Es posible que conozcas a Marta Cabrera (Vigo, 1984) por su alias en redes, Redwood Bird, donde se define como creadora digital, productora de cine y madre de dos hijas —Olivia tiene seis años y Julieta, dos—. Mi encuentro con Marta fue auspiciado por Lola Iglesias, que pensó que a ella le gustaría nuestra revista y a nosotras saber más sobre su trabajo y su vida en Zaragoza. Huelga decir que Lola andaba sobre seguro y no se equivocó. Poco después de recibir el Volumen II de MaMagazine, Marta hizo unas preciosas fotos para redes que me hicieron reflexionar sobre el trabajo del creador digital. Porque no todo el mundo tiene la capacidad estética, el ojo mirando hacia la belleza y la habilidad de plasmarlo en imágenes. Está claro que Marta posee ese don. Me recordó a una experiencia anterior con la artista Ester Pavón, que plasma su particular visión del arte en objetos que otras personas tirarían a la basura sin dudar. Yo intenté una vez imitar a Ester pintando una sartén vieja y el resultado fue desastroso. Está claro que no es mío el don de la pintura.
Quise saber más sobre Marta y su trabajo, sobre su vida en Zaragoza y cómo concilia en un trabajo tan exigente y falto de horarios como el cine. Esto es lo que me contó.
¿Cómo era tu trabajo antes de ser madre? ¿Y después? ¿Sufrió cambios significativos?
Cuando me quedé embarazada de Olivia acababa de producir mi primer largometraje. Había trabajado en cine antes, pero en proyectos de otras personas. Recuerdo estar en la proyección del preestreno súper nerviosa por si rompía aguas en medio del cine. Mi hija nació dos días después y ahí comencé a comprender que tenía que cambiar el ritmo.
Antes de ser madre no tenía horarios y sentía que mi energía era ilimitada. He llegado a viajar a un rodaje sin dormir y rendir durante 72 horas sin descanso. Solía trabajar de noche, cuando mi mente es más productiva y me siento más creativa, pasando noches en vela por completo para acabar un texto. Esto ahora mismo para mí es impensable ya que no podría recuperar las horas de sueño después: la crianza no se puede poner en pausa.
Desde el punto de vista logístico he tenido que cambiar mis ritmos, adaptar mis horarios para poder conciliar y aprender a delegar. Ya no puedo, ni quiero, asumir ciertas tareas de producción en los rodajes, que me obligaban a pasar jornadas enteras fuera de casa, o dedicar mi tiempo a papeleos y trámites que puede hacer alguien por mí. Por eso, para mí, delegar todo ese proceso es fundamental. Ahora que soy madre soy mucho más selectiva con los proyectos, focalizando así mi energía y tiempo. Hago menos proyectos, pero más grandes.
La temática también ha cambiado para mí. Con la maternidad llegó a mi vida el feminismo, arrasando y cambiando mi visión del mundo. Ya no quiero contar las mismas historias ni de la misma manera.
¿Qué es, para ti, lo mejor y lo peor de la maternidad?
Para mí ha significado una revolución en todos los sentidos, ha supuesto poner todas mis creencias y todo mi universo patas arriba y reconstruirme. He necesitado recolocar todo mi mundo y todo lo que me constituía como persona, dejando atrás mucho para abrir paso a lo nuevo. Mis hijas me posicionan en el mundo, aprendo algo cada día y sobre todo disfruto mucho estando con ellas. Da igual si hay un día en el que se me han torcido las cosas: ellas son un refugio en el que siempre hay amor y donde siempre me siento bien y reconfortada. Y todo ese amor y esa energía es bidireccional, somos felices juntas.
Lo peor de la maternidad, para mí, es el miedo y la soledad. También el peso de la mochila emocional y la carga mental.
Creo que el miedo es inherente a la maternidad. He sentido miedo desde que me quedé embarazada de mi hija mayor y lo he sentido cada día desde entonces. De repente ya no eres tú y tu existencia, sino que pasas a sostener a otro ser al que tú has decidido traer a este mundo. Esa responsabilidad puede ser por momentos abrumadora. Quisiera poder protegerlas de todo lo malo, aunque soy consciente de que eso no es posible.
El sentimiento de soledad me cogió por sorpresa. Ingenuamente pensaba que la llegada de mi primera hija iba a significar una crianza arropada por el entorno y no fue como esperaba. Darme de bruces con esa realidad fue duro y difícil de asimilar al principio. Ahora que los años más difíciles han pasado me siento orgullosa de haber conseguido salir adelante y he transformado ese sentimiento de soledad en independencia y libertad.
¿Cuál es la huella de tus hijas en tu trabajo?
Desde que soy madre, mi modo de ver el mundo ya no es el mismo. Yo ya no soy la misma persona y por lo tanto ya no son las mismas las historias que quiero contar. Me interesa profundizar en el sentir humano, contar historias donde las mujeres son el centro, que hablen de nosotras, que reivindiquen nuestro lugar en el mundo. También, como empresaria, me interesa rodearme de mujeres y disfruto creando sinergias rodeándome de talento femenino.
Pablo, tu pareja, y tú trabajáis mano a mano en una productora cinematográfica. ¿Facilita eso la conciliación en vuestro caso?
Trabajar mano a mano con mi pareja tiene ventajas, ya que estamos en el mismo punto creativo y laboral a la vez, nos organizamos por turnos para las tareas, organizamos los rodajes y proyectos según nuestra agenda familiar ya que somos libres en ese sentido. Pero a la vez, en los momentos en los que la carga de trabajo es mayor (un rodaje, una entrega, reuniones presenciales que requieren que estemos a la vez) la conciliación es tremendamente difícil.
