MADREBULARIO: LO QUE NO SE NOMBRA, NO EXISTE

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La maternidad, para muchas de nosotras, es hacer acrobacias sin red debajo. Es un aprendizaje constante plagado de frustraciones y también de mucho amor. Es un montón de “esto no me lo habían contado” y la necesidad de hacerlo. Así lo ha sido para Marta Puigdemasa y Paola Villanueva, autoras de Madrebulario (Temas de Hoy, 2023), un libro que no es solo un diccionario ilustrado de palabras inventadas con ingenio y, a veces, una gotita de mala leche: en él, las autoras aprovechan para poner contexto, crítica y reflexión a la experiencia materna.

Marta Puigdemasa es editora —seguro conoces su trabajo en Perdiz Magazine o en la revista Alma— y Paola Villanueva es ilustradora y docente en la Universitat Oberta de Catalunya. Cuentan que, disfrutando de una calçotada, allá por marzo de 2021, siendo ambas madres de dos bebés de casi un año —paridas con mascarilla en lo más crudo de la pandemia— y casi sin darse cuenta, dieron el pistoletazo de salida para el nacimiento de este libro: «A las dos, ser madres nos había atravesado, sorprendido, transformado. Ambas sentíamos que nos faltaban palabras para expresar lo que gritaban nuestras entrañas. Y muy pronto nos dimos cuenta de que, a pesar de las distancias, nuestras maternidades no solo coincidían en el espacio-tiempo, sino también en temáticas e inquietudes a las que urgía poner nombre».

De ese encuentro, primer “acto social” tras lo crudo del confinamiento, surgió este Madrebulario. Hemos hablado con ellas para saber más y hemos elegido nuestras tres palabras favoritas.

¿Qué es, para vosotras, lo mejor y lo peor de la maternidad?

Marta: Lo peor para mí ha sido el proceso de aceptación y adaptación a mi nueva persona. Los cambios a nivel identitario, el querer ser y ser reconocida como más que una madre. Poder recuperar mi profesión, mis aficiones, mis amigas. Los cambios en la relación de pareja: el centro de nuestro amor ha pasado a ser nuestra hija. Y sobre todo los cambios en la disponibilidad de mi tiempo: hasta que no te conviertes en madre no terminas de entender lo que de verdad significa tener a una personita que depende 24/7 de ti. De repente, te encuentras pidiéndole permiso a tu pareja hasta para ir al baño, sobre todo los primeros meses de vida del bebé, encerrándote en él para poder poner la mente en blanco dos minutos (véase la palabra “vaterfugio”) y deseando, a última hora del día, ir a sacar la basura o fregar los platos para poder descansar mentalmente de “bebé” un rato (véase “currespirar”). Lo mejor: el proceso creativo en sí que implica el crear una personita, aunque luego la obra cobre vida propia y la firma del autor se desdibuje. Poder verle crecer y convertirse en una (buena) persona. Y querer pensar que tú, de alguna manera, estás contribuyendo un poquito a ello. La maternidad también me ha enseñado muchas cosas: a ser paciente, más flexible, a entender que muchas cosas no se pueden controlar, a abordar y superar mis miedos, para mi propia supervivencia, pero también para no pasárselos a mi hija. Otra cosa buena de la maternidad es que te hace recalcular totalmente tus prioridades y darte cuenta de las cosas realmente importantes en la vida. Es un tópico, pero es así.

Paola: Una de las cosas que más me está costando desde que soy madre es el reajuste de los tiempos, los espacios y dinámicas varias. Echo de menos, por ejemplo: trabajar con menos prisa; dormir como antes; leer como antes; auto-cuidarme (comer sin engullir, hacer ejercicio, dormir la siesta de vez en cuando); tiempo a solas y de calidad con mi pareja… Son momentos de tensión y autoconocimiento en el tránsito hacia una nueva identidad y forma de vida. 

Muchas cosas maravillosas han llegado con mi maternidad. Además de estar conociendo una forma de amor que todavía me cuesta describir, ahora soy mucho más flexible, adaptable y estoy más cómoda en el descontrol. Me muevo mucho mejor en las situaciones nuevas, las gestiono con mucha más calma y estoy más abierta a qué y cómo puedo aprender de ellas. Como leí en el nº 2 de la revista Mother Tongue, la madurez es la tolerancia a la ambigüedad. En ese sentido, la maternidad me ha hecho mucho más tolerante a lo desconocido, inseguro o inestable. 

A través de la maternidad también estoy experimentando otras formas de entender la “productividad” y de “ser productiva”, que sacuden los modelos neoliberales en que vivimos y sus formas de producción: descansar puede ser muy productivo; estar sentada horas y horas en el sofá amamantando es, quizá, lo más productivo, ecológico y sostenible que he hecho nunca.  

