Cuenta Isabel Jiménez Moya (Madrid, 1975) en la solapa de Canciones de Buen Rollo (Sílex, 2023) que de pequeña quería ser detective o escritora y que por eso acabó estudiando periodismo. Los motivos de Carolina Prada Seijas (Ponferrada, 1975) para estudiar la misma carrera fueron otros: ella quería viajar y entrevistar a sus ídolos. Fue en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid donde se encontraron y descubrieron su pasión por la música. Esta pasión las llevó a alimentar Canciones de Buen Rollo, un blog que es el germen del libro que acaban de publicar y que da fe de sus gustos y las muchas horas de escucha y emoción que llevan encima.
Este libro no es un libro de recomendaciones, o no solo eso. No es un libro de anécdotas o historias sobre las canciones, o no solo eso. Es la manera muy personal y colectiva que han encontrado las autoras de relacionar más de 130 canciones con diferentes momentos de sus vidas.
Isabel, antes de convertirse en madre, fue redactora-jefa de la sección de Política Social de Europa Press. Cuenta que, de alguna manera «estaba en el proceso ascendente de alcanzar mi cima profesional, era muy feliz con mi trabajo y no me importaba dedicarle la mayor parte de mis días. Cuando volví de mi baja maternal, mi puesto había desaparecido, y tuve que reinventarme. Durante una racha muy intensa de trabajo en la que estuve sometida a mucho estrés y casi no podía ver a mi hijo, que para entonces tenía menos de dos años, caí enferma y me di cuenta de que ese ritmo era insostenible. Me pedí una reducción de jornada y mi carrera se quedó estancada. Afortunadamente, soy muy inquieta y siempre he estado creando otros proyectos que me han ayudado a no decaer, como este».
¿Cuál es el germen de vuestro libro?
Isa: Canciones de Buen Rollo surge de una catarsis vital, justo en el momento que acabo de describir, al volver de mi baja maternal. Se juntaron varios factores: me estaba separando del padre de mi hijo, mi pareja de toda la vida, y mi mundo se tambaleaba. Encontré un refugio en las canciones y jugar a compartirlas en un grupo de Facebook fue un despertar maravilloso. Al poco, empecé a recopilar todos los temas que iban surgiendo en un blog: escritura musical terapéutica. Un año después, me pareció importante que hubiese más de una voz hablando de temas para venirse arriba y enseguida pensé en Carol, melómana, buenrollera y buena amiga desde la facultad.
Carol: Me apunté al blog de muy buena gana, porque llevaba tiempo dándole vueltas a la idea de empezar uno, pero no terminaba de arrancar, así que la propuesta de Isa me pareció fantástica: escribir sobre algo que me apasiona y sin la responsabilidad de mantenerlo yo sola. Después llegó el confinamiento, un momento en el que quien más, quien menos, todos tiramos de música —del arte en general— para hacernos menos dura la travesía. En ese momento, Ramiro Domínguez, nuestro editor, creyó que podría ser una buena idea publicar un libro luminoso sobre canciones que te salvan si no la vida, sí el día. Recogimos el guante y nos liamos a convertir el blog en un libro, aunque al final la tarea nos llevó más tiempo del previsto: nada menos que tres años.
¿Qué es, para vosotras, la música?
Isa: La música es un motor de sensaciones, es un vehículo para viajar en el tiempo, es el bálsamo para curar magulladuras, el resorte para hacerte crecer, el paraguas cuando llueve, el flotador para cuando no eres capaz de nadar contra corriente y la cuerda para sacarte del pozo… Las canciones tienen la capacidad de doblegar voluntades y cambiar el estado de ánimo (para bien y para mal). La música es poderosísima.
Carol: Para mí es un elemento imprescindible en mi vida. No me imagino un día sin escuchar ni una canción. La música es una acompañante incondicional y que nunca falla, capaz de espantar nubarrones, de darte respuestas, de inspirarte… Además, es un nexo que te permite conectar con otras personas, independientemente de generaciones, edades, nacionalidades o ideologías políticas.
¿Qué canciones os ayudan a arrancar por las mañanas, cualquier día entre semana?
Isa: Tenemos un capítulo en el libro dedicado especialmente a esto, el primero: Empezamos bien… y ahí hay cerca de veinte canciones con el propósito de salir de la cama con impulso y energía. Una de mis favoritas es “My Sharona” (The Knack), que es un tema que tengo asociado a mi hermana Sara (de hecho la llamo así) porque era con quien compartía habitación y la que se encargaba de despertarme cada día. También son estupendas y tiene mucho significado para mí “Something Got Me Started” (Simply Red), “These Boots Are Made For Walking” (Nancy Sinatra) o “What’s Up” (4 Non Blondes).
