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MÁS CEREBRO EMBARAZADO

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Más cerebro embarazado

¿Tenías olvidos cuando estabas embarazada? ¿Sentías que algunas cosas te daban exactamente igual y te estresabas menos? Estos dos síntomas, muy comunes, son también consecuencia de los cambios que el cerebro sufre durante el embarazo. Hace unas semanas hablamos de las mejoras en la comprensión de los estados mentales y emocionales ajenos, pero hay otras modificaciones cerebrales que tienen como función proteger a la madre y al bebé. Y ¿de qué se tiene que proteger? De varias cosas. La primera, de las agresiones externas. La segunda, de  las, llamémosle agresiones internas, las que la propia madre puede desarrollar sin querer.

Vamos por partes. Uno de los principales resultados que encuentro de manera repetida en todo lo que leo es que existen grandes diferencias entre los cerebros de las féminas que han tenido embarazos y las que no. Esto significa que hay neuronas y redes de neuronas que cambian completamente como consecuencia de la reproducción porque entienden que hay algo muy valioso que proteger. Hay estudios que afirman que estos cambios incluso previenen las enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer. Hasta ese punto llega la protección del cerebro. Creo que la actitud del cerebro nos da la primera lección que la sociedad necesita integrar: las mujeres embarazadas son valiosas y necesitan unos cuidados muy específicos. Me atrevo a decir sin mucho miedo a equivocarme que la mayor parte de las mujeres no reciben estos cuidados ni de lejos. Con suerte tienes un buen entorno y un ginecólogo amable y humano. Repito, con suerte. Igual consuela pensar que al menos el cerebro pondrá en marcha los mecanismos que considera oportunos para cuidar y proteger a madre y bebé. Pero vuelvo a preguntar, ¿de qué tiene que protegerse?

Como decía, es necesario tener cuidado con las agresiones externas, así que el primer mecanismo que se pone en marcha es aumentar la eficacia en el reconocimiento de las emociones negativas en los demás. Las mujeres embarazadas son más sensibles y reconocen mejor expresiones como el miedo, el  enfado o el asco. Si alguien a tu lado pone alguna de estas caras, embarazado o no, sonará una alerta interna que te dirá “cuidado, algo está pasando”. Lo mismo pasa con los olores. Las mujeres embarazadas son más sensibles a los olores por la misma razón, es una señal de alerta. Este cambio en el olfato se convierte después en un mecanismo que favorece el vínculo con el bebé, cuando se percibe ese olor tan especial del recién nacido. Y lo mismo ocurre con los vómitos en los primeros meses. Aunque no sabemos realmente por qué se producen, algunos investigadores los interpretan como una forma de proteger al organismo de posibles sustancias tóxicas que podrían tener efectos devastadores en los primeros momentos del embarazo. Otro mecanismo de protección contra amenazas externas que se ha observado en las ratas es una disminución en las habilidades espaciales, o sea, te mueves peor por el espacio y te pierdes más. La mayor parte de los estudios dicen que por eso, cuando ya son mamás, las ratas se mueven menos, se alejan menos del nido y dejan menos oportunidad a posibles depredadores. Todo esto tiene que ver con las agresiones externas. 

El otro tipo de agresión que mencionaba es el que más me interesa y lo he llamado amenaza interna porque lo genera la propia madre. Se trata de la salud mental, una de las mayores vulnerabilidades durante el embarazo. Este periodo de la vida de una mujer es tan particular y tan sensible que se convierte en el momento de mayor riesgo de desarrollar alguna patología psicológica. Las cifras de prevalencia lo ponen claramente de manifiesto: baby blues o tristeza postparto, entre el 30 y el 75% de las mujeres; depresión postparto, entre el 10 y el 22% de las mujeres; ansiedad durante el embarazo y después del parto, entre el 5 y el 12% de las mujeres; psicosis postparto, la más grave de todas, entre el 1 y el 2% de las mujeres. ¿Y qué hace el cerebro para proteger a la madre? Durante el embarazo pone en marcha una serie de mecanismos para que las regiones asociadas al estrés se activen menos: transforma la conectividad de las áreas relacionadas con el estrés, disminuye la reactividad ante el cortisol –la hormona relacionada con el estrés– y disminuye la presión sanguínea y la tasa cardíaca. Esto hace que las mujeres embarazadas vivan más tranquilas y califiquen algunos sucesos como menos estresantes que las mujeres no embarazadas.

Otro tipo de protección puede estar ligado a los déficits de memoria que tantas embarazadas mencionan. En este caso me parece que se trata de una protección cognitiva relacionada con el particular estado mental en el que entra la mujer durante el embarazo. Este estado se denomina transparencia psíquica y consiste en la necesidad de revisitar la trayectoria vital, la infancia, los cuidados recibidos y la historia afectiva. Se trata de una tarea de preparación a la crianza y protección hacia el bebé. Es posible que esta concentración hacia el interior se traduzca en un despiste generalizado hacia el exterior. 

Se suele decir que la naturaleza es sabia, pero en este caso me parece más acertado decir que es la más sabia o la única sabia. Las condiciones físicas y psicológicas de la mujer embarazada determinan de muchas maneras la salud del bebé. Aunque siempre hay posibilidad de recuperación sería más fácil hacerlo bien desde el principio cuidando a las embarazadas a través de unidades de apoyo y seguimiento psicológico. La sociedad moderna tiene esta gran asignatura pendiente. Basta con imitar el modelo cerebral y entender la necesidad de transformarse para proteger un bien tan valioso.

 

MARTA GIMÉNEZ-DASÍ

Es madre de dos niños y profesora de Psicología del Desarrollo en la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid. La maternidad y la universidad conjugan su principal interés vital: entender y promover el desarrollo sano en los primeros años de vida. Desde 2009 dirige un equipo de investigación centrado en el estudio del desarrollo emocional infantil. Como resultado de sus trabajos ha publicado los programas Pensando las emociones con atención plena y varios libros sobre desarrollo infantil en la editorial Pirámide.

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5 comentarios

  1. Como siempre, interesantisimo!!!!
    El tema de los olores me llama muchísimo la atención… Hace mucho de mi embarazo, pero yo no recuerdo antes tener tanto olfato y desde el embarazo me ha quedado súper desarrollado este sentido.
    Y también esa sensación de vivir las cosas externas sin tanto stress, creo que ha sido mi única etapa de la vida en la que no tenía prisa…
    Muchas gracias, Marta, en mi caso por hacerme recordar cosas ya olvidadas.
    Esperando ya tu próximo artículo, mil besos.

  2. Gracias María Ángeles, un placer hacerte recordar cosas lejanas! Volveré a escribir en breve.
    Besos,
    Marta.

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VICTORIA GABALDÓN

Madre de Julieta y Darío, periodista y escritora. Creadora de MaMagazine, orgullosamente apoyada por una tribu de comadres poetas, escritoras, fotógrafas, creativas, ilustradoras, psicólogas, docentes y periodistas especializadas en maternidad.
Es madre de dos niños y profesora de Psicología del Desarrollo en la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid. La maternidad y la universidad conjugan su principal interés vital: entender y promover el desarrollo sano en los primeros años de vida. Desde 2009 dirige un equipo de investigación centrado en el estudio del desarrollo emocional infantil. Como resultado de sus trabajos ha publicado los programas Pensando las emociones con atención plena y varios libros sobre desarrollo infantil en la editorial Pirámide.

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