¿Sabías que el primer libro impreso en Sydney, Australia, fue escrito por una mujer? ¿O que dos de los principales premios de literatura de Australia, el Premio Literario Miles Franklin y el Premio Stella, llevan el nombre de la misma persona… el de una mujer? La literatura australiana, aun siendo bastante joven (la tradición era oral dado que los pueblos autóctonos no usaban la escritura; su obra poética, por ejemplo, no fue recogida hasta el siglo XX), es brillante y posee características propias que la hacen destacar. Es una literatura muy unida al territorio y sobre la que queremos saber más.
Por eso, preguntamos a la escritora, poeta y traductora Pilar Adón, una de las personas que más sabe sobre literatura australiana en nuestro país, traductora de varias obras y apasionada del tema. A través de esta entrevista, que hicimos por teléfono, conocerás cuál es la primera vinculación de Pilar con Australia, qué le llamó la atención sobre su literatura y quiénes son las escritoras a las que deberíamos conocer.
¿Cómo llegaste a interesarte por esas letras tan lejanas y por sus autoras?
Empecé a interesarme por Australia y su literatura hace mucho tiempo, por diversos factores: me interesaba el país como concepto, gran parte de la familia de mi madre emigró a Australia en una de esas oleadas de emigraciones. Algunos fueron a Francia, a Alemania… y mi familia materna se fue a Australia. Esto es anecdótico: de pequeña, me mandaban pinturas de colores donde aparecían el canguro, el koala… llamaban mucho mi atención. Llegué a la literatura de una manera muy casual. Recuerdo que, hace muchos años, viendo una película en La 2, Picnic en Hanging Rock, de Peter Weir, me quedé absolutamente fascinada con la ambientación, con el tema y el argumento de la película. Tiempo después, cuando ya estaba trabajando en la editorial Impedimenta y estábamos buscando títulos que publicar, di con esta novela de Joan Lindsay (1896-1984), que dio nombre a la película, y descubrí que no estaba traducida al castellano. Me fascinó porque es una novela maravillosa, muy sugerente, muy significativa de lo que es Australia, y me lancé a traducirla. Ha funcionado muy bien, hay muchos seguidores de ese tipo de literatura.
“El lector tendrá que decidir por sí mismo si Picnic en Hanging Rock es una historia real o ficticia. En cualquier caso, semejante cuestión parece no revestir demasiada importancia, dado que el fatídico picnic tuvo lugar en el año 1900, y los personajes que aparecen en este libro llevan mucho tiempo muertos”.
Picnic en Hanging Rock, Joan Lindsay
Picnic en Hanging Rock cuenta la historia de un grupo de alumnas que, para celebrar el día de San Valentín del año 1900, deciden irse de excursión a una zona llena de vegetación, algo alejada del colegio en el que están estudiando. Ahí suceden una serie de acontecimientos que hace que algunas estudiantes desaparezcan. Esta desaparición hace que se desencadene toda una especie de histeria colectiva en el colegio y en la zona porque no se sabe qué ha pasado con ellas. Hay varias explicaciones, entre ellas está la que se vincula con la naturaleza, una naturaleza muy peculiar. Esta historia fue tan impactante y famosa que mucha gente creyó que era un hecho real.
Joan Lindsay jugaba un poco con esta idea: el libro está lleno de recortes de periódicos, informes policiales. Ella ni aseguraba ni desmentía, no confirmaba ni negaba que aquello hubiera podido ser verídico (obviamente, es ficticio). Pero mucha gente todavía cree que fue real y hay peregrinaciones a la zona en busca de posibles indicios que pudieran arrojar luz sobre el paradero de estas chicas. A pesar de situarse la acción en Australia, este libro tiene tintes góticos. Cuando traduje este libro, me di cuenta de la peculiaridad del inglés australiano: tiene expresiones, jerga y vocabulario que son muy específicos de Australia. Lo descubrí con Picnic en Hanging Rock, cuando lo traduje. Empecé a hacerme una especie de diccionario, pero llegué a una comprensión absoluta de lo que era la lengua cuando traduje mi siguiente libro de otra autora australiana, Barbara Baynton: el conjunto de relatos titulados Estudios de lo salvaje.