¿Cómo era vuestro trabajo antes de ser madres? ¿Y después? ¿Sufrió cambios significativos?

Marta: Soy autónoma. Después de la baja maternal, pasé de trabajar a jornada completa a media jornada hasta los dos años y pico de vida de mi hija, por decisión propia. Obviamente, lo ideal sería que esa reducción de jornada fuera remunerada. Eso sí sería conciliación, no las medidas que existen ahora, gracias a las cuales “conciliar” básicamente significa “tener doble trabajo” (el profesional, necesario para sobrevivir, porque es el remunerado, y el del hogar, no remunerado). 

En cuanto a mi proceso de trabajo en sí, es verdad que cuando eres madre, cada minuto que tienes para ti es caviar. Lo aprovechas al máximo, porque, sobre todo cuando trabajas desde casa como yo, sabes que en cualquier momento puedes ser interrumpida. Tu tiempo sola, aunque sea tiempo de trabajo, lo sientes como prestado, porque hay alguien que está cuidando a tu hija (ya sea, en la escuelita, tu pareja o tu suegra). Yo creo que las madres, a diferencia de lo que se piensa, nos convertimos en máquinas mucho más productivas. Hacemos más en menos. 

Paola: Continuando con la respuesta anterior, sí, mi forma de trabajar ha cambiado significativamente. Antes, empezaba a trabajar y acababa cuando terminaba. Ahora lo hago en lapsos mucho más cortos de tiempo. Incluso, a veces, tengo la sensación de que trabajo en el tiempo que le sobra a l+s demás. En los restos de los horarios de l+s otr+s. Muchas veces, afortunadamente cada vez menos, trabajo en alerta: ¿cuándo voy a ser interrumpida? Recuperando una idea de Begoña Gómez Urzaiz en Las abandonadoras, ahora trabajo como una “ilustradora furtiva”, furtiva de mi propio tiempo. Sin embargo, lo más positivo de todo esto es que ahora resuelvo situaciones con mucha más soltura y en mucho menos tiempo. Creo que nunca había sido tan resolutiva. Además, como ilustradora, he incorporado otras tecnologías, como el iPad, que me permiten acelerar ciertos procesos (como los bocetos) y acomodándome a otros espacios (como dibujar fuera de la mesa de dibujo) sin perder los acabados artesanales de las ilustraciones. 

¿Cuál es el germen de este Madrebulario?

Marta: Las dos parimos en plena pandemia, entre abril y mayo de 2020. Nuestras parejas eran amigos y así nos conocimos. Nuestras hijas pusieron patas arriba nuestras vidas. Y nos hicieron sentir y vivir cosas totalmente nuevas y que nos estaban transformando como personas. Hablando de todo lo que sentíamos, las dos coincidimos en que nos había sorprendido que hoy en día todavía, con todo lo que hemos avanzado, las partes más oscuras o delicadas de la maternidad muchas veces todavía se ocultaban, se quedaban en la esfera privada el hogar. Fuera, aun primaba esa imagen de color rosita y plasticosa de la maternidad: la buena madre, esa madre perfecta que se dedica 100% a sus hijos y corta la sandía de la merienda en forma de corazoncito y que, además, tiene un trabajo de éxito en el que también lo da todo. Sentimos que hacía falta visibilizar otro tipo de maternidades más honestas, ambivalentes y reales, más humanas, más imperfectas, menos exigentes. La filósofa Jacqueline Rose decía que “fracasar es parte de la tarea de ser madre”, y no podía tener más razón.

El proceso de creación del libro ha sido para nosotras una especie de terapia. Como las dos venimos del mundo editorial y de la ilustración, respectivamente, supongo que fue natural para ambas que nuestra terapia fuera en formato libro. Decidimos hacer un diccionario porque el lenguaje al final construye el mundo en que vivimos. “Lo que no se nombra, no existe”, que decía Steiner. El simple hecho de tener una palabra para expresar algo que te pasa te hace sentir menos solo, porque si existe una palabra significa que muchas otras personas han pasado por algo similar. Y este era nuestro objetivo: decir a las futuras generaciones de madres: no estáis solas, estamos aquí, pasando por lo mismo. Hablemos. Compartamos. Pongamos en común.

Paola: El germen de este proyecto está en una conversación entre Marta y yo, en uno de los primeros eventos sociales un año después de que empezase la pandemia (éramos cuatro adultos y dos niñas). En la sobremesa, nos “confesamos” que al final del día preferíamos fregar los platos antes que ocuparnos de la crianza. Entre risas, Marta me explicó que tenía en mente hacer un “palabrario” sobre cosas como esas para “nombrar” experiencias de la maternidad que no tenían un espacio en el diccionario común. Nombrándolas, dándoles espacio en el lenguaje, nos proponíamos visibilizar ambivalencias de la experiencia materna, cuestionar tabúes, desmitificar modelos de maternidad romantizados y poco coherentes con lo que tanto nosotras como otras tantas mujeres, estábamos viviendo. Marta me invitó a ser parte del proyecto y acepté sin dudarlo.  