Para momentos así tenemos la enorme suerte de contar con el apoyo de mi madre, que, aún residiendo a más de 800 kilómetros de distancia, se presenta en casa cada vez que la necesitamos. Junto a mi familia de aquí, son mi soporte en ese sentido.
¿Es la industria cinematográfica un lugar para las familias?
La industria cinematográfica es un lugar hostil. Las jornadas de trabajo en época de rodaje son interminables e impredecibles y la estabilidad laboral y económica es una montaña rusa. Es complicado enfrentarte a un proceso creativo o a unos plazos de presentación de proyecto cuando estás agotada física y mentalmente o cuando la culpa te paraliza. En mi caso, al ser la productora de mis propios proyectos, trato de crear un ambiente que facilite la conciliación. En mi último rodaje más del 70% del elenco técnico y artístico éramos mujeres, algunas de ellas madres, y espero superar esa cifra en los que están por venir. Aún así un rodaje requiere de una presencia y una entrega difíciles de compatibilizar con la vida familiar.
Aún con todo, también tiene una parte positiva. Los meses de pre y post producción de las películas trabajo prácticamente sola desde mi ordenador o teléfono. Eso me permite acompañar a mis hijas en todo momento. He cerrado proyectos con mis hijas sentadas a mi lado en la mesa, dibujando o haciendo un puzzle. Poder estar presente, para mí, compensa todo lo demás.
¿En qué estás trabajando y qué está por venir?
En unos meses estrenaremos en cines y plataformas un largometraje de título Para entrar a vivir protagonizado por Bárbara Goenaga, Luisa Gavasa, Gorka Otxoa, Kira Miró y Jorge Usón. Se trata de una comedia de género fantástico en la que, partiendo de la premisa de una pareja de cuarentañeros buscando casa, lanzamos la reflexión de cómo lo material puede acabar por poseernos. Acabamos de volver del Festival de Cannes donde se ha proyectado dentro del Marché du Film con muy buen feedback por parte de nuestros distribuidores.
Además, tenemos en desarrollo un largometraje llamado Ancestral en el que, además de llevar la producción, soy co-guionista y co-directora, con un elenco artístico íntegramente femenino y un trasfondo profundamente feminista. Es mi proyecto más personal y en el que tengo enfocadas todas mis energías ahora mismo.
En tu faceta como creadora digital, ¿qué te aporta regalar la belleza de tus creaciones a las redes sociales?
Cuando empecé en redes sociales hace más de 6 años mi cuenta reflejaba mi experiencia como madre. De un modo totalmente espontáneo, compartía mi día a día, mis sentimientos y mis emociones en una etapa nueva para mí y que cada día me traía algo nuevo. Me sentí muy acompañada en aquella época y me llevo de ella un buen puñado de compañeras. Mi cuenta fue creciendo y evolucionando conmigo. Según han ido creciendo mis hijas, he sentido la necesidad de mantenerlas al margen de todo eso, por ello hace tiempo que centro mi cuenta en contenido de lifestyle (donde por supuesto la maternidad y por ende, ellas, siguen teniendo presencia, pero de un modo diferente a mis comienzos) También disfruto creando reseñas literarias y audiovisuales y contenido de moda, gracias a que trabajo asiduamente con marcas a las que admiro como las españolas Pepaloves, Casita de Wendy o internacionales como Sézane o Miss Patina.
Para mí tiene un gran peso la estética. Intento plasmar en las imágenes que comparto mi esencia y la esencia de aquello que me emociona. Por eso mi cuenta está cargada de flores, de tonos cálidos y de naturaleza, porque son los lugares donde me siento más a gusto. Mi objetivo es que la búsqueda de lo estético no reste naturalidad y autenticidad a mi contenido. Lo que comparto es una parte de lo que soy, de lo que vivo o de lo que me remueve.
Eres gallega de nacimiento y maña de adopción. ¿Qué es lo que más te gusta de Zaragoza? ¿Y lo que menos? ¿Qué te da esta ciudad?
Tengo Vigo y Galicia muy presentes y pienso en volver cada día, de hecho, ahora mismo estamos en un momento de cambio dentro de un futuro más o menos cercano y la tierra tira mucho. Llegué a Zaragoza hace 12 años de forma provisional para rodar un documental, me mudé a Madrid donde viví un par de años entre medias, acabé volviendo a esta ciudad por trabajo y me quedé para formar una familia ya que mi pareja nació aquí.
Creo que Zaragoza es una buena ciudad en la que maternar, ya que tiene todas las ventajas a nivel educativo y cultural de una gran ciudad y una tranquilidad y ritmo de vida muy diferentes a los de ciudades como Barcelona o Madrid. Aquí vivo en el centro de la ciudad y solo con dar dos pasos desde el portal de casa encuentro una zona verde. Eso para mí es impagable. A nivel logístico es una ciudad muy bien comunicada con Madrid y Barcelona. Además, en lo audiovisual me siento muy apoyada y respetada por las instituciones aragonesas algo esencial a la hora de sacar adelante mis proyectos. Mis dos hijas han nacido en Zaragoza, por lo que esta ciudad me ha dado lo más importante de mi vida. Pero Galicia es lo que soy, es mi lugar, y se que es donde terminaré, antes o después.