“Desde una de las ramas del árbol que en ese momento se agitaba sobre su cabeza, le llegó el reclamo de una madre previsora y alerta, así como el gorjeo de sus aturdidos pichones. La tierna preocupación de aquella ave despertó en ella recuerdos de infancia. ¿Qué importancia podía tener esa solitaria oscuridad si lo que hacía era llevarla hasta su madre? Sintió que desaparecían sus resquemores y se internó en el conocido camino sin más consideraciones, sonriendo de vez en cuando mientras anticipaba su encuentro.
—¡Hija!
—¡Madre!
Podía sentir ya sus amorosos brazos y sus besos, que siempre son sagrados cuando se trata de los de una madre”.
Estudios de lo salvaje, Barbara Baynton
El gótico australiano es algo que ha llamado siempre mi atención, porque es imposible hablar de ruinas medievales relacionadas con el gótico en Australia: no hay castillos con pasadizos ni criptas, pero por las descripciones de los paisajes, cierto fatalismo, muchos personajes que son bastante extraños, bastante sombríos y que parecen deambular por estos territorios, un poco dominados por la sinrazón, cierta histeria (como en Picnic en Hanging Rock) o cierta locura (como en los personajes de Baynton), todo esto está muy vinculado a lo gótico.
Barbara Baynton (1857-1929) introduce montones de matices góticos en sus relatos. Es una autora que, en Australia, están descubriendo recientemente. No es demasiado conocida pero podemos considerarla pionera: a mí me resultó siempre apasionante. Cuando comencé a traducir sus relatos, me di cuenta de la dificultad extrema que tenía el lenguaje, porque lo que ella hacía era escribir como hablaban, como se oían los sonidos. Esa característica, que acercaba el lenguaje a los lectores, hace muy complicada la traducción.
Baynton tuvo problemas para publicar este libro de relatos, Estudios de lo salvaje, porque no tuvo ningún reparo a la hora de hablar de lo que ella conocía. De hecho, al no poder publicarlo en Australia, se publicó en Londres. Estamos hablando de una forma de literatura que no ensalza, precisamente, las características nobles de los habitantes de Australia. Este libro, publicado en 1902, se alejaba de las características de las obras a las que estaban acostumbrados los australianos: con ciertos toques nacionalistas; se intentaba ensalzar al buen hombre, trabajador, que volvía a casa cansado por la noche y ahí estaba la familia esperándole, la cena, los niños, la mujer bondadosa que esperaba a su hombre pacientemente… Barbara no asume en absoluto ninguno de estos roles, ni acepta en absoluto ninguna de estas características: ella si tenía que hablar de racismo, hablaba de racismo. Si tenía que hablar de las palizas que los maridos daban a sus mujeres, hablaba de eso. Habla tanto de estos temas como de la naturaleza: la naturaleza que ella conocía bien. El peligro, para las mujeres de Baynton, para sus personajes femeninos, no solo viene de la naturaleza como para el resto (serpientes, tormentas, sequía, desiertos…). La situación de aislamiento era la misma para todos los personajes, masculinos o femeninos, los peligros que venían de la naturaleza eran los mismos, pero la amenaza de muerte, en el caso de las mujeres, se multiplicaba: a todo lo anterior, había que añadir el salvajismo que en un momento dado podían desplegar, sobre ellas, sus propios compañeros.
Que no hubiera héroes, que no hubiera miradas afables, que no hubiera esa especie de loa al hombre bondadoso, no era algo que agradara en la época. Baynton no tuvo ningún tipo de autocensura a la hora de contar estas cosas. Algo importantísimo y muy característico en este libro es el tratamiento de la naturaleza. En Australia, alrededor de las poblaciones habitadas, se sitúa el bush (de hecho, este libro en inglés se titula Bush Studies). Bush, en inglés, se traduce como arbusto y es lo que rodea a las poblaciones, lo que empieza a ser una zona asilvestrada. Más allá del bush, está el outback, el desierto. Es muy fácil morir en el outback, incluso en la actualidad, porque no hay nada. Hay noticias relativamente recientes de excursionistas que mueren en el outback. Baynton eligió hablar del bush, de las zonas que rodean a las áreas más pobladas.
Además de Joan Lindsay y Barbara Bayton, ¿qué otras autoras se consideran pioneras de la literatura australiana?
Por ejemplo, Anna Maria Bunn (1808-1899), autora de El tutor. Esta novela fue la primera novela impresa en Sydney. La autora, que en un principio firmó como “anónimo”, utilizó un pseudónimo que decía “novelista de Australia”. En los años 60 del siglo XX se supo que era, además, la primera novela impresa escrita por una mujer.