En el libro habláis de autoras que escribieron sobre la maternidad hace cincuenta años… quejándose de lo mismo de lo que nos quejamos nosotras ahora. ¿Hay esperanza? ¿Habéis percibido algún avance? Hablo, por ejemplo, de Rich, de Lazarre, del término “Matrescencia”, del que ahora se está escribiendo, pero que fue acuñando en 1973.

Marta: Sí, la verdad es que fue revelador y a la vez nos asustó un poco ver que estábamos hablando y escribiendo sobre los mismos temas que autoras de hace 50 años. De hecho, mi madre cuando leyó el libró me envió un mensaje muy bonito, diciendo que le había encantado ver cómo había resumido y puesto por escrito los pensamientos, tabús y vivencias universales, compartidos por millones de madres de todas las generaciones, incluida ella misma, pero que muchas en su época no habían sabido o podido expresar. 

Creo que es evidente que ahora se habla mucho más de estos temas. El feminismo está mucho más presente en las conversaciones. Y nuestro proyecto forma parte de un movimiento. Pero también es verdad que aún nos queda mucho por avanzar. Hoy en día nos creemos todos y todas muy modernos, pero realmente en nuestro día a día todavía sufrimos un montón de desigualdades. En el trabajo. En el entorno familiar, donde las preguntas (y a veces los reproches) sobre la crianza de los hijos casi siempre se dirigen a las madres. La “famigraña”, los dolores de cabeza producidos por la carga mental, es una dolencia mayormente femenina. La maldita culpa (por no estar tan presentes como querríamos, por no llegar a todo, porque tu bebé no engorda, porque aún no lee, porque saca malas notas en clase) también la solemos sentir nosotras. Y a veces hasta somos culpables de contribuir a hacérnosla nuestra. Las madres tenemos que aprender a soltar, a delegar, aunque los padres no hagan las cosas exactamente como nosotras querríamos, aunque nos cueste soltarles la manita a nuestros hijos.

Paola: Me encantaría sentarme con Adrienne Rich y preguntarle cómo lo ve ella —risas—. Optimista, quiero pensar que, al menos en algunas cosas, mi maternidad ha “avanzado” un poco respecto a la maternidad que pudo vivir mi madre en los años 80-90. Ahora tengo más información, más acceso a un acompañamiento psicológico perinatal, más equilibrio en la distribución de tareas madre-padre, más debate público en torno a la maternidad, más reflexión al respecto, más espacios desprejuiciados sobre situaciones menos agradables en los que te puedes ver como madre. En otros aspectos, y por la tendencia individualista de nuestra sociedad, quizá ahora criamos más solas, como explica Diana Oliver en Maternidades precarias [criar a l+s niños en la plaza del pueblo con la ayuda del+ vecin+ se me hace muy lejano]. Además, a la presión por ser una madre perfecta, se le suma la de ser una mujer profesional e independiente que llega a todo con el colorete en su sitio (y sin quejarse).   

También aparece ese “no soy como esas madres”. ¿Por qué creéis que lo materno genera tanto rechazo?

Marta: Por ese ideal de “buena madre” arquetípico y tradicional que impera y que hemos comentado antes. Porque en la realidad hay muchos tipos de maternidades posibles, que son igual de legítimos y que tenemos que visibilizar también. Es verdad que en esta sociedad capitalista y patriarcal en la que vivimos, lo materno, lo femenino, históricamente siempre se ha desestimado, ha tenido menos valor para el mercado. “Ser madre no mola”, porque las madres son aburridas, planas, solo piensan en cacas y mocos, no son personas cultas e interesantes que aporten valor. Y eso no es verdad: las madres somos muchas más cosas que madres. Seguimos siendo escritoras, científicas, ingenieras, arquitectas, maestras, deportistas, comerciales, cirujanas o fiesteras de profesión. Cada una a la suyo. 

Paola: Por un lado, en un plano más general, lo materno, como el trabajo doméstico, lleva siglos relegado a la esfera privada del hogar. Esto, que Silvia Federicci lo explica en Calibán y la bruja mucho mejor que yo, hace que la maternidad, como los cuidados y el trabajo doméstico, no se reconozca como un trabajo como tal y, por tanto, que no se valore de la misma manera que el trabajo que se desempeña en una oficina o un laboratorio. 

Por otro lado, en nuestro casos particulares, ambas coincidimos en que no nos sentíamos representadas en un ideal de madre que es común en el relato popular: madres perfectas y felices el 100% del tiempo, libres de ambivalencias, libres de cólera (volviendo a Rich), satisfechas únicamente gracias a sus criaturas. 

