En la literatura, como en la vida, los caminos más interesantes se encuentran cuando sales de las vías más transitadas. A veces, los caminos no son de tierra: son ríos. Y los viajes que emprendes no son solo desplazamientos, sino que son tránsitos. Son experiencias. Muchas veces inesperadas, otras veces muy previsibles. Esta herida llena de peces, la primera novela de la autora colombiana Lorena Salazar Masso, es todo eso y más. El viaje por el río Atrato, en el departamento del Chocó colombiano, de una madre blanca y su hijo negro es una metáfora, donde una canoa transmuta de barca a momento vital en el que suben y bajan personajes de lo más variopinto, no siendo ninguno de ellos casual o prescindible.
“Tener un hijo es buscar, todo el tiempo, formas de explicar el mundo. Poner en palabras cosas terribles, milagros, presentimientos. Hablar de dinosaurios sin tener ni idea”
Puede parecernos extraña la historia de una madre de crianza, una mujer que cría a un hijo que no ha parido. Pero es que esta historia no es la historia de una madre sola: es la historia de dos. La que parió y la que cría. La que cría inicia el viaje por el río, acompañada del hijo al que cría, para encontrarse con la madre que parió al niño. No es lo más frecuente en nuestra sociedad, claro está. Pero la misma historia, trasladada al Pacífico colombiano, quizá no lo resulte tanto: la maternidad es una excusa para hablar de una violencia que es, desgraciadamente, personaje principal de esta trama. La violencia que atraviesa el relato asusta, pero no extraña. Entristece, más que violenta. Porque sigue siendo una realidad con la que se han acostumbrado a vivir millones de personas. En Colombia y en otros territorios que sufren, sin fin, conflictos armados.
“No me importa si para que el niño se quede conmigo tengo que recibir a la madre. Las dos, igual de solas, buscamos en él un motivo para seguir viviendo en una tierra de madres abandonadas”
Esta historia es la que es porque se desarrolla a orillas del río Atrato. Es lo que es por el territorio que habitan los personajes. Esta herida está abierta y está presente. Sigue mojada y llena de peces. Como dice Lorena en su novela: “La historia, como dice mi recuerdo, es una herida con la que nacemos todos”.
Entrevistamos a la autora para saber lo que hay detrás de Esta herida llena de peces. Hablamos sobre su infancia, sobre la maternidad (ella no es madre, pero no hace falta serlo para hablar del lugar de donde todos venimos) y sobre territorios.
Naciste en Medellín, ¿verdad? ¿Cuál es tu relación con el Chocó colombiano?
Sí, nací en Medellín, y llegué a vivir a Quibdó, Chocó, cuando tenía nueve años (2000). Mi madre es de un pueblo del Chocó (El Carmen de Atrato), así que mi relación con este lugar empieza antes de que yo llegara, comienza con mi madre.
¿Es este libro una vuelta a la infancia? ¿Qué ha cambiado, para ti, desde ese momento hasta ahora?
El libro es una vuelta a la raíz, y para llegar a la raíz necesariamente tuve que atravesar mi niñez. Escribí las escenas de la narradora niña desde la emoción, quise deformar los recuerdos que tenía, algunos más, otros menos. Creo que el recuerdo en sí es ficción.
Aún siento cariño, agradecimiento y admiración por el Chocó, quizás apego también. Cambió mi percepción, desde luego. De niña no entendía por qué pasaba lo que pasaba, por qué había tanta desigualdad, por qué tantos mosquitos, por qué Colombia había abandonado este pedazo de tierra que hace parte de su mapa: esto no ha cambiado.
¿Cuál es el germen de esta novela?
El germen es la pertenencia y el arraigo. Esta herida llena de peces empezó como una búsqueda. Me interesaba explorar a qué puede pertenecer una mujer que se siente fuera de lugar: ¿a la tierra? ¿a las mujeres que la rodean? ¿a un río? ¿a un niño ajeno?
¿Qué te hizo introducir la maternidad, en esta forma de la que casi nadie habla, en tu novela?
La búsqueda de la pertenencia hace paradas en la niñez y se queda un rato rondando la maternidad, que es la raíz de todo. La madre es lo primero, a lo que naturalmente pertenecemos. Pero ¿qué pasa si nuestra madre tiene que irse, abandonarnos, dejarnos a cargo de una desconocida porque no tiene dinero para alimentarnos? ¿a quién pertenecemos entonces? Es algo que pasa mucho en el Chocó, las mujeres son las más afectadas por la desigualdad y el conflicto, y todo el tiempo están buscando la forma de salvar a sus hijos.
¿Madre nace o se hace?
En la novela la madre se hace, busca merecer al niño, llevar con dignidad y entereza la palabra madre, cuidarlo de los mosquitos, darle una bici, llevarlo hasta donde vive su madre biológica.
¿Por qué te recomendamos este libro?
Porque esta herida está sabiamente bendecida, de antemano, por Pilar Quintana y Fernanda Melchor, grandes referentes de la literatura sudamericana en la actualidad.
Porque la autora introduce reflexiones sobre la maternidad, la pertenencia y el apego de una profundidad y sabiduría infrecuentes en una escritora tan joven.
Porque la violencia entra y sale de un relato como una filigrana. Un relato que es, esencialmente, una historia de belleza donde los personajes secundarios actúan de escudo y refugio; donde la hermandad, la sororidad y la solidaridad se elevan por encima del dolor más profundo.