Henry Handel Richardson (1870-1956) es el nombre tras el que se esconde Ethel Florence Lindesay Richardson, la autora de El principio de la sabiduría, historia que se desarrolla en un internado, en el que estudia Laura, de 12 años, que esconde su origen humilde. Ella utilizó este pseudónimo porque quería saber si realmente era tan fácil para los lectores distinguir la obra de una mujer de la de un hombre.
Miles Franklin (1879-1954) es el nombre detrás de Stella María Sarah Miles Franklin, autora prolífica y que destaca por su novela Mi impresionante carrera. Ella no quería que los lectores supieran que lo había escrito una mujer, pero no deja de ser curioso que dos de los grandísimos premios literarios australianos lleven su nombre: el Miles Franklin Literary Prize y otro es el Stella Prize. Por cierto: el primer autor en ganar el Miles Franklin Literary Prize fue Patrick White, con Voss (White ganó, también, el Premio Nobel de Literatura).
Una autora brillantísima fue Christina Stead (1902-1983), autora de El hombre que amaba a los niños, una novela impresionante. En esta novela aparece uno de los personajes masculinos más detestables de la historia de la literatura: Sam Pollit. Sam era un hombre que no deja de hablar, que no permite que sus hijos sean libres, que se cree muy listo pero es tremendamente presuntuoso, egoísta… uno de los personajes más insoportables de la literatura universal. En ese sentido, Christina lo supo hacer de maravilla. La novela solo tiene un pero: inicialmente estaba centrada en Sydney pero los editores decidieron que lo cambiara y lo ubicara en Washington. El resultado no fue demasiado bueno porque hay falta de verosimilitud: se ve realmente que no es un espíritu estadounidense el que hay en esta novela: es un espíritu ciertamente australiano y hay una especie de fallo extraño que hizo que la novela no tuviera todo el éxito que merecía.
Elizabeth Harrower, 1928-2020, es una de las grandes novelistas australianas y todo un referente para autoras de gran proximidad geográfica como Helen Garner o más lejanas como Eimear McBride. Impedimenta publicó, hace pocos meses, La torre vigía, escrita en 1966, un clásico de la literatura australiana.
¿Hay alguna característica que esté presente transversalmente en estos títulos?
Una característica transversal a estos títulos es la relación intimísima de los personajes con la naturaleza. Las mujeres que se enfrentan a esa naturaleza (y no solo a ella: también a la sociedad), en el caso de Picnic en Hanging Rock una de las interpretaciones que se dio al hecho de que estas chicas desaparecieran y luego cómo se asumió la noticia en el colegio, con esta especie de histeria y caos, es como el paso de una edad a otra. Está situada en el año 1900, es el paso de una era a otra, de una edad a otra en el caso de las protagonistas, de su situación de adolescentes que empiezan a dejar de serlo. El paso de un colegio para señoritas que todavía tiene todo el halo, la tradición inglesa y cómo esas tradiciones tan británicas, de repente, se ven enfrentadas a lo salvaje de la naturaleza en la que se pierden. Esa naturaleza, esa manera de olvidarse de lo que son las situaciones y las buenas maneras, lo que se intentaba que fuera lo políticamente correcto y cómo de repente la realidad se impone, en el caso de Baynton y en el caso de Picnic en Hanging Rock, ante lo muy rígido y protocolario que quiera tener la directora hacia sus alumnas. También está en el caso de Baynton muy presente la maternidad, la relación entre las madres y las hijas, la relación de las mujeres con sus parejas. En el caso de La torre vigía, está totalmente presente la relación de dos hermanas con un personaje masculino que viene a ser también, absolutamente detestable. El personaje masculino de esta novela, Felix Shaw, es un déspota, un tirano que no tiene ningún tipo de empatía. Lo que hace a los dos personajes femeninos, las hermanas Laura y Claire, que viven en Sidney, es humillarlas y menospreciarlas de una manera silenciosa: se nota que algo está pasando, los vecinos lo saben, pero nadie realmente dice nada, hacen que no ven nada. Él se hace con el control de la casa, de las vidas de las hermanas: les esconde objetos y ellas, al no encontrarlos, se sienten muy perdidas. Él hace ver que, en realidad los han perdido ellas: les chilla, se ríe de ellas… con una violencia que nunca va a ser evidente. Esta crueldad y esta manera de maltrato psicológico también es absolutamente evidente en esta novela, con una sutileza tal que hace que el malestar sea incluso muchísimo mayor.
Un comentario