Carol: Esta respuesta podría ocupar toda la entrevista… Depende bastante de la época o incluso del día. Ahora mismo me ha dado por ponerme en bucle “Left to My Own Devices”, de Pet Shop Boys, porque estuve el otro día en el concierto de Madrid y no me la puedo sacar de la cabeza. Aparte, entre mis infalibles de siempre (también incluidas en el capítulo que menciona Isa) están, por ejemplo, “First of the Gang to Die” (Morrissey), “Fuerte!” (Surfin’ Bichos), “Corazón contento” (Marisol) o “Beautiful Ones” (Suede).
¿Qué playlist recomendarías a una madre exhausta?
Carol: En el perfil de Spotify de Canciones de Buen Rollo tenemos una lista de reproducción llamada “Girl Power!” con la que seguro que cualquier mamá se viene arriba por agotada que esté. Ahí están desde Janis Joplin hasta La Lupe, pasando por Rosalía, Cat Power o The Supremes, aunque mi consejo personal es que cada una se confeccione sus propias listas para tener siempre a mano esas canciones que pueden salvarles el día, como un botiquín de emergencia. Katie, la madre hastiada de la novela de Nick Hornby Cómo ser buenos, descubre en un momento dado que lo que necesita para seguir adelante es tener su momento del día para ponerse unos auriculares y escuchar a Air. Es importante encontrar ese momento para una misma, aunque sean cinco minutos, y darse el gustazo de escuchar una canción que te apetezca.
Isa: Pues habría que confeccionar una receta musical que empezase con el diagnóstico (“Under Pressure”, de Queen y David Bowie) que siguiese con una dosis de relax antiestrés (ahí puedes meter “Easy” de Lionel Richie, “At Last” de Etta James o “Comfortably Numb” de Pink Floyd), una sesión de mindfulness para centrar la mente en lo importante con “Blow Away” de George Harrison o “God Only Knows” de Beach Boys. Un chute de rebeldía con “I Want To Break Free”, también de Queen o “Rebellion (Lies)” de Arcade Fire y para terminar una inyección de autoestima con “A quién le importa” de Alaska y Dinarama, “I’m too sexy” de Right Said Fred o “I Saved the World Today” de Eurythmics.
¿Qué canciones os han salvado la vida?
Isa: Son incontables las canciones que me han sacado del abismo o de la tristeza banal de un día tonto. Todas me valen. Desde “I Will Survive” (Gloria Gaynor) o “You Ought to Know” (Alanis Morissette) cuando me han roto el corazón, pasando por “Superstition” (Stevie Wonder) o “Get Lucky” (Daft Punk) para maldecir mi mala suerte. “I’m Still Standing”(Elton John) o “Eye of The Tiger” (Survivor) fueron esenciales cuando tuve que lidiar contra un cáncer; “You Got It” (Roy Orbison) tras el acoso escolar, “Believe” (K’s Choice) cuando me despidieron, “Too Young to Die” (Jamiroquai) y “Alive” (Pearl Jam) al superar la pandemia… lo dicho: la lista es casi infinita.
Carol: Secundo a Isa, la lista podría ser interminable. Si tengo que escoger un puñado que han sido mi salvavidas en determinados momentos, se me ocurren “Starman” (David Bowie), “Ever Fallen in Love” (The Buzzcocks), “Alone Again Or” (Love), “Paracaídas” (Los Enemigos), “You Can’t Always Get What You Want” (The Rolling Stones), “Ain’t Got No/I Got Life” (Nina Simone), “Centro di gravità permanente” (Franco Battiato), “Le temps de l’amour” (Françoise Hardy)… ¡Y prácticamente cualquiera de The Beatles!
En una cinta TDK está el origen del universo: en el radiocasete de los viajes en el coche familiar, en un garito subterráneo, en un concierto, o en ese libro, película, programa de radio o televisión donde experimentar la epifanía con la música que iba a formar parte de nuestra vida. Canciones de Buen Rollo indaga en esos momentos vitales donde la música nos acompaña, nos alivia, nos impulsa, nos implosiona… Este es un libro generacional, y al mismo tiempo muy personal. Por él desfilan amistades, amores adolescentes, desengaños de juventud, cretinos con buen gusto musical o amantes inesperados. También el estrés del día a día, rutinas, rebeldías, baches, dudas, aciertos o subidones de autoestima. Triunfos y fracasos con un denominador común: la música como trasfondo. A veces como un salvavidas al que agarrarse cuando sube la marea, otras como un instante de euforia inagotable, celebración, desenfreno o, por qué no, un refugio. Didáctico y revelador, descarnado y con sentido del humor. En un estilo fresco, honesto, desenfadado e irónico, pero también emocional, sugerente, sexy, las autoras desgranan parte de su biografía musical en una banda sonora ecléctica y diversa que nos interpela a descubrir o redescubrir las canciones. Canciones que son la vida. O la vida en canciones. De Buen Rollo, eso siempre.