La diseñadora Sarah Fager nació en New Glasgow, Canadá, pero se mudó con su familia a Suecia a los cinco años. Compaginó sus estudios de diseño entre Canadá y Suecia, y comenzó a trabajar en IKEA como becaria en 2007. Ahora es una de sus diseñadoras más reconocidas: ha participado en el diseño de más de 200 productos y una de sus piezas icónicas corona, en estos meses, la sede de las oficinas de IKEA of Sweden en Älmhult. Madre de 3 hijas, además de diseñar y criar, tiene tiempo para recorrer el mundo corriendo maratones. Coincidiendo con la celebración de Nyfikshult —un festival que reúne a trabajadores de Ikea, diseñadores, creativos y periodistas— a principios del pasado mes de junio, la sonrisa de Sarah nos recibe en el hall de su centro de trabajo y nos convoca alrededor de uno de los espacios de creación para hablar sobre crianza, diseño democrático e inspiración.
¿Cómo es criar y ser una mujer creativa en Suecia?
Desde una perspectiva sueca somos muy afortunadas: la sociedad, en general, asume que vas a tener hijos, que los vas a criar y que vas a seguir trabajando. Nos gusta este tipo de sistema: funciona para nosotras y hace que todo sea más fácil e igualitario tanto en casa como en el trabajo. Los hombres intervienen naturalmente en las tareas del hogar. A veces, necesito recordarme a mí misma que esto, que es tan natural para nosotras, no lo es en otras partes del mundo. Aquí puedo ser productiva en mi trabajo y, a la vez, correr una maratón en Namibia, además de ser madre. Me siento realmente afortunada por poder hacer todas estas cosas.
En ese sentido, IKEA ha tomado la iniciativa para inspirar a personas en todo el mundo: es una gran marca global que trabaja a partir de unos valores. Cuando nos reunimos con nuestros proveedores establecemos una serie de directrices acerca de cómo nuestros valores afectan a lo que hacemos. En el caso de ser madre, siento que mi empresa confía en mí, que desea que yo sienta que hay equilibrio entre mi trabajo y mi vida, porque es así como mejor funcionan las cosas.
Llevas muchos años trabajando en una empresa con décadas de tradición a sus espaldas, pero siempre en el culmen de la modernidad. ¿Qué significa esto para ti, como diseñadora?
Realmente siento que estamos en el núcleo de la vanguardia en el diseño de interiores, conocemos mucho el terreno en el que nos movemos. Como diseñadora, también siento que estamos inmersos en un modelo de negocio circular superinteresante, que hace que trabajemos de forma distinta a como lo hacíamos antes. Además, al ser una empresa tan grande, sentimos que realmente nuestro trabajo puede influir en muchas esferas de la vida y debemos hacerlo, siempre, de la mejor forma posible. Por supuesto, debemos tener mucho cuidado porque, si cometemos errores, también son grandes errores. Así que siento una gran responsabilidad y, a la vez, una gran inspiración a la hora de ejercer mi trabajo aquí.
¿Dónde encuentras inspiración?
Me interesa la manera en la que la gente lucha y sueña todos los días, en todo el mundo, no solo desde la perspectiva de un hogar sueco: sus desafíos, la cantidad de dinero que tienen para gastar… Lo veo como un trabajo humanista: es importante conocer las funciones de una casa y que rindan bien en la vida familiar. Por ejemplo: me estreso cuando no encuentro los calcetines de mis hijas o si hay demasiados miembros de la familia en el baño delante del lavabo. Es en el día a día de una casa donde encuentro inspiración para ofrecer mejores soluciones en términos de diseño. Si fuera a tu casa, miraría con mucha curiosidad cómo resuelves las cosas. Me parece muy interesante observar cómo organizas tu vida diaria: el orden o el desorden en tu frigorífico, si tienes zapatos en el pasillo o cuántos armarios tienes…
¿En cuántos proyectos de diseño estás inmersa en tu día a día?
Normalmente, trabajamos con 10 o 15 proyectos al mismo tiempo: desde complementos —tazas, tuppers— hasta muebles grandes. Formo parte de un equipo de aproximadamente 20 diseñadores internos y un gran grupo de diseñadores externos, y solemos recibir a estudiantes en prácticas cada seis meses. Los becados trabajan exactamente como nosotros lo hacemos, en ningún caso son los responsables de traernos el café, en frecuentemente se quedan en la empresa al finalizar sus prácticas. Yo comencé como becaria, de hecho.
Un diseño icónico de Sarah Fager: la silla FRÖSET
Junto al diseñador Henrik Preutz, Sarah dio forma a uno de los diseños icónicos de IKEA: la silla FRÖSET, reconocida por su composición a base de madera curvada, una técnica tradicional con siglos de antigüedad. «Nuestro reto era diseñar, a partir de un briefing, un mueble para el salón. Una silla diseñada con procesos y técnicas tradicionales en la producción de muebles en Escandinavia. El precio debía ser asequible, además. En nuestra escala de precios bajos, medios o altos, debía estar en la franja central.
Debía convertirse en un diseño icónico, de producción eficiente —si solo usamos un material, podemos hacerlo con un mismo proveedor, que hace las cosas más fáciles—. Curvar la madera es algo que se lleva haciendo en la fabricación de muebles escandinava desde hace mucho tiempo».