Conocí a la doula colombiana Tatiana Berrio en un interesantísimo live en Instagram, como todos los que hace Iratxe Larraia de Vega, otra gran profesional —doula y psicóloga especializada en acompañamiento terapéutico— de la que hablaremos próximamente. La conexión con Tati fue inmediata: es una mujer que habla sin pudor de cómo nuestro territorio cuerpo ha sido colonizado, de lo urgente que es volver a recorrerlo y renombrarlo para poder gestar y parir tanto hijxs como proyectos. Enfermera de profesión, doula, partera y asesora de lactancia, vive en Antioquia (Colombia), rodeada de montañas. Su acompañamiento presencial debe ser algo increíble —para las que estamos en España es posible hacerlo vía Zoom—. Sumergirse en su visión, basada en lo científico y ampliada por la sabiduría de las tradiciones, es una estupenda herramienta para quienes quieran reconocer su ciclicidad, gestar hijxs o proyectos, estén en proceso de pre-gestación, embarazo, parto, lactancia o crianza. Una mirada holística donde nosotras somos el centro. Cuidarse para poder cuidar, conectar con el útero más que con el cerebro, para crear y sostener nuestros proyectos. Recordar, reconocerse, reconectar.
Tati, háblanos de La Montaña Casa, tu maravilloso proyecto personal.
La Montaña Casa de Medicina es un espacio físico y virtual de acompañamiento, contención y soporte a mujeres que desean valorizar su primera gota de luna (sangrado menstrual) y reconocer el cuerpo como un territorio donde habitan todas las memorias de las decisiones conscientes e inconscientes: mujeres en proceso de gestación, parto, postparto y lactancia, reconociendo siempre su lugar seguro. Se llama La Montaña Casa porque en el relato tradicional las montañas son el lugar del pensamiento y en el territorio/cuerpo son las tetas, senos o mamas; el lugar en que se logran reconocer las infinitas posibilidades humanas cuando se despeja el pensamiento.
¿Cómo era tu trabajo antes de ser madre? ¿Sufrió cambios tu trabajo tras tu maternidad?
Antes de maternar, trabajaba como enfermera en la asistencia; tenía poco conocimiento certero de la maternidad, la lactancia, la mujer, la vulva, la matriz y el sangrado menstrual (sangre lunar).
¿Cuál es la huella de tus hijos en tu trabajo?
Ellos me permitieron encontrarme conmigo misma y reconocerme como mi propio lugar seguro. A través de esta huella hoy acompaño a muchas mujeres en el maternar encontrando en su cuerpo la realidad de quien cada una es.
¿Qué es, para ti, lo mejor y lo peor de la maternidad?
Lo mejor ha sido encontrar en cada hijx una maestría que me enseña y me lleva profundo: Juan, de 6 años, es mi maestro del amor. Pero no el amor romántico, el amor que lleva la voluntad en todos los matices: amando las luces y las sombras, recordando que con la mierda se hace abono, que el veneno es alimento y medicina. Brisa, de 4 años, es mi maestra de la feminidad. Aún recuerdo la primera vez que pisó mi tierra desde la mirada extrauterina: ella me confronta todo el tiempo el ser mujer y me hace repensarme, explorarme y volver a sentir mi femenino.
Lo más difícil de maternar ha sido ver lo mucho que falta por aprender, las múltiples veces que debo bajar la cabeza para comprender que me equivoqué como adulta, cambiar la mirada adultocéntrica y recordar que la verdad está en ellos.
¿Qué cuestiones crees que son más urgentes de atender, actualmente, en las mujeres? ¿Qué es vital mirar de frente para vivirnos plenas en una sociedad condicionada por el consumismo y el patriarcado?
Reconocer y hacernos cargo de nuestras propias heridas. La sociedad nos enseñó a poner la mira afuera, responsabilizando a todos y todo de lo que sucede dentro; entonces es importante reconocernos responsables, asumir nuestras heridas, así no necesitamos bandos, solo espejos que nos permitan vernos amorosamente.
¿Por qué es recomendable un acompañamiento adecuado cuando decidimos gestar un hijx o un proyecto?
Porque al gestar creamos una semilla, así que si tenemos consciencia de esa semilla podremos reconocer y leer en ella que es lo que necesita para florecer.
Porque, aunque somos seres sociales por naturaleza, se precisa un acompañamiento sin juicio para leernos sin la interpretación de otrxs. Lo importante es que la persona con la que transitamos el proceso se dedique a eso, a acompañar, no a sacar conclusiones ni a colonizar al otro. Así es como lo hacen lxs niñxs: no queremos respuestas, queremos que nos permitan ser exploradoras y así llegar a nuestras propias conclusiones.
Asomarse por la web de Tatiana es un viaje interior hacia cuestiones esenciales que a todas nos interesan. Cómo reconocer el territorio por explorar que es nuestro cuerpo, dar valor a las decisiones que tomamos sobre él y respetar sus ritmos. Cambiar la perspectiva, dejarse atravesar por la revolución que supone escuchar y dar espacio a nuestra parte más instintiva y salvaje, que tan metódicamente se silencia en este sistema, donde lo ascendente asfixia la espiral, las prisas huyen de cualquier intento por profundizar y lo femenino sigue siendo tabú, secreto y zona restringida por la que pasar rápido y de puntillas.
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