, así que desde el momento en el que me quedé embarazada, eso se reflejó en mis versos. En la antología feminista Discípulas de Gea, donde tuve el inmenso honor de colaborar con una serie de poemas, reflejo el deseo atroz que tenía entonces de ser madre. En Un nido en las clavículas, mi segundo poemario, reflejo la espera, el parto, los primeros meses de mi nueva yo como madre y de mi bebé. También cómo, a veces, cuando la muerte nos golpea muy duro y muy cerca nos aferramos a la vida, incluso a las nuevas vidas. Allí escribí: «Escribo sobre mis manos / porque te sostienen». Supongo que eso lo resume todo. Luna lo ocupó todo, incluso la poesía, esa parcela que era tan íntima y tan mía.

En Morfología de la sangre exploras la maternidad pero desde un punto de vista ascendente, mirando hacia tu madre. ¿Cuál es el germen de este poemario?

La infancia de mi hija me ha colocado frente a mi propia infancia. Fue entonces cuando quizá pude mirar mi niñez sin el velo idealista con el que, a veces, el tiempo recubre los recuerdos. Son 29 las veces que la palabra «madre» aparece en Morfología de la sangre porque son mi hija y mi madre quienes sostienen los versos del libro, mientras yo observo y me pregunto desde las entrañas por lo destructor y lo constructor del ser maternal. Ahí encuentro tanto dolor y tanto amor, que no sé qué hacer con ello. Como dice Maribel Llamero en el prólogo, «amor y dolor se presentan en este poemario como única posibilidad resultante de la proximidad entre el yo poético y los demás», sobre todo en las relaciones familiares, que aquí se cuestionan. Y la máxima expresión de esos vínculos familiares es la maternidad.

¿Y cuál es el germen de tu relación con la poesía?

La lectura, sin duda. Comenzar a leer y no haberlo dejado de hacer nunca. Ir saltando de un libro a otro hasta llegar, un día, a Sylvia Plath, a Alejandra Pizarnik, a Diane di Prima, a Maite Dono… Pero también a las canciones de Christina Rosenvinge o de Nacho Vegas. Supongo que todas ellas, sus letras, su manera de contar sembraron algo en mí.

Recuerdo perfectamente dónde y cómo escribí mi primer poema como tal. Fue una necesidad brutal de expresar lo que estaba sintiendo. Ni siquiera era consciente de estar escribiendo poesía, eso me lo dirían otros después. Desde entonces no he parado porque no puedo dejar de hacerlo. Escribir es mi manera de no ahogarme.

Tu poemario expone el cuerpo, lo visceral. ¿Qué es, para ti, poner el cuerpo?

Es justamente esa necesidad brutal de la que te hablaba, que la siento aquí dentro, físicamente de manera muy nítida. Es también hablar de sangre y de fluidos, del mismo origen de lo que somos, porque todo empieza por ahí.

 

Hoy, 17 de diciembre de 2022, Pilar entra en la década de los 40. Yo lo quiero celebrar con este texto de Diana Oliver. A Diana y a Pilar las unió, precisamente, la facultad de Ciencias de la Información. Cuenta Diana que la primera vez que entró por la puerta de la facultad de Ciencias de la Información “podría haber sufrido un colapso de ilusión. Y de sudor. Estaba tan nerviosa —y temblorosa— que pensé que iba a morirme allí mismo, a las puertas inmensas de aquel edificio espantoso que, según contaban, era el diseño fracasado de una cárcel. Yo lo creí a pies juntillas durante años y, de hecho, hoy aún nadie me ha desmentido aquella leyenda (…) La cuestión es que tras las paredes de aquel lugar conocí a un montón de gente. A algunas personas primero, en un aula con más de cien proyectos de periodista que en su mayoría no llegarían a pasar ni el primer ciclo. Muchos empiezan la carrera, pero pocos acaban llegando a la meta. Y no me extraña. Yo la abandoné un año entero y me costó dos más que a los demás terminarla. Hoy aún hay días que sueño con que sigo allí y me faltan dos asignaturas. Me despierto angustiada, pensando si es verdad. A veces hasta he tenido que sacar el título. A otras personas llegué gracias a mi huida y a mi vuelta después a aquella no cárcel. Quién lo diría después de la entrada triunfal bañada en sudor aquel primer día. Con una de ellas he seguido corriendo sin descanso desde entonces. A lo Thelma y Louise, que es como deberíamos habernos llamado, joder. Solo nos ha faltado el enorme descapotable y Brad Pitt. Hoy, muchos años después de nuestro cruce de caminos hemos encontrado un alto en forma de montaña rusa. Una con unos cuantos loops salvajes. Y una palabra que nos define: #laotong. Porque a veces las huidas paren hermanas. Qué suerte tengo. Qué bien tenerte de compañera en el vagón”.

 

Feliz vida, feliz poesía. Feliz sangre, que es vida.

 

pilar cámara

Morfología de la sangre es una obra que emerge desde los afectos y los lazos familiares. Un libro que culmina con la expresión lírica de la maternidad. Pilar Cámara se desangra en sus páginas para crear un imaginario poético único, en el que expresa la complejidad el amor, el dolor y los vínculos.

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VICTORIA GABALDÓN

Madre de Julieta y Darío, periodista y escritora. Creadora de MaMagazine, orgullosamente apoyada por una tribu de comadres poetas, escritoras, fotógrafas, creativas, ilustradoras, psicólogas, docentes y periodistas especializadas en maternidad.
Madre de Julieta y Darío, periodista y escritora. Creadora de MaMagazine, orgullosamente apoyada por una tribu de comadres poetas, escritoras, fotógrafas, creativas, ilustradoras, psicólogas, docentes y periodistas especializadas en maternidad.

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