La interrupción voluntaria del embarazo no pone en riesgo la salud mental de las mujeres. No se experimenta más depresión ni ansiedad. Tampoco baja la autoestima después de haber pasado por un aborto voluntario. Montones de personas han luchado por este derecho a decidir de forma libre si se quiere tener un bebé y parece que los efectos de este poder de decisión son más beneficiosos que perjudiciales. Al contrario, cuando no se puede decidir, las futuras madres sí que tienen más probabilidades de sufrir problemas psicológicos y sus bebés de crecer con ciertas dificultades emocionales, cognitivas y sociales. No lo digo yo, lo dice la Asociación Americana de Psicología, que viene a ser uno de nuestros dioses. Dicho esto y, por favor, que no se olvide para el resto de las líneas que siguen, la experiencia de una interrupción voluntaria de embarazo debe ser todo un acontecimiento.
Hace un tiempo, no mucho, leí El acontecimiento, un potente libro de Annie Ernaux en el que narra su propia experiencia al poner término a un embarazo no deseado cuando aún no se podía decidir. Como tantas mujeres, tenía muy pocos años. En España abortan cada día alrededor de 270 mujeres y la mayor incidencia se da entre los 20 y los 24 años. Al leer a Ernaux me sucedió eso que dice Bruno Le Marie, el Ministro de Economía francés sobre la lectura y que circula estos días en las redes sociales: aprendí más de mí misma, viví a través de su relato y sentí con ella una mezcla de emociones que luego me dieron mucho que pensar. Es curioso cómo no nos paramos a pensar en algunas cosas hasta que el azar te las coloca tan cerca que ya no las puedes esquivar. Ernaux no me dio opción y sentí el miedo, el desamparo, la angustia, la soledad, la vergüenza y la culpa que deben sentir la mayoría de las mujeres y las niñas en la sala de espera. Sentí el vacío y el alivio al salir de allí. El alivio, ese es el que supera todo lo demás porque el cuidado de un hijo es la tarea más demandante de todas las posibles. Con Ernaux, a sus 24 años, me pude situar en ese precipicio que es el aborto: el horror de tener que cargar con un niño no deseado y la pena de perder para siempre la posibilidad de verlo.
Por mucho que poder decidir cuándo ser madre sea un avance indiscutible, cada día un montón de mujeres y niñas se asoman al precipicio. Mi mayor admiración a todas aquellas que han recorrido ese camino y que, después de mirar al vacío, cierran los ojos, dan media vuelta y vuelven a pisar tierra firme. No podía haber elegido Ernaux un mejor título. Es todo un acontecimiento.
Echa un vistazo a nuestra selección de literatura sobre el aborto parte 1 y parte 2.
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