Me gustaría comentar con vosotras el origen de estas palabras:

  • Amadrijarse: Al tener descendencia, darte cuenta de que tú también fuiste —y eres— hija y, en ese momento, empatizar con tu propia madre como nunca antes.

Marta: Cuando te das cuenta del nivel de energía lo que una madre pone en la crianza de su hijo y los inevitables y muchas veces bienvenidos sacrificios que tienes que hacer, es inevitable empatizar con tu propia madre y revisitar esa relación con ella.

Paola: la maternidad puede ser un espejo en el que no solo te reflejas con una identidad renovada, sino que también te ves en relación a tu madre desde el punto de vista de hija. Esta rememoración puede ser un lugar de resituación y aprendizajes únicos, en el que coger unas cosas y soltar otras. También puede ser una oportunidad para entender y relacionarte con tu madre de otra manera, desde una posición más equilibrada.

madrebulario

  • Bibipendiar: Criticar o juzgar injustamente a una madre por dar leche artificial a su bebé en lugar de pecho.

Marta: Tanto Paola como yo dimos teta, pero siempre hemos tenido muy presente que queríamos que este fuera un diccionario inclusivo, que abarcase el máximo tipo de maternidades posible. Hoy en día, se aboga mucho por la lactancia materna, porque tiene muchos beneficios, y eso está muy bien, pero veo que, por contra, se juzga a las madres que quieren dar leche artificial con biberón. Y creo que entre madres lo último que tenemos que hacer es juzgar las decisiones que cada una toma respecto a la crianza de sus hijos, siempre que se les trate con respeto y amor, que es lo único que necesitan. Al final, los hijos lo que más necesitan es que sus madres/padres estén bien. Y si una madre no puede o no quiere, por lo que sea, dar teta, nadie tiene que presionarle para que lo haga.

Paola: Hoy en día es mucho más fácil tener acceso a información completa, rigurosa y contrastada sobre la alimentación de nuestros bebés. Pero hay madres que no pueden o no quieren amamantar a sus criaturas, y no debemos juzgarlas por ello. Igual que una madre que amamanta no tiene que esconderse o taparse para hacerlo (véase “misóteto”), tampoco una madre dando biberón debe ser señalada por ello.

  • Madresprecio: Penalización no oficial que muchas madres reciben en el mundo laboral solo por el hecho de ser madres.

Marta: Pensando sobre el tema de la desigualdades de género en el trabajo, nos vino a la mente que se suele hablar mucho de “madre trabajadora”, pero que el concepto “padre trabajador” casi que suena alienígena. Creo que es muy significativo. A un hombre, en una entrevista de trabajo no le preguntan si quiere ser padre. A las mujeres sí. A los hombres, en general y históricamente, la paternidad no suele afectarles profesionalmente (en cuanto a responsabilidades, horarios, salario, etc.). A las mujeres sí. 

Paola: la desigualdad de género también llega a lo profesional, que puede verse condicionada por el hecho de ser madre (o incluso por la posibilidad de serlo). Entre otras muchas situaciones, lamentablemente seguimos escuchando la historia de aquella amiga o conocida a la que le preguntaron en una entrevista de trabajo si estaba casada, tenía pareja, hijos o intención de tenerlos.

 

El mundo de las madres está lleno de cosas que no tienen nombre. No tener palabras para explicar lo que sentimos nos aísla y nos hace creer que solo nos pasa a nosotras. Pero esto se ha acabado, amiga.

Madrebulario es un diccionario ilustrado que te va a hacer reír y reflexionar. Sus definiciones nacen para dar reconocimiento a la experiencia materna en todas sus formas y arrojar luz sobre un trabajo tan maravilloso e importante como el de la crianza, que a menudo pasa desapercibido para el resto de la sociedad.

Con tremenda honestidad y sentido del humor, el dúo formado por la editora Marta Puigdemasa y la ilustradora Paola Villanueva despliega su talento para homenajear a todas aquellas mujeres que han sido madres y acompañarlas en esta etapa de mayúsculas transformaciones. Este libro, lleno de anécdotas personales y palabros inventados, busca hacer de la maternidad una experiencia compartida.

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VICTORIA GABALDÓN

Madre de Julieta y Darío, periodista y escritora. Creadora de MaMagazine, orgullosamente apoyada por una tribu de comadres poetas, escritoras, fotógrafas, creativas, ilustradoras, psicólogas, docentes y periodistas especializadas en maternidad.
Madre de Julieta y Darío, periodista y escritora. Creadora de MaMagazine, orgullosamente apoyada por una tribu de comadres poetas, escritoras, fotógrafas, creativas, ilustradoras, psicólogas, docentes y periodistas especializadas en maternidad.

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