VULNERABILIDADES MASCULINAS, POR MARTA GIMÉNEZ-DASÍ

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Los hombres casi no tienen depresión ni ansiedad. O mucho menos que las mujeres. La mitad. O eso dicen las cifras. Los datos de la encuesta de Salud Nacional en España de 2017 dicen que el 10,8% de la población tiene un problema de salud mental, pero estos problemas son el doble de frecuentes en las mujeres (14%) que en los hombres (7%). Esto mismo pasa con la depresión. Las mujeres sufren más del doble de depresión que los hombres (9,2% frente a 4%). Y las mismas cifras encontramos en ansiedad. Esto pasa en España y en casi todas partes.

Una de mis alumnas de este curso está trabajando sobre el suicidio. Es un tema muy interesante y gracias a su trabajo he aprendido mucho. Veamos otros datos que esta alumna me ha enseñado. En España, también en 2017, murieron 10 personas al día por suicidio. Del total de los 3.600 fallecidos, 2.700 fueron hombres. Esta diferencia tan impresionante se mantiene en las cifras mundiales: las tres cuartas partes de las personas que se suicidan son varones. También la mayor parte de las personas que se suicidan presentan un problema de salud mental grave, generalmente depresión. ¿Cómo es posible? ¿No acabo de decir que la depresión es un asunto de mujeres?

Parece que hay dos cuestiones que explican por qué estos datos no encajan. La primera es que los hombres no suelen expresar la depresión de la misma manera que las mujeres. Los síntomas depresivos en los hombres no son la típica apatía, tristeza o pérdida de interés que las mujeres podemos expresar. Los hombres suelen sentir ataques de ira, rabia e irritabilidad. Suelen comportarse de forma más agresiva, consumir más alcohol o drogas y dedicar horas y horas al trabajo, al deporte o a cualquier otra actividad que les permita escapar. También se observa que los hombres intentan alejarse de la depresión negándola, haciendo esfuerzos por olvidarla y distanciándose de ella. Intentan distraerse y hacer como si no existiera. Por supuesto, no hablan de ella. Y esta es, creo, la segunda cuestión y la que mejor explica cómo es posible que los hombres casi no se depriman pero se suiciden. Los hombres, en su gran mayoría, no se pueden permitir la depresión porque es un síntoma de debilidad. Y los hombres son fuertes por naturaleza. Aceptar la depresión significa aceptar la debilidad, la vulnerabilidad y la importancia gigantesca que las emociones tienen en la vida de las personas. La negación masculina de la depresión que mencionaba antes viene originada por esa incapacidad de tantos y tantos hombres para hablar sobre sí mismos. No me refiero a hablar de sus grandes hazañas. Me refiero a sí mismos como personas.

Viendo estas dos posibles explicaciones creo que las cosas podrían mejorar  bastante gracias a dos cambios, uno pequeño y uno grande. El pequeño es que la gente normal pudiera identificar esta sintomatología masculina como depresión. Que veamos a un amigo con este cuadro y podamos decirle “igual estás deprimido” con la misma normalidad que lo hacemos ante la tristeza y la apatía. Hoy no se identifica al hombre irritable y que no para de trabajar como deprimido, pero si tuviéramos la sintomatología en la cabeza se podría tratar más y prevenir el suicidio. El cambio grande es más difícil, aunque creo que estamos ya en ello. Se trata de enseñar a los hombres a conversar sobre sí mismos, a desplegar sus vulnerabilidades con sus seres queridos. Hace poco le decía a una amiga que creo que nos construimos conversando sobre nosotros mismos. Es la mirada del otro la que te permite saber quién eres y cuando esa mirada falta te construyes solo a medias. A los varones les cuesta un mundo hablar de sus emociones porque eso forma parte de una vulnerabilidad femenina que ellos no tienen. Les suena cursi. Sin embargo, la ceguera sobre la parte vulnerable masculina bloquea su existencia y lleva al suicidio. La educación de los niños como seres emocionales y el cambio en los estereotipos de género creo que son dos condiciones importantes de cara a la mejora de la salud mental de los hombres. Sin duda, las que tenemos hijos varones tenemos todo un reto por delante. 

 

MARTA GIMÉNEZ-DASÍ

Es madre de dos niños y profesora de Psicología del Desarrollo en la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid. La maternidad y la universidad conjugan su principal interés vital: entender y promover el desarrollo sano en los primeros años de vida. Desde 2009 dirige un equipo de investigación centrado en el estudio del desarrollo emocional infantil. Como resultado de sus trabajos ha publicado los programas Pensando las emociones con atención plena y varios libros sobre desarrollo infantil en la editorial Pirámide.

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9 comentarios

  1. Que bonita reflexión Marta, que verdad tan grande!!! Desde esta perspectiva veo a mi alrededor muchos hombres en algo parecido a la depresión… Incluso los que no tienen vergüenza a expresar sus sentimientos y dicen que están pasando un mal momento no manifiestan esos síntomas muchas veces, lo disfrazan de hiperactividad o alcohol etc…. Pienso en concreto en un amigo que lo está pasando mal y es “en apariencia” claro una de las personas más entusiastas que existen, le llamaré uno de estos días, tu escrito me ha hecho pensar que igual necesita unas palabras de consuelo y apoyo.
    Mil gracias Marta…. Una vez más.

  2. Un retrato certero de varias generaciones de varones en España. Los dos motivos que das son válidos pero en mi opinión la segunda causa es la que tiene mayor peso: hay cuestiones de las que no se habla. Y no se trata de algo exclusivo de los hombres. Durante muchos años han habido temas tabú dentro de las familias (estoy pensando en distintos tipos de abusos, en embarazos no deseados o en la existencia de la propia enfermedad mental dentro de la familia a la que nadie se refiere como tal) que antes o después se acaban manifestando como problemas psicológicos y que se acaban heredando de generación en generación no por transmisión genética, sino porque es un modelo de comportamiento que se enseña de padres a hijos. Refiriéndose a nuestros hijos Serrat dijo:

    Cargan con nuestros dioses y nuestro idioma
    Nuestros rencores y nuestro porvenir
    Por eso nos parece que son de goma
    Y que les bastan nuestros cuentos para dormir

    Nos empeñamos en dirigir sus vidas
    Sin saber el oficio y sin vocación
    Les vamos trasmitiendo nuestras frustraciones
    Con la leche templada y en cada canción

    Afortunadamente, y gracias al trabajo de gente como tú, tengo la impresión de que poco a poco los modelos educativos están cambiando y de que las generaciones que están llegando disfrutarán de una mejor educación y bienestar emocionales para enfrentarse a todos los problemas que se encuentren por el camino.

    Un placer haberte leído

  3. Gracias María Ángeles! Un placer poder servir de algo, ayudar a tomar conciencia sobre cómo están las personas a nuestro alrededor y poder hacer algún gesto que pueda mejorar el bienestar.

  4. Gracias Toni. Muy acertadas las palabras de Serrat, un retrato muy intuitivo y muy cierto de eso que ahora llamamos la transmisión generacional. Estoy totalmente de acuerdo en que la falta de diálogo es una de las principales causas de este problema. La solución no puede ser otra que enseñar a los niños a hablar y dialogar sobre los estados emocionales. Confío, como tú, en que las cosas están cambiando, pero creo que es necesaria mucha conciencia por parte de padres y madres porque es tan fácil reproducir modelos sin darse cuenta! Y yo sigo viendo tantos de esos modelos a mi alrededor! Casi te diría que, aún hoy y en niños de hoy, lo contrario es una excepción. La mayor parte de los niños siguen teniendo dificultades para hablar sobre cómo se sienten. Queda mucho por hacer.

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VICTORIA GABALDÓN

Madre de Julieta y Darío, periodista y escritora. Creadora de MaMagazine, orgullosamente apoyada por una tribu de comadres poetas, escritoras, fotógrafas, creativas, ilustradoras, psicólogas, docentes y periodistas especializadas en maternidad.
Es madre de dos niños y profesora de Psicología del Desarrollo en la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid. La maternidad y la universidad conjugan su principal interés vital: entender y promover el desarrollo sano en los primeros años de vida. Desde 2009 dirige un equipo de investigación centrado en el estudio del desarrollo emocional infantil. Como resultado de sus trabajos ha publicado los programas Pensando las emociones con atención plena y varios libros sobre desarrollo infantil en la editorial Pirámide.

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